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Cola Cao libera a “aquel negrito”

La marca alimenticia “adapta al contexto actual” la popular canción de los años 50

Una vieja etiqueta de Cola Cao, marca que en los años 50 lanzó «la canción del negrito»
Una vieja etiqueta de Cola Cao, marca que en los años 50 lanzó «la canción del negrito»larazon

Mientras usted y yo miramos con aprehensión hacia Wuhan, la estupidez envuelta en corrección política va viralizándose de unos a otros, contagiándose como los bostezos en el primer metro de la mañana. Es la muerte lenta de la sensatez, el coronovirus del siglo XXI. «No cabe un tonto más», que diría un tuitero. En solo media semana se viene concentrando ejemplos a puñados.

El martes, Barbie lanzaba una campaña inclusiva de sus otrora rubísimas muñecas. No se han contentado con ir a lo sencillo: las hay con vitíligo (solo un 2% de la población padece esta enfermedad de la piel que popularizó una modelo hace unos años), andróginas, gordas (es decir, «curvy»), con pelo chino (sic)... Rizando el rizo, y rozando de paso lo «creepy», tenemos una barbie en silla de ruedas (no se aclara si ha sido un trombo o una caída) y otra negra y con una prótesis blanca. Raro.

El miércoles, la Berlinale retiraba a prisa y corriendo su premio Alfred Bauer después de que el semanario «Die Zeit» revelara «nuevos hallazgos» sobre la vinculación del primer director del Festival berlinés con el nazismo. Los muertos no pueden apelar ni de paso contar cómo los abuelos de media Alemania y media Berlinale (si no más) tenían el carné del partido.

Y para culminar, ayer jueves («tu quoque, fili mei?») Cola Cao se hizo digno del signo de los tiempos con una campaña que parece diseñada por Alba González Sanz, la directora general de Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial que se autodestituyó para dar paso a una mujer «racializada» al frente del cotarro. Como ella, la célebre marca se sabotea a sí misma retocando (qué necesidad había) la famosa «canción del negrito» y lanzando otra que, aseguran en nota de prensa, la «actualiza y moderniza para adaptarla al contexto actual y que siga formando parte de la banda sonora de los desayunos de las familias».

La víctima evidente para ser sacrificada a los dioses de lo políticamente correcto es «aquel negrito» del tema original de los años 50 que «cultivando cantaba la canción...». Que aquel negrito del África tropical no tenía muchos motivos para dar saltos de alegría es algo en lo que todos convenimos. Hubiera bastado con dejarlo morir en la memoria de los «baby boomers». Pero Cola Cao, preso entre esa popular herencia con tufo esclavista de una canción pegadiza y el «I have a dream» de publicistas de la generación Z, ha optado por mantener la sintonía y erradicar, no solo toda traza del negrito, sino de posibles sospechas de otros pecados capitales posmodernos. Lo que viene siendo pasarse de frenada.

Así, donde antes se habla de «futbolistas, nadadores y boxeadores» que se vigorizaban con este producto, ahora son «futbolistas, nadadoras, supercampeonas y artistas». «La nueva letra potencia valores como el apoyo al deporte y la igualdad de género», apuntan. Y a uno le da por imaginar aquel épico «brainstorming» en la sede de Cola Cao: Pero nadie había dicho que fuéramos machistas; es igual, por si acaso mete supercampeonas en la letra. Y ya de paso (y esto se ve en el vídeo promocional) pongamos como intérpretes a un coro solo de niñas de una fundación «para la inclusión y la cohesión social» y un señor de Operación Triunfo, letrista del tema, al piano. ¿Qué puede salir mal? Solo una cosa: que no se les haya ocurrido cambiar por chocolate blanco todas las remesas. Ya puestos...