¿Puede un disco cambiar tu vida?

Como dice en el prólogo el poeta y ensayista Hanif Abdurraqib, la música es más que un código, es mucho más que un pasatiempo, es un propiedad inalienable del alma. La música, por más que se grabe, no existe, sino que se «toca», se «interpreta» y se lleva en la parte más profunda de la memoria, donde se une con los sentimientos. Es lo único que recuerdan los enfermos de alzheimer y por eso era lo único que tenían los esclavos que fueron llevados a América.

Por eso hubo leyes en 1740 en North Carolina que trataron de prohibir que los negros tuvieran tambores, para privarles de lo que les unía como colectivo. Sin embargo, se hicieron tambores con lo que fuera, tocaron las tablas de lavar, se aferraron a su cultura. Y gracias a eso llegó el jazz y todo lo de después. Los blancos tampoco pudieron quitarles otra cosa: la voz, las palabras tenían fuerza y podían transmitir genética y cultura de una forma: la pronunciación. El delicado instrumento fonador humano es sin duda un rasgo de cultura propia, también la jerga. Con el paso del tiempo, la epopeya de la música popular catalizó una noche de apagón en julio de 1977 en el Bronx. Nació el hip hop como género con su carga política y su amenaza social.

Toda esta desmesurada introducción sirve para presentar la historia de «A Tribe Called Quest», uno de los grupos de rap más enjundioso y especial de la historia, un grupo que se supo deudor de la tradición del jazz y asumió la responsabilidad de difundir un mensaje. En este volumen, cuya simple edición en castellano ya es una heroicidad, Abdurraqib hace de exégeta de los raperos de Queens y de la cultura afroamericana a través de su lengua franca, el rap. Aún más, este crítico cultural lleva la peripecia colectiva y su particular vivencia personal y poética hacia una suerte de autoficción a medio camino entre las memorias y el análisis sociológico. Fue un disco, que le cambió la vida.