“Onward”: ¿Dónde están las piernas de papá?
El director Dan Scalon y la productora Kori Rae nos hablan de “Onward”, la nueva propuesta de Pixar en la que dos hermanos tendrán que enfrentarse al dolor de la pérdida y aferrarse a las ventajas del mundo mágico para superarla
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Desde la desprejuiciada relación de Elsa y Anna hasta la protección de Nani –haciendo uso de su madurez como hermana mayor– hacia Lilo y su consabida “Ohana significa familia y familia significa que estaremos juntos siempre”. Las relaciones fraternales siempre han funcionado con relativa facilidad en el mundo de la animación precisamente porque en la vida real nunca han dejado de tener importancia. Cuanto más se acercan los grandes estudios a la veracidad del relato, a pesar de que éste se construya tomando como referencia la espectacularidad y el despliegue técnico de lo digital, más sensación de empatía y credibilidad son capaces de despertar en un público que en términos generacionales se torna mucho más exigente.
Una premisa, la de lo real, que el binomio empresarial Pixar-Disney y más concretamente su director, Dan Scalon, han decidido exprimir esta vez a través de un enfoque sensible –que no sensiblero– con su nueva película «Onward». Si bien es cierto que la nueva aventura de los artífices de cintas como «Up», «Los Increíbles» o «Monstruos University» no implica grandes novedades técnicas con respecto a anteriores trabajos de la casa, consigue centrarse en la honestidad narrativa de la historia que cuenta. Una historia a la que el propio realizador se siente vinculado emocionalmente ya que está basada en la experiencia personal de la pérdida de su padre cuando apenas era un niño y en cómo su hermano y él tuvieron que asumir una ausencia que terminó prolongándose toda una vida.
Los veinticinco años de historia que avalan la creatividad de una casa como Pixar y el talento emergente de miembros de la cantera como Scalon vertebran la historia de Ian y Barley, dos elfos adolescentes que viven en una ciudad hibridada entre el Estados Unidos más suburbial y moderno y el mítico paisaje mágico en el que las casas se identifican con grandes hongos y los habitantes presentan un aspecto de lo más variopinto entre los que se encuentran centauros, cíclopes, ogros o dragones). La pérdida de su padre y el enigmático regalo que recibe Ian durante la celebración de su 16 cumpleaños (un bastón mágico) precipitarán el inicio de una aventura arriesgada y sentimental en la que el objetivo de ambos será compartido: conseguir que su padre vuelva a la vida por un día sirviéndose para ello del poder invencible de la magia.
Para hablar de las consecuencias irreparables de la pérdida, la soledad de los recuerdos, la irrupción digital de los estudios de animación y profundizar en los detalles de esta nueva cinta que recala en gestos amables, integradores y reivindicativos –que a veces resultan demasiado impostados– como el perfil de la madre viuda empoderada o la agente de policía cíclope abiertamente lesbiana, nos reunimos con el director y la productora de «Onward», Kori Rae:
–¿Ha sido catártico inspirarse en una experiencia propia para construir una película?
–Dan Scalon: En realidad ha sido una experiencia súper positiva. Hemos estado seis años trabajando en esta película y toda esa cantidad de tiempo me ha permitido estar pensando de forma más pausada en mi familia, en mis circunstancias personales y en las preocupaciones que eso conllevaba también... Lo bueno de trabajar de una manera tan colaborativa era que otros directores, al enterarse de que era mi historia personal, empatizaban y querían contribuir con aportaciones suyas personales también.
–¿Hasta qué punto no resulta contradictorio que una empresa como Disney (asociada históricamente a unos valores tradicionales) apueste ahora por la construcción de personajes más transgresores?
–Kori Rae: Verás, queríamos que fuera ante todo, una película realista, sin mirar si metemos uno u otro personaje simplemente porque pueda resultar moderno. El perfil de la madre de los chicos está inspirado en el de la madre de Dan por ejemplo. Ella es muy cariñosa, muy protectora y muy divertida. Esa es fue la clave desde el principio. Hacer una película realista.
–Pixar, una empresa cuyo baluarte es la tecnología, aboga en esta cinta por la recuperación de la magia...
–K.R: (Risas) La tecnología si lo piensas es magia. Y para nosotros como estudio ya ni te cuento. En el fondo la película apuesta por la magia en una situación en la que parece que ya no hace falta. Es una llamada a lo clásico, a lo que nos ilusiona, a lo de siempre, pero con la intervención celestial de lo digital.
–¿Los hombres también lloran?
–K.R: Sin duda. Nos parecía importante incluir en esta cinta una visión que no estamos tan acostumbrados a ver. Hay historias de hermanas que muestran emoción sin ningún tipo de vergüenza. Sin embargo, no ocurre tanto con las historias de hermanos. Suelen ser más brutos, menos empáticos. Y aquí no.
–D.S: De hecho, el carácter del personaje de mi hermano está muy conseguido. Se parece a Barley en el cariño y el apoyo que me ha dado como hermano mayor. Desde que vio la película hemos empezado a hablar mucho, nos hemos abierto y mostrado una vulnerabilidad que quizá ha precipitado la creación de esta película.
–¿Por qué nos sigue costando tanto culturalmente asumir o gestionar la pérdida?
–D.S: Tiene que ver con el amor que sentimos por la persona que perdemos. Sin tanto amor no sentiríamos tanto dolor. Es un sentimiento muy difícil de asumir pero forma parte de la vida. Hay que intentar encontrar el lado positivo de ese dolor. Uno termina consiguiéndolo. Yo lo he hecho.