¡Qué bella es la literatura!
Fernando Arrabal está, como todos, confinado en su casa. Él, en París. Allí lleva residiendo casi toda su vida. Desde ese retiro forzado, el genial pensador español, extravagante y libérrimo, escribe para LA RAZÓN una selección de libros sobre pestes, pandemias y confinamientos que podemos leer en esta cuarentena
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«El Decamerón», de Bocaccio (1349-1353)
Hubo muchos libros sobre pandemias. Y algunos fascinantes. Cada vez que tengo la suerte de ir a Italia porque me toca ver representada una de mis «cosas», y si el aterrizaje se hace en Pisa, pido ir a visitar de nuevo la ciudad de nacimiento de Giovanni Bocaccio (1313-1375): Certaldo. A sus 35 años tuvo la desgracia (y también la suerte) de vivir la pandemia de 1348 en Florencia. Cuenta admirablemente, aunque permitiéndose algunos traspiés (como Cervantes se contradice en sus cuentas), la historia de diez jóvenes de 18 a 38 años: siete florentinas y tres amigos. Ellas son las inteligentes y honestísimas: Pampinea, de 28 años, Fiametta, Filomena, Emilia, Lauretta Neifile y Elissa, la más joven, de 18 años. Se reúnen en una iglesia de las afueras de la ciudad (Santa Maria Novela) para cantar, bailar, jugar y recitarse cuentos (o novelas cortas) durante los 15 días de cuarentena. Seguramente pensando como Francis Fukuyama (autor de «The End of History and the Last Man» en1992) que toda historia comienza al albor de su arranque.
Le hubiera encantado a Boccacio que su libro fuera, como hoy el tatuaje para algunos, su obra en sí. Y sobre todo que su inolvidable relato «Decamerón» se pareciese nada menos que a los de San Ambrosio. Misteriosamente lo subtituló «Príncipe Galeotto»: un rey ficticio de «Lanzarote». En la novela (del ciclo Grial) cuando Galeotto supo que Lanzarote amaba a la reina Ginebra organizó un encuentro entre ellos. Es Ginebra la que besa de entrada a Lanzarote, tantricamente, como al arco-iris. Por eso pedí públicamente a Michel Houellebecq que hiciera «un» Lanzarote. Inmediatamente escribió y editó en 2000 su para mí mejor novela que me dedicó como «livre parallèle» al mío. Curiosamente, en el canto quinto del Infierno, Dante compara a los dos amantes ficticios con Francesca Rímini y Paolo Malatesta de carne y hueso. Ambos leen la historia de Lanzarote y Ginebra con tal apasionamiento ... que se ayuntan en el mismo infierno. Al invocar el nombre del Príncipe Galeotto en el subtítulo del «Decamerón», Boccaccio alude con ecos actualísimos a su compasión por las mujeres privadas de libertad social a la ‘hora de hablar y confinadas en sus casas y, a veces, sufriendo mal de amores’; contrasta su vida, añade, con la de los hombres, que ‘cazan, pescan, cabalgan juegan al ajedrez y guerrean’. Seis siglos más tarde, en 1971, Pier Paolo Pasolini realiza «Il Decameron», película en la que recrea nueve de los cuentos de Boccaccio, obteniendo el Silver Berlin Bear de la Berlin International Film Festival. Y tan solo cuatro años después después se ocultó en Ostia. (Francia creó el premio Pasolini de cine que sin merecimiento alguno me fue atribuido). En realidad cada personaje de Bocaccio narra una historia cada noche excepto un día de la semana consagrado a sus «labores», y el festivo domingo en que no se trabaja. Pero como la obra tiene 101 relatos se olvidó que debería tener cien... Era un sibarita: inventaba errores.
«Los novios», de Alessandro Manzoni (1842)
La pandemia que más interés literario despertó fue siempre la de «Los novios» («I promessi sposi)» de Alessandro Manzoni (1785/ 1873). [Incomprensiblemente se me dio en Stressa el premio que lleva su nombre.] No cabe duda de que es el mejor libro de este gran poeta de la «Italia moderna». Es una novela que leí de un tirón en Ciudad Rodrigo cuando la inolvidable «madre-Mercedes» (teresiana) quedó absolutamente «flipada». Solo mucho más adelante comprendí que Manzoni también describía perfecta y detalladamente doscientos años después la pandemia en Milán entre 1628 y1630 . Ambientada durante el gobierno español, es un velado ataque a Austria; país que en 1842, (fecha de la primera edición) controlaba el norte de Italia. Narra la historia de los prometidos Renzo y Lucía, quienes se ven separados por manipulaciones probadas de conceptos criminales: los demonios destruyen la belleza al germinar. Finalmente, Renzo encuentra a Lucía en un dispensario cuidando enfermos y entre ellos, abandonado por todos, al casi «innominato» (innominado) Don Rodrigo moribundo. Cuando se erradica la pandemia, Renzo y Lucía pueden al fin casarse. Todavía me sé de memoria el famoso «Addio monti». La única proposición probada de un concepto es el teorema de incompletitud: las golondrinas vuelven incluso si están de vuelta de todo.
«Journal of the Plague Year», de Daniel Defoe (1722)
Daniel Defoe (1661/1731) conocido por su novela escrita casi a los 60 años: «The Life and Strange Surprising Adventures of Robison Crusoe», compuso tres años después «Journal of the Plague Year» en marzo de 1722, creyendo que el tiempo no tiene realidad objetiva. Esta novela se puede comparar con la descripción de la pandemia en la obra de Manzoni ; a pesar de algunas analogías (por ejemplo, ambas novelas fueron escritas muchos años después del fin de la pandemia), los dos escritores utilizan diferentes técnicas: Defoe escribió una obra llena de detalles «artificiales» con un tono distante; mientras que Manzoni analizó las respuestas individuales a la pandemia como poeta. La novela es un relato ficticio de las experiencias de un hombre durante el año de 1665 en el que la ciudad de Londres sufrió el azote de la pandemia. El libro es narrado cronológicamente pero de forma aproximada. Si bien pretende haber sido escrito pocos años después de los acontecimientos que relata, en realidad fue redactado en los años previos a la primera publicación del libro y se basó en los diarios de su tío Henry Foe. Su enorme prudencia le exigió silenciar los acontecimientos controvertidos.
«Diario de su vida», de Samuel Pepys (1660-1669)
Samuel Pepys (1633-1703) es conocido, sobre todo, por el detallado diario privado publicado más de cien años después de su muerte. Hizo de la historia de su vida una obra de arte, ya que no pudo hacerla de su vida. Se debatió entre la piedad hacia sus dos amores y la compasión hacia su propia naturaleza. Intuía que no tendría descendencia (no la tuvo). Lo infinitamente pequeño le asustaba por su autonomía. Durante nueve años de 1660 a 1669 Pepys fue anotando en clave –mezclando el inglés, el francés, el español y el italiano– toda suerte de acontecimientos y muy especialmente la pandemia de 1665, y el gran incendio de Londres, en 1666. Para Robert Latham (el compilador de la edición definitiva del diario) : «...con las descripciones de ambos hechos –agónicamente vívidos– logra un gran efecto por ser algo más que la presentación de informes superlativos; ...que se escriben con compasión».
«El último hombre en la tierra», de Mary Shelly (1826)
Mary Shelley (1797/1851) fue la autora de la primera obra de ciencia ficción de la historia: «Frankenstein» (1818).Ocho años después escribió «El último hombre en la tierra», novela apocalíptica de un mundo futurista que ha sido arrasado por una pandemia. Novela muy criticada en vida de la autora; permaneció prácticamente en el anonimato hasta que fue resucitada en 1960 ¿por sus retratos semi-biográficos, particularmente el de Lord Byron? Al personaje «Raymond» –¿Lord Byron?– le motivan la pasión y la ambición antes que sus principios. Según Lokke Kari, «la pandemia es metafórica, ya que el idilio revolucionario del grupo de la élite se ve corroído desde dentro por los defectos de la naturaleza humana». Mary sabía que cada mónada tiene un quehacer determinado: su razón de existir.
«The Scarlet Plague», de Jack London (1912)
Jack London (1876/1916) asistió a la «pelea del siglo» que enfrentó en 1910 a Jack Johson y James Jeffries. El combate acabó con la victoria por KO del campeón negro, púgil al que London insultó con términos racistas. Entre dos combates de boxeo tiró la casa por la ventana (26.000 $ ), y se compró en 1910 su Rancho Hermoso de 4 kilómetros cuadrados en el condado de Sonoma de California: «El rancho es la cosa más querida en el mundo para mí ». Antes de que su sueño terminara en un «fracaso total» le dio tiempo a escribir en 1912 su novela post-apocalíptica: «The Scarlet Plague» (1912). Ficción que concluye nada menos que en 2073. Creo que se le dio su nombre por error a un asteroide pendiente al cinturón descubierto sesenta años después de su ocultación.
«La peste», de Albert Camus (1947)
Desde el 13 de marzo de 1941 Camus empezó a referirse a «la peste liberadora»; le precisó a Malraux: «Escribo sobre la peste ...es un tema tan natural». Poco después Malraux, Camus y el sátrapa patafísico Queneau figuraban en el comité de lectura de Gallimard. Tras el triunfo, con razón, de «El extranjero», su esplendorosa obra maestra publicada en plena ocupación, tardó seis años en concluir su enrevesada y complicadísima «La peste». Desgraciadamente nunca pude pasar de la tercera página a pesar de que me espolea su triunfo actual con su libro de bolsillo. De su primera mujer con la que convivió unos meses Albert Camus (1913-1960) dejó decir que fue una toxicómana que le engañó repetidas veces. Su segunda esposa de la misma edad (Francine Faure) fue una profesora de matemáticas ¿más hermosa que su amante la actriz coruñesa –hija del jefe de gobierno presidido por Azaña–, María Casares, ocho años más joven? Se entrecruzaron 865 misivas. A sus 44 años (a la mitad de mis años de hoy) obtuvo el premio Nobel; solo Rudyard Kipling lo consiguió en 1907 con dos años menos. El día de Reyes Camus conducía su nobel-coche desde su nobel-residencia-de-Lourmarin. Un chirimí todo el día y los felpudos encogieron.
«Némesis», de Philip Roth (2010)
Philip Roth nació el mismo día que mi mujer: el 19 de marzo de 1933 y se ocultó en Nueva York el 22 de mayo de 2018. En su última novela («Némesis», de 2010) Eugene «Bucky» Cantor es un brillante atleta y lanzador de jabalina de alto nivel. La pandemia de polio le lleva a trabajar en una estación de servicio. A un niño espontáneo le detalla su vida, sus vínculos con su novia, su negativa a casarse con ella, su sacrificio personal , sus mortificaciones su existencia destrozada.... A Roth (nunca le llamé Philip) le encantaba el baloncesto ¿más que el baseball a quien le dedica una novela fulgurante ? Rudy Gobert-Bourgarel mide 2,16 m, calza un 53 y como reboteador tiene una media de 13,7 capturas, 15,1 puntos y 2 tapones ¿Gobert, «Gobzilia», es el deportista francés mejor pagado? Un periodista le preguntó a un metro de distancia por el coronavirus. Rudy sobó el micrófono y la mesa... Poco después R.G-B. dio positivo... como la gran figura de su equipo y un niño que había conseguido uno de sus autógrafos el 3 de marzo. Gobert acaba de pedir perdón a través de «las redes». Hora y media más tarde la NBA anuló todos los encuentros de baloncesto indefinidamente. «Portnoy’s Complaint» de 1969 fue la novela que le trajo fama a Roth como pude comprobar viendo con el editor americano de Beckett un partido de baseball con el estadio lleno de jóvenes con pancartas celebrando la novela. Aunque los cangrejos vayan hacia el futuro a reculones Pan, en su infinita omnisciencia, nos ha provisto la literatura para ocupar las cuarentena.