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Manuel Carrasco: “No es el momento de incendiar nada”

No lo tenía en mente, pero del desvelo de una madrugada surgió “Prisión esperanza”, una canción sobre el confinamiento con el que se ha “desahogado” en mitad del encierro y con el que busca “arrojar luz”
Universal

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Ya os lo canta Manuel Carrasco. “No importa lo perdido y ganado” hasta ahora. Ni los millones de discos que hayas vendido ni los millones que seguidores que hayas acumulado. Estamos todos en las mismas. Todos detrás de unos “barrotes imaginarios” desde los que contemplar “un mundo boca abajo”. Cada uno con sus circunstancias. Las suyas, las de un cantante enjaulado, que, por suerte para él, fue apresado junto a su guitarra. Pero también las de un padre que hace un mes tenía a su segunda hija y no ha podido mostrársela a los suyos más que por fotos y videollamadas. Eso es lo que le ronda por la cabeza al artista. “Estar con la gente que quiero. Nació mi bebé y nadie lo conoce”.
Define la situación como “extraña”: “Un motivo de alegría mezclado con esto que está pasando es un cúmulo de sensaciones encontradas”. Todo pasa a un segundo plano cuando lo que se pone en peligro es la salud. La de su gente, “bien, por suerte”, reconoce. “Lo importante ahora es solucionar la parte más humana. Porque para lo demás ya habrá tiempo”. No piensa Carrasco en volver a los escenarios de inmediato. No se pone fechas. “Cuando tenga que ser será”. Ni tampoco se fustiga por no poder celebrar una Semana Santa de la que no se reconoce como excesivamente devoto. “Todas esas pasiones pasan a un segundo plano”.
Lo primero es “esa nube negra que tengo encima” y que se oscurece con la gente que está muriendo y que, encima, no se puedan despedir de ellos sus allegados, el caos en los hospitales, la crisis... “El drama”, resume. Aun así, el cantante reconoce que intenta ser positivo y “no veo demasiadas noticias para mantener cierto equilibrio”.
Aunque el verdadero equilibrio se lo dan las notas. Esas en las que se refugia en las noches de insomnio. De una de ellas, “más ahora por mi situación”, apunta, salió por sorpresa “Prisión esperanza”. Un tema que no esperaba componer y que, simplemente, surgió. Un “desahogo” que va a donar lo recaudado al Banco de Alimentos y que le ha servido para “arrojar un poquito de luz. Me pareció que era algo que podía ayudar. De alguna manera, este trabajo me ha servido para sacar fuera toda esta frustración y tener la cabeza entretenida. Sentirme vivo. Ha sido extraño grabarlo a distancia”.
Así se formó una “prisión” musical en la que se refleja el encierro, “no se reciben visitas, solo el canto de las aves"; pero también esos balcones en los que se liberan tensiones a última hora de la tarde: “Existen los alegatos y, desde una celda a otra, las canciones van volando (...) Los presos y celadores a las ocho se dan cita y el aplauso que los nace llega hasta la enfermería”.
Dice Manuel Carrasco que su nueva canción busca la unidad, que no son tiempos para otra cosa más que para unir. “No es el momento de incendiar nada. Ya habrá tiempo para sacar una conclusión y buscar responsabilidades. Pero ahora tenemos que estar al lado de la gente que lo está pasando peor y no podemos agotar las energías en nada que no sea eso. Todo esto es una lección para todos y es evidente que el planeta se está tomando un respiro. ¡Cómo es la vida! Tarde o temprano nos pone en nuestro sitio y ahora lo ha hecho con todos a la vez”.
Ya no importa, como se decía al principio, quién has sido antes de todo esto. El virus no entiende de currículos ni de estratos sociales. Al igual que un Carrasco -”con una madre que ha estado en el campo toda vida y un padre marinero”, apunta- que cuenta que siempre ha sido consciente “de la validez de todo el mundo. Nunca se me ha pasado por la cabeza subirme a un escalón que no me corresponde”. No sabremos cuál es exactamente el suyo, pero los datos dicen que, en pleno confinamiento por el coronavirus, llenó dos Wandas o Bernabéus virtuales con un concierto de andar por casa. “Esas son las cosas que nos unen y que nos dan mucha esperanza”.

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