
7 de julio
Explota la fiesta en Pamplona ¡Viva San Fermín!
El alcalde abre nueve días de celebración navarra con un mensaje de seguridad y libertad, mientras Pamplona vibra al compás del color, la música y, por supuesto: El toro

Y llegó el gran momento. A las 12:01 del 6 de julio, Pamplona se convirtió en centro neurálgico de energía y color gracias al chupinazo que rompe el silencio, atrae miradas y convierte a miles en epicentro del desenfreno con el toro como eje. Desde el balcón del Ayuntamiento, el alcalde Joseba Asirón lanzó su mensaje con mezcla de solemnidad y ligereza: “Para quien ha nacido en Pamplona y para quien viene a pasar estos días, todos son pamploneses. Tengamos unas fiestas seguras y libres”. Decía que se sentía como en su primer chupinazo, y se le notó: emoción sin artificios, ilusión sin aditivos.
En la plaza Consistorial, miles de pañuelos rojos y también palestinos ondearon bajo un sol que abrazaba a quienes no dejaron que nada frenara su ánimo. El aire se llenó del grito unísono: “¡Pamplonesas, pamploneses! ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”, y el cohete rasgó la atmósfera provocando una explosión de júbilo que resonó hasta las calles más alejadas. La emoción fue tan contagiosa como el fuego en la pólvora.
El chupinazo combina pasado y presente; tradición y conciencia. La plataforma palestina Yala Nafrroa por Palestina, elegida por la vecindad pamplonesa con el 52,85 % de los votos, fue la encargada de soltar las palabras rituales antes del gran estallido. Sus voces, temblorosas por los nervios, imprimieron solemnidad al acto y demostraron que San Fermín también puede ser espacio de solidaridad. Desde el balcón, su mensaje llegó al corazón de todos, y todos respondieron con el canto del pueblo.
Miles de personas llenaron la plaza, pero la fiesta no solo ocurrió allí. El Ayuntamiento desplegó pantallas gigantes en los siete puntos más concurridos de la ciudad —Castillo, Sarasate, Antoniutti, Fueros, Yamaguchi, Federico Soto y alrededores— para que nadie se quedara sin su dosis de emoción.
El Ayuntamiento echó mano de su vestuario más icónico: el blanco impecable (SIC) de la mayoría, el rojo intenso del pañuelo y la txapela, adornada por cientos de cabezas. La Policía Municipal, con su cordón azul, formó un contraste tan pintoresco como necesario para contener el alborozo. Y los móviles tratando de captar la emoción de las fiestas que comienzan, los abrazos y las risas, todo formó parte de un cuadro humano en movimiento.
Entre las anécdotas, destacan los temblores que padecieron los lanzadores del cohete: ni la mano del alcalde ni la de los representantes de Yala Nafrroa pudieron frenar el temblor que sólo se detuvo cuando el cielo reclamó su alba. Una pequeña fisura en la ceremonia que humanizó el acto, lo acercó a un desacierto simpático y lo convirtió en viral sin pretenderlo.
Después del estallido vino la música. Comenzaron los gaiteros y los txistularis el recorrido por las principales calles del Casco Viejo, haciendo un camino sonoro que marcó el inicio de nueve días que prometen emoción, tradición… y mucha alegría. Todo con el sabor inconfundible del folklore pamplonés.
Mientras el chupinazo imponía su ritmo, también se escucharon voces que recordaron los valores que el alcalde pretendió lanzar desde el balcón: respeto, libertad y convivencia. Ese mensaje fluyó como un río entre la gente, dejándonos una sensación de que esta fiesta implica algo más que el simple pasarlo bien.
El toro en el centro de todo
Como siempre, los festejos taurinos comenzaron antes que el Riau-riau. El sábado 5 saltaron a la plaza los novillos de Ganadería de Pincha, y Aarón Palacio tuvo que haber salido por la puerta grande, privilegio negado solo por un presidente rácano que no pudo tapar la sólida actuación del aragonés, en medio de la entrega de sus compañeros El Mene y Bruno Martínez.
Este domingo, el turno es para los rejoneadores. Entre ellos, la primera mujer que ha actuado en la Monumental pamplonesa: Lea Vicens, quien llega con el duro compromiso de tratar de llenar el hueco dejado por Pablo Hermoso de Mendoza, por primera vez ausente tras décadas de gloria.
Pero no será hasta mañana cuando los verdaderos reyes de la fiesta tomen el centro de todo: los toros. Empiezan los encierros y las corridas en la plaza.
Estos son los carteles:
- Lunes 7 de julio. Toros de Fuente Ymbro para Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Daniel Luque.
- Martes 8. Toros de Cebada Gago para Antonio Ferrera, Pepe Moral (que sustituye a Víctor Hernández) y Román.
- Miércoles 9. Toros de Álvaro Núñez para Morante de la Puebla, Roca Rey y Tomás Rufo.
- Jueves 10. Toros de Victoriano del Río y Cortés para Sebastián Castella, Emilio de Justo y Borja Jiménez.
- Viernes 11. Toros de Jandilla y Vegahermosa para Juan Ortega, Roca Rey y Pablo Aguado.
- Sábado 12. Toros de José Escolar para Rafaelillo, Fernando Robleño y Juan de Castilla.
- Domingo 13. Toros de La Palmosilla para Fortes, Fernando Adrián y Ginés Marín.
- Lunes 14. Cierra la feria la temida Miura, con Manuel Escribano, Damián Castaño y Jesús Enrique Colombo.
Pamplona en el foco de las cámaras
Cada mañana de julio, el café y el encierro van de la mano. Este 2025, RTVE suma un nuevo ingrediente: la inteligencia artificial. "Vive San Fermín", del 7 al 14 de julio desde las 07:15 h en La 1, combina cobertura tradicional con recreaciones inéditas: veremos el primer chupinazo de 1931, entraremos en un montón desde dentro o visitaremos la Edad Media con deportivas. Con un despliegue de 32 cámaras, dron, tirolinas y más de 100 profesionales, RTVE apuesta por el rigor sin renunciar al asombro. Julián Iantzi, Ana Prada y Teo Lázaro conducen la narración con emoción sin artificio. En RTVE Play, se podrá seguir cada encierro en directo, participar en encuestas o ver contenido exclusivo. RNE suma intensidad con cobertura integral en radio y RNE Audio. Aunque la paradoja sigue: mientras los encierros arrasan en audiencias (64,9% de share en 2024), las corridas siguen fuera de la parrilla de TVE desde 2016. Solo OneToro TV ofrecerá una cobertura parcial del 11 al 14 de julio. Así, la emoción matutina convive con el silencio vespertino, dividiendo en dos la feria que une a toda Pamplona.
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