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“Las bizarrías de Belisa”: el Siglo de Oro más “millennial”

Dentro de las obras que ofrece la Teatroteca rescatamos esta de Lope de Vega producida en 2007 por la Compañía Nacional de Teatro Clásico y dirigida por Eduardo Vasco

"Las bizarrías de Belisa" dirigida por Eduardo Vasco
"Las bizarrías de Belisa" dirigida por Eduardo VascoCentro de documentación de las artes escénicas y la música

Aprovechando el interés que, durante estos días de confinamiento, está despertando entre los amantes de las artes escénicas la Teatroteca, LA RAZÓN repasará, con las explicaciones de sus protagonistas, algunos montajes emblemáticos de los últimos 40 años cuyas grabaciones pueden encontrarse en esta útil plataforma de préstamo por Internet dependiente del Ministerio de Cultura. El acceso es gratuito para todos los ciudadanos que, siguiendo unos pasos muy sencillos, se registren previamente en la propia página web de la Teatroteca. Producida en 2007 por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, “Las bizarrías de Belisa”, de Lope de Vega, es una de esas funciones memorables que muchos aficionados aún conservan inmaculada en la memoria y que ahora podrán ver aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo en su momento. Para entender debidamente la imprevista repercusión que tuvo aquel montaje, quizá sea necesario aproximarse de manera sucinta al contexto en el que surgió.

Tres años antes del estreno, Eduardo Vasco había sido elegido para tomar el relevo de José Luis Alonso de Santos al frente de la Compañía Nacional. El nuevo director artístico solo contaba entonces 35 años, pero tenía ya claras muchas ideas con respecto al rumbo que quería imprimir en la entidad. Una de esas ideas -cuyos resultados hoy son aplaudidos de manera unánime- fue la de aproximar nuestro valioso patrimonio teatral a las nuevas generaciones de actores, cuyas inquietudes por aquel entonces parecían, en general, bastante alejadas de los autores y los textos del Siglo de Oro. Fue así como surgió La Joven Compañía Nacional, una auténtica cantera de intérpretes formados en el gusto por el teatro clásico y verdaderamente especializados en su interpretación.

Para la puesta de largo de aquella primera promoción de novatos artistas, convertidos todos ellos hoy en sólidos y reconocidos profesionales (Eva Rufo, Javier Lara, David Boceta, Rebeca Hernando, Íñigo Rodríguez-Claro, Isabel Rodes…), Vasco asumió en persona la dirección escénica del espectáculo. Escogió para ellos un título no muy conocido de Lope de Vega que contiene, no obstante, muchas de las virtudes dramatúrgicas y poéticas del genio madrileño. “Entonces yo también era muy joven. Elegí la obra antes de saber con qué actores iba a contar, ¡algo que hoy no haría ni en broma!”, recuerda el director entre risas.

Fechada en 1634, un año antes de su muerte, “Las bizarrías de Belisa” fue la última comedia escrita por Lope. Curiosamente, el autor se despedía de su público volviendo a un tema, lejano ya en su propio periplo vital, que había sabido tratar en las tablas con una belleza y hondura todavía hoy inigualables: el de la pulsión amorosa en la juventud. Sin embargo, el Lope de “Las bizarrías...” era un hombre ya muy bregado; y, en su concepción del amor, parece atisbarse aquí cierta sombra de escepticismo. Eso hace que la obra tenga un poso de melancolía que no se percibe en otras comedias de enredo escritas anteriormente. Así lo entiende también Eduardo Vasco: “Yo llevaba detrás de esta obra mucho tiempo. Es una comedia llena de vitalidad y, al mismo tiempo, de nostalgia; nostalgia por todos los amores pasados y por los tiempos de las hormonas en ebullición”.

El cóctel parecía perfecto para que los nuevos actores pudieran canalizar sus propias experiencias, al tiempo que medían su versatilidad tratando de vestir a sus personajes con esa capa de reflexión más sosegada y experimentada que ellos mismos, en su vida real, quizá todavía no se habían llegado a probar. Reconoce hoy el director del montaje -también autor de la versión del texto- que su propia fase vital le llevó en aquel tiempo a empujar en cierto modo la función a esos terrenos de melancolía. “Yo ya estaba camino de los 40 y empezaba a ver el mundo y el amor de otro modo –dice Vasco-. El verso es muy bueno, pero añadimos en la peripecia sonetos y fragmentos de otras obras de Lope. Es verdad que lo hicimos también porque yo quería dar texto y protagonismo a todos los integrantes de la promoción. Así que algunos personajes se ampliaron para que todos pudiesen declamar y actuar”.

El espectáculo, que se estrenó el 14 de junio de 2007 en el Corral de Zapateros de Alcalá de Henares, dentro del Festival Clásicos en Alcalá, se incluyó en la temporada regular de la Compañía Nacional, que tenía entonces su sede, de manera temporal, en el Teatro Pavón. Nadie hubiese sido capaz de vaticinar entonces el éxito que iba a tener esta función que partía de un texto que no está considerado entre los grandes de su autor y que estaba protagonizado por un puñado de absolutos desconocidos. Sin embargo, el público supo ver enseguida que aquella comedia rezumaba frescura, simpatía y audacia, no solo en la forma tan característica en Vasco de estar planteada sobre las tablas (agilidad y simultaneidad de

escenas descriptivas con otras puramente representativas, uso original y divertido de la música, flamante vestuario de Caprile, escenografía minimalista, etc.), sino también en el brillante trabajo actoral, que permitía muy bien al espectador descubrir en los personajes matices y aristas emocionales perfectamente dibujados. Por méritos propios, la carrera de todos los intérpretes fue en ascenso a partir de aquí; hasta tal punto que Eva Rufo y David Boceta, por ejemplo, se convertirían muy pronto en protagonistas absolutos de varios montajes de la compañía “adulta”, como “¿De cuándo acá nos vino?” o “El perro del hortelano”, secundados por los actores más veteranos y consagrados de la institución.

Todo, no obstante, había sido fruto de un esmerado trabajo previo. El elenco de aquella primera promoción de La Joven Compañía quedó configurado tras un periodo de selección de cerca de 600 audiciones, y después de haber superado a continuación “un taller que tenía también carácter selectivo” y en el que se incidía de manera especial en el manejo del verso, con Vicente Fuentes (asesor de verso de la compañía) como eje fundamental. “Dimos no solo con grandes profesionales –asegura Vasco-, sino también con una gente estupenda con la que mantengo vínculos muy estrechos. Algunos han trabajado conmigo mucho tiempo después o están trabajando en la actualidad”. No obstante, echando la vista atrás, el director asume con modestia que también en aquel éxito, como en todos, intervino la fortuna: “Yo nunca había sospechado que el montaje iba a ser recibido de aquella manera. Vuelvo al tema de la juventud: creo que, entonces, me tiraba a muchas piscinas. Querías hacer algo que considerabas que sería positivo y te lanzabas a ello, sin preocuparte de nada más. A veces, simplemente, las cosas salían bien”.

El inicio de una gran carrera

Tras “Las bizarrías de Belisa”, Eva Rufo y David Boceta llegaron a ser protagonistas absolutos de varios montajes de la compañía “adulta”, como "¿De cuándo acá nos vino?” o “El perro del hortelano”, secundados por los actores más veteranos de la institución. Rufo es precandidata al Max este año por su trabajo en Espejo de víctima, precisamente a las órdenes de Vasco.