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Cultura

Por qué tienes que ver “El colapso”: El fin del mundo en ocho planos secuencia

Aviso para navegantes: El agobio para el espectador es máximo porque así tiene que ser

Foto de la serie el colapso la razon

En el inabarcable catálogo internacional de series, seguramente no vaya a encontrarse un producto más incómodamente oportuno que «El colapso». En un presente inevitablemente marcado por una de las peores crisis de las últimas décadas, estremece tener que enfrentarse a una propuesta que nos mete de manera tan directa en el infierno del fin del mundo. El más extremo de los escenarios, convertido estos días en un temor que acecha en prácticamente cada noticia, se ve reflejado aquí en ocho escenarios que albergan imágenes extrañamente familiares en los tiempos que corren. Un supermercado, una gasolinera, una residencia de ancianos… en todos estos sitios vamos enfrentarnos a situaciones que o bien hemos visto o bien nos hemos imaginado durante estos últimos meses. Aquí, por ejemplo, vuelve a atormentarnos el fantasma de la escasez de papel higiénico, un problema aparentemente banal detrás del cual, ahora lo sabemos, se esconde una tormenta de proporciones bíblicas. De hecho, el anunciado «colapso» empieza a concretarse con la escalofriante visión de carreras frenéticas de carritos de la compra entre estantes cada vez más vacíos.

Realidad palpable

El poder perturbador en el que se asienta esta miniserie bebe de una de las máximas del mejor cine de género: aquel que a través de la ficción nos habla de la realidad más palpable. Los hechos descritos podrían pasar en el presente o en un futuro cercano y, de hecho, las causas que motivan este Apocalipsis (servido por una repentina ausencia de productos y recursos básicos) quedan en un segundo plano más cercano a la elipsis. Y, sin embargo, esta fantasía terrorífica bebe constantemente de los tics y defectos que convierten a nuestra sociedad en una bomba de relojería siempre a punto de estallar. De lo que se trata aquí es de instalar a todos los personajes en situaciones límite; obligarles a tomar decisiones moralmente comprometedoras y condicionadas por circunstancias dramáticas. Con este caldo de cultivo tóxico se entienden mejor las brechas insalvables entre privilegiados y desfavorecidos, la degeneración del orden en caos, el egoísmo que late dentro de nosotros…

La sensación del año

La condición de «sensación de la temporada» que ya se le ha adjudicado a «El colapso» se entiende también por su uso magistral de una técnica narrativa tan vistosa como imprescindible para entender ciertas derivas del cine moderno. Cada capítulo está presentado en forma de plano secuencia, es decir, sin cortes (perceptibles) en la sala de montaje. Una apuesta en la que se han asentado productos fílmicos tan relevantes como «1917», de Sam Mendes, o «Hijos de los hombres», de Alfonso Cuarón, pero que al mismo tiempo también enlaza con medios ahora mismo más hegemónicos que el cine (vienen a la

cabeza videojuegos como «God of War 4» o «The Last of Us 2»). En cualquier caso, el plano secuencia se descubre aquí como la mejor opción para potenciar la asfixia y la desesperación que debe transmitir el telón de fondo. Ahora, el fin de los tiempos se instala en nuestra pantalla respetando, con la fría y aun así volcánica crueldad que exige la situación, el frenesí de unas cuentas atrás narradas en tiempo implacablemente real. Todo esto con la limitación de disponer de un solo punto de vista, ahondando así en la angustia de lo que nuestro ojo no puede ver. Aviso para navegantes: el agobio es máximo. Porque así tiene que ser.

Rodaje ecológico

En un acto de coherencia que honra y da aún más sentido al proyecto, tanto Canal + como la factoría de Les Parasites se enorgullecen de las estrictas medidas ecológicas que han marcado la producción de «El colapso». Y es que tiene todo el sentido del mundo que una serie que ha crecido espoleada por los miedos maltusianos y que se ha apoyado en las teorías «colapsistas» (en breve: pedimos rendimiento ilimitado a un planeta de recursos limitados) se haya ejecutado con un control severo del gasto energético, o que también haya puesto máxima atención a la preservación de unos escenarios que deben poder reciclarse para producciones venideras. Apoyar este proyecto, pues, implica también apostar por una industria cinematográfica con conciencia, tanto en lo que muestra en la pantalla, como en la manera que tiene de llevar a cabo su actividad e interactuar de manera respetuosa con su entorno.

Que el apocalípsis no te pille desprevenido
¿Cuántos capítulos y cuánto duran? Se trata de una miniserie de 8 episodios, de 20 minutos de duración cada uno.
¿Dónde puedo verla? Se emite en Filmin.
Otras series parecidas: «Les Revenants», «The Leftovers», «Utopia», «The Walking Dead», «Jericho», «Dead Set», un devastador pero a la vez vibrante cóctel a partir de zombies (en formas más o menos transgresoras), desapariciones sin aparente explicación, radicación nuclear, telebasura y teorías conspiranoicas sobre vacunas para esterilizar a toda la humanidad. Plagas para que al menos no se pueda decir que el apocalipsis nos ha cogido desprevenidos.
El dato: primera producción para televisión de Les Parasites, colectivo compuesto por Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto, tres jóvenes talentos que hasta hace poco habían hecho fortuna compartiendo, de manera gratuita, sus cortometrajes en YouTube. Ya podían atisbarse piceladas de la «línea editorial» de la que ahora puede considerarse como una de las series más potentes de esta temporada.