Buscar Iniciar sesión

Los turistas británicos en España plantan cara a Boris Johnson

«Estamos más seguros aquí que en nuestro país. En España se respetan mejor las medidas de prevención», critican algunos visitantes que ahora se enfrentan al «encierro» a su regreso. Visitamos San Fulgencio, en Alicante, donde muchos «british» esperaban reecontrarse con sus familiares. «Es frustrante», lamentan
Alberto R. RoldánLa Razon
  • Licenciada en Ciencias de lnformación (Periodismo), con estudios de Derecho y Psicología y máster en Neuropsicología. Desde 1990 hasta hoy he escrito en numerosos periódicos y revistas nacionales (Diario 16, Ya, El Mundo, El País, El Español, Tiempo, Época, Muy Interesante, Quo, Cosmpolitan…). Autora de varios libros (Los Secretos del Nombre, Grandes Enigmas de la Humanidad y Cómo triunfar en la cama).

Creada:

Última actualización:

Los británicos de San Fulgencio están habituados a las excentricidades de su primer ministro. «Boris siendo Boris», dicen. Con su estilo desaliñado y algún mechón desordenado sobre la cara dando cuenta de su propio caos. La broma se acaba cuando, de improviso, despliega tono «statesmanlike», es decir, de hombre de gran saber en asuntos de Estado, como el que usó hace unos días para anunciar que todo compatriota que llegue de España deberá guardar cuarentena de 14 días. De hecho, el mismo día del anuncio, el martes de esta semana, los británicos que se encontaban de vacaciones en España y estaban a punto de volar a su país entraron en cólera. «Estamos mucho más seguros en Fuerteventura que en Blackburn, de donde somos, allí hay más rebrotes incontrolados», reconocía nervioso y enfadado Nigel Hunt ante un reportero del «Daily Mail».
Para comprobar que esta indignación no es puntual, viajamos a San Fulgencio, una localidad de la Vega Baja alicantina, es uno de los municipios españoles con mayor porcentaje de británicos (alrededor del 70% entre residentes y veraneantes). La gente anda encogida de hombros. «No lo entendemos, estamos frustrados y contrariados. No encontramos razones para una decisión tan repentina y con tan nefastas consecuencias para unos y otros», avanza el londinense Darren Parmenter.
Hay quienes llegaron a España uno o días antes de que Johnson diese a conocer la cuarentena y no tuvieron ni siquiera tiempo de reacción. «Aquí nos sentimos cómodos porque no hay contagios y se están respetando todas las medidas de seguridad», subrayan los veraneantes.
Darren es de los pocos británicos que habla español en esta pequeña localidad alicantina, aunque admite con humor que, después de tantos años, debería haberlo perfeccionado algo más. Conoce varios compatriotas que han preferido continuar con sus planes, a pesar de la advertencia del Gobierno de su país. «Ha sido un año muy duro y la gente necesita ahora el alivio de sus vacaciones y el reencuentro entre abuelos, hijos y nietos», explica.
Entre los habitantes de San Fulgencio hay una gran mayoría de mayores de 60 años que han descubierto en esta tierra un retiro dorado donde disfrutar de un clima agradable todo el año y una excelente calidad de vida. Samantha Hull decidió hace 18 años que este era el mejor lugar del mundo para ver crecer a sus hijos, que entonces tenían dos y cuatro años. «Es difícil estar de acuerdo con un confinamiento de dos semanas para los turistas que vuelven a casa. Salvo excepciones, en nuestro país todo el mundo respeta escrupulosamente las medidas de seguridad: distancia, mascarilla, reuniones pequeñas… Sin embargo, la obligación para todos está truncando el reencuentro de muchas familias después de un año tan extraño», lamenta.

Regresos cancelados

El sentimiento generalizado es de frustración, aunque las circunstancias sean diferentes. Linda Reed cuenta que su hijo llegó de vacaciones el viernes pasado, cuando ni siquiera se sospechaba que se impondría de nuevo la cuarentena. Es consciente de que deberá encerrarse unas semanas cuando regrese, pero no ha querido adelantar la vuelta de su descanso español. Su hija, por el contrario, tenía previsto viajar esta semana y se ha visto obligada a cancelar el viaje.
«Quienes se quedan lo hacen porque encuentran razones para sentirse bien en España», declara Samantha. Sophie, maestra jubilada, comparte su opinión. «Mi familia voló a España hace unos días y no ha interrumpido sus vacaciones. Ahora están visitando Andalucía y el día 5 agosto llegarán a San Fulgencio. No ven riesgo alguno». Richard Precht, otro ciudadano británico de San Fulgencio, no puede ocultar, sin embargo, su malestar. Bombero pensionista, culpa a Johnson de haberse quedado sin la esperada visita de sus hijos y nietos. «Este verano no vendrán, más que por miedo al coronavirus, por la incertidumbre creada por el gobierno británico y sus repentinos cambios de opinión».
El principal temor de la familia de Richard y de otros colegas que habían programado viajar a España es que a su vuelta encuentren complicaciones en sus trabajos. «Allí las cosas no están mejor desde el punto de vista sanitario, no entiendo toda esta histeria que siembra Johnson cuando habla de España. Un amigo de Oldham me contó anoche que allí los casos de contagio han aumentado un 240% en los últimos días».

«Consecuencias terribles»

Durante la conversación con LA RAZÓN, Samantha lamenta la imagen de país irresponsable que han transmitido las redes y algunos medios británicos, decisiva para la actitud del primer ministro. Lo que menos entiende es que se aplique la misma norma para todo el territorio español y se desaconsejen los viajes a España cuando hay zonas, como esta localidad alicantina, libres de coronavirus. «Las consecuencias pueden ser terribles. San Fulgencio trataba de salvar su temporada turística después de varios meses de cierres y medidas restrictivas. Esto nos ha pillado por sorpresa».
Con su prescripción, el Gobierno británico ha dejado en el limbo a unos 600.000 turistas que estaban en España cuando se anunció la cuarentena y en un estado de indignación generalizada al millón que tenía previsto llegar a nuestras costas en los próximos días. De manera indirecta, como ocurre con la población pensionista de San Fulgencio, también a los más de 250.000 ciudadanos británicos afincados en nuestro país. TIU, el mayor operador turístico británico canceló los viajes a la península hasta el 9 de agosto, asegurando que reembolsará a sus clientes o les dará la opción de una nueva reserva con un incentivo. También Jet, otra de las compañías que más turistas británicos trae, ha suspendido sus paquetes vacacionales a las islas españolas hasta esa fecha y a otros destinos costeros hasta el 16 agosto. En los últimos días, ha pedido a sus clientes que abandonen España lo más pronto posible, pero son muchos los que se han negado a aceptar un vuelo de regreso antes de lo previsto.
De un modo u otro, los ciudadanos se están rebelando. Quieren viajar a España sin cuarentena y más de 77.000 personas han dejado su firma en la plataforma change.org .Ninguno de los ciudadanos británicos de San Fulgencio cree que la postura de Johnson vaya a cambiar la percepción de España como destino favorito. En su lista de motivos :: el sol, las sobremesas interminables, su arte, la gastronomía, los vinos, la vida nocturna...y el sol. Of course.

Archivado en: