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Ginebras, el pop que surgió de Tinder

El cuarteto publica «Ya dormiré cuando me muera», un catálogo de pop melódico y costumbrista que empezó a forjarse con un anuncio de la web de citas

El grupo de pop Ginebras
El grupo de pop GinebrasAidadelaRocha

Hablan de cosas que les suceden, como ha hecho el pop toda la vida. Cosas que seguramente hay que contar porque a los que perdimos el hilo de la juventud nos encanta aprender. Primera lección: se pueden encontrar músicos, o, más bien, músicas, por Tinder. A falta de revistas y de foros que sirvan para encontrar instrumentistas femeninas, bien está tirar de la aplicación de citas. Sandra y Magüi querían formar un grupo y que todos sus componentes fueran femeninos, así que se hicieron una foto juntas y se lanzaron a una relación múltiple... musical. «Buscamos batería y bajista», escribieron en su perfil. Y así apareció Julia, «Juls», y después, por métodos más tradicionales, Raquel. Y nacieron Ginebras, que hoy publican «Ya dormiré cuando me muera», su disco de debut, un tratado de pop costumbrista y estupendas melodías vocales que llega precedido de mucha expectación. Probaron por Instagram y podían haberlo intentando en Wallapop o en Milanuncios, pero lo que ha unido Tinder y consolidado Malasaña, que lo conserve el pop muchos años.

Crear referentes

La condición para el grupo era ser completamente femenino. «Por favor, que no tenemos ningún problema con los hombres, pero sí que queríamos hacerlo así por la falta de referentes que hay en ese aspecto», explica Sandra. «Cuando se habla de grupos de chicas siempre se sacan los mismos dos o tres ejemplos que no tienen nada que ver entre sí y a nosotras nos comparan con grupos muy alejados musicalmente porque son de mujeres, cosa que no sucede cuando se habla de hombres, porque referentes masculinos hay en todos los géneros, tanto en solista como en grupo. Pero bueno, que es cosa nuestra y de nuestra generación cambiar eso y no nos importa, lo asumimos», añade Magüi. Comenzaron a escribir canciones de tono costumbrista y con su primer EP, «Dame 10:36 minutos», ya fueron contratadas para un buen número de festivales. Aunque ellas pertenecen a la generación que escuchaba la música en CD hasta gastar los discos, sus canciones se volvieron, glups, virales. Temas que apelaban a una sensibilidad, ligereza y sentido del humor muy personales y con estribillos a la medida de un concierto festivo. «Yo no sé si es sensibilidad o todo lo contrario –dice Sandra–. Creo que la nuestra es una mezcla entre música fácil pero sin ser del todo de los cánones del mainstream. Se te pega. Y, por otra parte, pienso que, o te gustan o ignoras nuestras canciones, pero no las odias». «Empezamos a hacer música sin pensar demasiado en lo que queríamos. Pero sí que echábamos en falta cosas. Oíamos una melodía que nos encantaba aunque estábamos hartas de oír cantar a la luna, al corazón y al sol. Era todo un poco repetitivo y buscábamos letras menos evidentes, más cotidianas», añade Magüi. ¿Sin ponerse intensas? «Bueno, nosotras somos súper intensas y cuando nos gusta alguien sentimos el sol y la luna como niñas de 15 años, pero preferimos cantarle a las cosas que vemos», apunta Juls.

Son también crónicas de Malasaña, donde te puedes cruzar «a Yung Beef y a Carmen Lomana», un lugar que definen como «la leche, nuestro pueblo, donde éramos felices antes de que la pandemia llegase». Tocaron en sus salas: Maravillas, La Palma, Siroco, El Sol... y entonces llegó 2020. El disco quedó congelado a finales de febrero y aparece hoy publicado, y que, aunque está listo para disfrutarse, se quedará a medias sin que pueda ser vivido en directo dadas las circunstancias sanitarias. «Nos encanta ir a conciertos y dar conciertos. Para mí, que siempre he sido algo tímida, el escenario me ha reafirmado. Nos ha dado más ganas de tocar», dice Magüi.

Los coros

El estilo de Ginebras incluso ha sido calificado de «tonti rock», término del que no rehuyen. «No, claro que no. Pero es que el pop es tan amplio... Lady Gaga y nosotras hacemos pop y no nos parecemos absolutamente en nada». Les digo que sus letras no tienen nada de «tontis», sino que, en todo caso, juegan a parecerlo. «No tenemos intención de hablar de cosas trascendentes, pero escribir de lo que te rodea es algo importante. No sé si son tonterías», apunta Sandra, que es la principal artífice del juego de coros y segundas voces que proliferan por el disco. «Yo, cuando voy a un concierto, no canto la voz principal, sino los coros. Me encantan. Y por eso hemos metido todas las que hemos podido, hasta que nos han dicho que esa nota no puede ir ahí, que es un disparate. Incluso metemos más voces de las que podemos interpretar Pero todas hacemos coros por mi culpa», explica la guitarrista. Llega inmediatamente el futuro inmediato y Ginebras no pueden salir a hacer la gira que tenían pensada. La semana que viene, vuelven a sus trabajos, los otros. «No vamos a dejar de componer, claro, pero tenemos que girar con este. Esperamos que esto se termine pronto y que las cosas vuelvan a ser normales».