Marie Curie, la primera mujer en recibir el Nobel de Física
La científica, que huyó de su país por su género para hacer historia a partir de él, recibió dos premios Nobel, en 1903 y en 1911
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El camino que recorrió Marie Curie hacia el Premio Nobel de Física no fue tarea fácil. Nació en noviembre de 1867 en Varsovia (Polonia), hija de padres maestros y en una época donde las mujeres no tenían acceso a una educación profesional. Ante esto, Curie no dudó en mudarse a Francia para matricularse en la Universidad de la Sorbona, donde se licenció en Física en 1893 y en Matemáticas en 1894. Por tanto, con tan solo 27 años, se tituló en dos carreras, en un país extranjero, en un idioma que no era el suyo y combinando los estudios con un trabajo que le diera de comer.
Tan solo un año después de licenciarse, conoció a Pierre Curie, también científico y que se convertiría en su marido y padre de sus dos hijas. Con esto, y a base de esfuerzo, Curie continuó luchando para obtener un doctorado. Las investigaciones sobre la radiación del uranio del físico Henri Becquerel y el descubrimiento de los Rayos X por parte de Wilhelm Röntgen fueron los fundamentos para el tema de su tesis: “Investigaciones sobre sustancias radioactivas”.
La investigación de Curie tan joven era tan fascinante que incluso su marido lo dejó todo para ayudarla, de tal manera que en 1898 anunciaron el descubrimiento de nuevos elementos: el radio y el polonio, ambos más radiactivos que el uranio. No obstante, tardaron 4 años en demostrar el hallazgo y no fue hasta 1903 cuando Marie Curie comenzó a obtener el reconocimiento internacional.
Y ahí entra en escena su primer Premio Nobel. La Real Academia de las Ciencias de Suecia galardonó a Curie con el Nobel de Física en 1903, junto a su marido y Becquerel, en “reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubiertos por Henri Becquerel”.
De esta manera, se convirtió en la primera mujer en recibir dicho galardón. De hecho, hay quienes aseguran que el comité seleccionador pretendía honrar a Pierre y Becquerel, con el objetivo de obviar a Marie por el simple hecho de ser mujer. No obstante, su marido aseguró que rechazaría el premio si no se reconocía el trabajo de Marie, por lo que la terminaron incluyendo en la nominación.
Por su parte, en 1911, Marie Curie volvió a ser reconocida con un segundo Nobel, pero esta vez con el de Química, “en reconocimiento a sus servicios para el avance de la química al descubrir los elementos radio y polonio, por medio del aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y los componentes de este sorprendente elemento”.
En definitiva, Curie huyó de su país por ser mujer para hacer historia como mujer, hasta tal punto que hoy continúa siendo referencia para todas las generaciones interesadas en este tipo de estudios. Murió el 4 de julio de 1934 a causa de una anemia aplásica, probablemente contraída por las radiaciones a las que estuvo expuesta en sus trabajos.