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La «bioficción» de Juan Bonilla, Premio Nacional de Narrativa

El autor obtiene el galardón con su novela «Totalidad sexual del cosmos», que recupera la figura de la artista mexicana Nahui Olin
Fernando AlvaradoEFE

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Juan Bonilla viene cultivando en sus dos últimas novelas una suerte de biografías originales, muy bien trazadas narrativamente, como si fueran unos perfiles literarios profundos, de una gran hondura, en los que se desenvuelve con enorme acierto, libertad y tiento. Destacó con «Prohibido entrar sin pantalones», una recuperación del nombre de Vladimir Mayakovski, poeta, también dramaturgo, revolucionario por época y convicción y un púgil de la palabra difícil de aprehender y sujetar en una semblanza. Después, Bonilla sobrevino con un artefacto de similares aristas y perfiles, pero no menor en contundencia y originalidad, al que tituló «Totalidad sexual del cosmos», también, como el anterior, editado por Seix Barral, que ahora ha recibido el Premio Nacional de Narrativa 2020 que concede el Ministerio de Cultura y que está dotado con 20.000 euros. El jurado, que el año pasado galardonó a la polémica Cristina García Morales, destaca en esta ocasión de esta obra que, «con el pretexto de recuperar la figura de la artista y poeta mexicana Nahui Olin, el autor habla de su propia condición de letraherido a través de una ficción documental que desdibuja los límites entre cultura y vida». También han resaltado virtudes inherentes al personaje, que, curiosamente, comparte de alguna manera también el propio Mayakovski: su carácter de transgresor, su figura «anticanónica» y su carácter rompedor, «iluminador» y moderno.
El hombre detrás del mito
Juan Bonilla reconoce que, «en principio, los dos personajes de estos libros están hermanados por esa querencia de hacer una ''bioficción''. Utilizo el relato de la vida de alguien para tratar asuntos que me atraen. En el caso de Mayakovski era el papel del poeta en el arte del Estado, el uso de la poesía como arma política. En Nahui Olin, en cambio, es el canto a la libertad de una mujer, pero también la pasión por la investigación de Tomas Zurián, el hombre que la rescató del olvidó y que, con su investigación minuciosa, de años, secreta, hecha en la oscuridad, logró juntar el puzle más fascinantes». Bonilla admite que este modelo híbrido, que aúna distintos géneros, le «da mucha libertad» porque «modela con el ensayo y la poesía. Quizá es porque cada vez creo menos en los géneros. Con él me siento cómodo».
Y reconoce que uno de los impulsos que lo condujeron a escribir la obra premiada fue su interés por Nahui Olin, pero, sobre todo, «lo que yo deseaba contar es esa historia desde la perspectiva de quien la descubrió y lo dejó todo sin saber a dónde se dirigía y que, además, consigue rescatar del olvido a un personaje fascinante y gigantesco. Es cierto que ahora considero que esto mismo sería necesario hacerlo con otras figuras de esta época, donde existen muchas otras, bastante relevantes, que todavía no ocupan el espacio que se merecen».
Nahui Olin, que nació como Carmen Mondragón y tomó su nombre del náhuatl («el último sol» quiere decir), es para el escritor «una mujer de armas tomar y que, a pesar de haber sido tachada de loca, era muy sensata. Solo exigía que la dejaran hacer lo mismo que a los demás. Es un personaje que mezclaba obra y vida. Me resultaba interesante por esa conjunción de lo público y lo privado, ese no entender las diferencias entre alta y baja cultura».

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