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Rafael Amargo estrena “Yerma” y proclama ante su público: “Yo soy honrado y serio”

El bailaor estrena el montaje finalmente y completa su tragicomedia en tres actos después de su detención esta semana: detención, teatro y circo televisivo con espantada incluida

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Pocas veces un espectáculo de danza ha concitado la expectación de las cámaras de televisión, pero, a las cinco de la tarde, los programas de la crónica social hacían turnos en directo delante de la puerta del Teatro La Latina para incredulidad de los acomodadores del escenario donde Rafael Amargo iba a estrenar «Yerma», tras dos cancelaciones seguidas. La razón ya la conoce todo el mundo: Amargo fue detenido el martes en el curso de una investigación policial sobre el tráfico de estupefacientes.
La mayor parte del público rechazaba las cámaras mientras algunos asistentes declaraban solemnemente al micrófono que el tabaco también es una droga. Otros paseantes bromeaban con entrar a conseguir algo del presunto alijo. La mayor parte de quienes habían comprado una entrada esquivaban los micrófonos de la socialité, pero los focos inclementes señalaban la carnaza. Y es que así se ha escrito en cinco días la tragicomedia de Rafael Amargo, en tres actos: calabozo, teatro y circo. De la detención al escarnio, y de ahí, al peculio, ya que el estreno de su montaje teatral guardaba un epílogo en televisión: la noche iba a cerrarla con su aparición de en un programa de televisión en el que terminaría de rentabilizar el escándalo. Pero, tras el estreno en el teatro, rechazó finalmente su presencia en directo.
«Con lo que yo me entretenía estando en un calabocito oscuro» es la frase con la que abre, guiños del destino, la visión de Amargo de «Yerma», en la que el bailaor se convierte en el propio Lorca, que comenta en directo las desventuras de la protagonista y él mismo dice en escena: «Yo pretendo que el teatro sea un escándalo. En la vida lo que no sea sexual o social está condenado al fracaso», dice, supuestamente, citando a Lorca. Y es ese escándalo el que puede impulsar a un montaje en el que Amargo bailar, baila poco o muy poco (Daniel Navarro, en cambio, sí lo hace y muy bien), y en el que cualquier hondura lorquiana es fruto de la casualidad. Eso sí, el granadino encontró el confort de su público, que le despidió con aplausos, le regaló los oídos y al que se dirigió desde el borde del escenario para agradecerlo. «Yo soy honrado y serio», dijo Amargo, que defendió la importancia de la cultura. «Gracias a todos los que me queréis, tengo que medir las palabras exactas, pero el fondo de todo es mucho amor. Estoy muy nervioso. Hacía cinco años que no venía a Madrid, porque siempre que vengo me sale una feria así de grande –dijo recordando otros sucesos de su vida personal desatados en anteriores estrenos–. Prefiero expresarme aquí por mucho dinero que me den en la televisión», señaló, anunciando en directo su espantada televisiva.

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