Jordi Amat: «Cernuda invita a relacionarse con el amor honestamente»
El escritor, que acaba de publicar «El hijo del chófer», escoge «La realidad y el deseo», de Luis Cernuda, porque «me dejó una impresión de fascinación adulta»
Creada:
Última actualización:
El historiador y escritor Jordi Amat acaba de publicar en Tusquets «El hijo del chófer», un libro a caballo entre la crónica, la novela y el relato histórico que comienza con el relato del fallecimiento de Josep Pla, pero que luego se va adentrando en un laberinto más oscuro y con muchos más meandros de los que se supone.
En este libro, que era uno de los más esperados de este otoño por otra parte, saca a la luz el nombre de Alfons Quintà, el que fue primer director de TV3 y un hombre que durante los gobiernos de Jordi Pujol reunió tanto poder que apenas hubo personas a su alrededor que se atrevieran a criticarlo. «Es una reflexión sobre el funcionamiento oscuro del poder. Pocos personajes lo permitían tanto como Alfons Quintà», ha declarado a este diario. Para después afirmar que «os permite ver cómo funciona realmente nuestro mundo. Es probable que el hecho de ser alguien poseído por el poder lo convirtiera en un amoral. Este es el caso».
Jordi Amat, autor también de «La primavera de Múnich», es un historiador que surge del cruce de la Historia y la literatura. Cuando se le pregunta por la obra qué más ha influido en él y en su escritura, se desmarca con una elección que en principo no era nada fácil de anticipar.
–Entonces, ¿cuál es su libro favorito? Y, sobre todo, ¿por qué motivos lo es?
–Esta no es una respuesta que resulte demasiado fácil de dar de antemano, porque el presente actúa sobre nuestra memoria (también sobre la memoria de lo leído), pero desde hace ya muchos años «La realidad y el deseo», de Luis Cernuda, es el volumen que más me acompaña. ¿Por qué? Pues porque fue el libro a través del cual experimenté por primera vez cómo la literatura tiene la enorme capacidad de hacerte vivir con mayor profundidad.
–¿Y cómo le ha influido esta obra posteriormente, a lo largo de su producción?
–No es una influencia digamos que estrictamente literaria sino que más bien es vital: la propuesta de Cernuda, en especial, tras la sacudida del surrealismo en su ética y en su estética, es una invitación a relacionarse con uno mismo, con el amor y con la propia circunstancia con la máxima honestidad posible.
–¿Y cuál fue la impresión que le causó cuando lo leyó por primera vez?
–No supuso, como se podría creer, un deslumbramiento ni tampoco resultó una epifanía.Pero me dejó una impresión de fascinación adulta: una voz solitaria que, con su monólogo introspectivo y a la vez amoroso, parcela mi subjetividad sobre algunos aspectos sobre los que nunca había meditado antes.
–Si tuviera que extraer una sola lección de este libro para aplicar a los momentos actuales que vivimos, ¿cuál sacaría?
–Sobre todo, creo que sería la necesidad de reafirmar ese compromiso vital con la honestidad como principal desafío ético para intentar ser una persona decente.
–¿Qué le diría a los que todavía no lo han leído para que se acerquen a su lectura?
–Que no lo hagan si realmente no están dispuestos a penetrar en ese espacio de madurez donde descubrimos la tensión irresoluble entre la realidad y el deseo, es decir, que no lo lean si no están dispuestos a asumir el riesgo de la lucidez.