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¿Héroes o villanos? La realidad tras los antidisturbios

El periodista Borja Méndez Privado descubre en «Diario de un antidisturbios» a los seres humanos que hay tras la UIP

La Policía carga contra los manifestantes durante una concentración en contra de la amnistía, frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz, a 6 de noviembre de 2023, en Madrid (España). Los manifestantes se han mostrado opuestos al pacto de los socialistas con ERC que incluye, entre otras medidas, una ley de amnistía que favorecería a los procesados del 'procés' catalán, el traspaso de las competencias de Rodalíes o la condonación de hasta 15.000 millones de euros de deuda del Fondo de Liquid...
Antidisturbios en una concentración en Ferraz contra la ley de la amnistíaRicardo RubioEuropa Press

Es la unidad policial más expuesta y desprotegida, la más hermética y, por tanto, la más desconocida. Son víctimas de una historia mal contada, de una manipulación mediática que les ha otorgado de una imagen que nada tiene que ver con la realidad. Se trata de la UIP (Unidad de Intervención Policial), comúnmente conocida como los antidisturbios. Aquellos que, antes de dar palos, los reciben, y cuyo trabajo es más incomprendido de lo que parece. Pero, ¿quiénes hay tras esos cascos? ¿Qué hacen cuando se quitan el uniforme? ¿Por qué deciden formar parte de tan denostada unidad? A esas y otras preguntas clave da respuesta «Diario de un antidisturbios» (La esfera de los libros), ensayo en el que Borja Méndez Privado, periodista de este diario, experto en sucesos y reconocido por su rigor por la Policía Nacional, profundiza en la cara pública y privada de estos agentes. «Un gran reto», define, porque «son los malos de una historia mal contada. Siempre son señalados, y al final el 99,9% de las manifestaciones acaban sin incidentes, pero es ese 0,01% el que aparece en televisión, y eso es lo que les hace daño y perjudica».

Tras investigar y hablar con entre 20 y 30 agentes de la UIP de toda España, tanto hombres como mujeres, el autor ha confeccionado un novedoso volumen que bien podría asemejarse a una película de acción. Pero sin ficción. Sus capítulos se consumen bajo una lectura fugaz e intrigante, pues el nivel de tensión e incluso angustia que algunas de estas historias transmiten se mezcla con una serie de datos y detalles reveladores y, por tanto, que resultan de gran interés. «Quería saber por qué, si es una unidad tan denostada, querían formar parte de ella. Y me di cuenta de que en realidad son personas normales, policías normales, funcionarios normales, que se tienen que enfrentar con el lado más violento de la sociedad». Unos agentes que se definen como «la primera barrera para defender la democracia y la Constitución, pero que realmente están desprotegidos tanto por la administración como por la gente, porque son los primeros que reciben esos palos, esos adoquines o esas botellas de cerveza», apunta Méndez Privado.

El autor ha llegado a dos conclusiones ante la gran pregunta: ¿por qué una persona se convierte en antidisturbios? Por un lado, está el lado pasional, intrínseco a todo oficio cargado de complejidad y que conlleva cierto grado de valentía. «Tanto hombres como mujeres me han dicho que estar en la UIP significa que pueden ser testigo de los acontecimientos más importantes de nuestro país. Eso es lo que les llama la atención», explica el periodista, «es algo vocacional, porque algunos relatan que han vivido la visita del Papa, partidos de fútbol históricos o grandes dispositivos de seguridad como el de la cumbre de la OTAN». Una cuestión experiencial. Pero también hay un motivo práctico, pues explica que «si eliges la UIP se te acorta el periodo en el que puedes pedir destino. Además, tras los disturbios ocurridos en Cataluña, se intentó incentivar a los agentes con un aumento de las retribuciones salariales».

Frente a los radicales

Tanto los disturbios del 1 de octubre de 2017 en Cataluña como los del 18 de octubre de 2019 en la Plaza de Urquinaona de Barcelona fueron un antes y un después para la UIP. Fueron batallas salvajes, «una situación de guerra. Estábamos acojonados frente a muchísimas personas que querían acabar con nosotros», recuerda uno de los efectivos que estuvieron en la última fecha citada al periodista. Así como también aborda el volumen casos relacionados con narcotráfico o con desahucios: «Los antidisturbios también hacen entradas y registros en las casas bajo orden judicial, y quería contar la diferencia entre entrar para buscar drogas en una de las Tres Mil Viviendas de Sevilla o a un chalet en Marbella». Así como demostrar que «muchas veces vemos por televisión cómo desahucian a una anciana o a unos okupas, pero no sabemos lo que hay detrás. Bajo el anonimato, los agentes dicen que a veces deben aguantar momentos muy duros».

«Están hechos de otra pasta», asegura el autor, a quien una de las cosas que más le interesaba descubrir eran las consecuencias psicológicas entre tanta tragedia. «Quería saber cómo, tras recibir durante horas palos o insultos, llegaban a sus casas. Saben separar entre cuando llevan el uniforme y cuando son padres o esposos, pero es cierto que muchos, tras momentos de tanta tensión, lloran junto a sus familias, o salen a pasear o hacer deporte. Tienen que despejarse». Cuentan, además, dentro del cuerpo de la Policía, con un equipo especializado en ayudar a los agentes que sufran algún tipo de bajón, depresión o daño en su salud mental. «Cada vez son más los que utilizan esta ayuda, porque quienes ofrecen ese servicio también son policías que están especializados en psicología. Es cierto que existe cierto miedo en el cuerpo de recibir este apoyo psicológico, pero es todo anónimo y confidencial, y deberían acudir más a ello».

A la hora de actuar, explica Méndez Privado, la UIP cuentan con un alto nivel de organización. «Lo tienen todo controlado, todas las posibilidades que pueden darse», al igual que aquellos que se ponen en la otra línea de la batalla. «Los radicales saben perfectamente los puntos flacos del dispositivo de seguridad. Saben dónde ponerse para tirar objetos, para atacar a la policía. Al final, los antidisturbios están haciendo su trabajo, aguantando, hasta que ya es imposible esperar más y tienen que cargar», apunta. Quizá, lo más complejo de entender para los policías sea el hecho de que los radicales no tengan una ideología marcada. Es decir, «los que se supone que son más afines a ellos también acaban arrasándoles, insultándoles o escupiéndoles. La violencia no entiende de ideología. Además, como ocurrió durante los disturbios por la DANA o en Ferraz, pasan de héroes a villanos de la noche a la mañana. Les hace mucho daño, porque quienes les apoyan poco después les tienen en una diana», relata el periodista. Defiende, además, a la UIP de nuestro país como una de las unidades más preparadas de Europa y, reivindica, «está compuesta por grandes desconocidos, que sólo cumplen órdenes», concluye.