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Toño Casado, el sacerdote que pone nombre a la «vieja del visillo» de la Virgen María

El compositor se estrena en el mundo literario con la novela «La vecina de Jesús»
Jesús G. FeriaLa Razón
La Razón

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La Damiana no se plantó en el portal de Belén aquel primer 6 de enero porque le pillaba a contramano. Si se hubiera enterado a tiempo, se habría plantado antes que los Magos de Oriente para ejercer de corresponsal improvisada de radio macuto. A María, la madre del Jesusito, la conoció en la pescadería de Cafarnaún. A partir de este encuentro, la particular «vieja del visillo» de Nazaret –con permiso de José Mota– se sumerge en la vida y milagros del hijo de Dios acompañándole en un segundo plano hasta la cruz. De guiarla, se encarga el sacerdote Toño Casado. Un cura, metido en la piel de la pregonera mayor de Tierra Santa, que no busca convertir a nadie. Con «La vecina de Jesús» (Ediciones Martínez Roca), se estrena como novelista, aunque lo suyo siempre ha sido contar –y cantar– historias. No solo en las catequesis y desde el ambón de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, este artista y compositor es el creador del «Musical 33» y fue asesor de Los Javis en «La llamada».
«La vida de Jesús es inabarcable y esta vez querido abordarla con humor, imprescindible en este tiempo», explica Toño, a la salida de la iglesia, mientras se topa con una feligresa aquejada de fibromialgia a la que consigue arrancar una medio sonrisa con un consejo mañanero. «Nos hace falta reír sin complejos. Nos hemos adentrado en un clima de ’'ofendiditos’' por todo que me preocupa. Hasta tal punto estamos llegando a lo políticamente correcto, que no sé yo, si hoy habría hueco para algo tan rompedor como La Movida», explica con su pendiente de crucifijo y sin rastro de naftalina en su discurso religioso. A estas alturas, Toño no teme rejonazo alguno de quienes dentro de la iglesia puedan ver en «La vecina de Jesús» una irreverencia. Está curado de espanto. Primero, porque no lo es. Aquello no es «La vida de Bryan» ni lo pretende. Toño sabe dónde está la línea roja. La que marca su fe y su conciencia. «Está claro que esto no es un tratado teológico, sino un texto para leer lo mismo en el sofá que el váter. De todas maneras, no está recomendada para quien destile vinagre o quien busque encontrar tres pies al gato. Hay quien cree que tener fe pasa por vivir en un valle de lágrimas o en un funeral continuo».
Cincuenta capitulitos de lectura rápida y sanadora, que para eso va con la bendición de un presbítero. Con dedicatoria a sus abuelos. Y al Papa, con el que ha mantenido alguna que otra conversación. «Francisco tiene mucha gracia de Dios, literalmente. La alegría es el eje de su pontificado y nos recuerda constantemente que los cristianos somos los de la Resurrección, no los que estamos encallados en el Viernes Santo». No en vano, el Papa ha confesado en más de una ocasión que cada mañana reza la oración de Tomás Moro para pedirle a Dios humor para pasar el día. No es extraño que Toño esté convencido de que «el Espíritu Santo es el mayor humorista de la historia, porque a quienes elige no pasarían ningún casting: basta con ver a Moisés, el profeta que libera al pueblo de Israel, era tartamudo». En este Evangelio apócrifo según Damiana que amasó durante el confinamiento, «todo lo que se cuenta es verdad, aunque ella, como buena tertuliana, da su particular versión de ese chiquillo que da tanto que hablar y que acabará cambiándole la vida también a ella». No en vano, la mujer no deja de ser «una judía de toda la vida, a la que no le entra en la cabeza lo que va contando por ahí el hijo del carpintero». Si la Virgen se peinaba entre cortina y cortina, ella es la primera en largar si el peine era de plata fina o de pega. «La Damiana es muy ’'Sálvame’', muy de advertir de que no se entere nadie, pero lo cuenta a todas».

El Jesús más rupturista

Y es que, aunque el relato el relato se ambiente en aquel año cero, las referencias al hoy son recurrentes y frescas, lo mismo a la Pantoja que a Bertín Osborne. «Es fácil verla en nuestros pueblos y barrios». Sin embargo lejos de caer en la caricatura chusca de la vecindonga cotilla, la ternura con la que la trata en la trama hace que se torne en homenaje a los mayores, «a esa generación que estamos perdiendo en esta pandemia y a los que tanto estamos valorando». A través del comando que la protagonista forma con la Pura y Manuela, Casado va esbozando un retrato de Jesús alejado de «esa imagen de santurrón de peana». «Jesús fue una revolución y lo sigue siendo todavía hoy, sigue rompiendo todos los esquemas de la religión si verdaderamente nos encontramos con él», expresa el sacerdote.

Curioso cameo de nochevieja con Nacho Cano

Un par de planos de un grupo de sacerdotes se cuela durante la actuación de Nacho Cano en la Nochevieja más atípica de la historia. En realidad, no se cuelan. Fue empeño del artista, que llevaba en su cuello una cruz de un capellán del hospital de Ifema. Días antes de fin de año, telefonazo de Nacho a Toño Casado: «Me contó el homenaje que quería hacer a todos los que habían estado en primera línea contra el coronavirus y me dijo que teníamos que estar ahí». Y no solo porque su canción se hable de «un cura despistao» que se deja ver por la Puerta del Sol. Toño llamó a Chema, a Santi y a Vicente, el capellán del Palacio de Hielo. Juntos se pusieron ante las cámaras. Y en su nombre, toda la Iglesia.

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