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Leonardo Sciascia, cien años escribiendo contra la mafia

En sus textos denunció las organizaciones mafiosas y comparó su actividad con un Estado paralelo
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  • Toni Montesinos

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Leonardo Sciascia, nacido el 8 de enero de 1921 en Racalmuto, Sicilia, es decir, hace hoy cien años, estudió magisterio en Caltanissetta y dedicó parte de su juventud a la enseñanza. Empezó una carrera periodística y luego se hizo novelista y ensayista, hasta morir en 1989 en Palermo, a los 68 años, tras una vida marcada por el activismo político y una encendida postura en contra de cualquier manifestación abusiva del poder. Sciascia se convirtió en uno de los más grandes escritores italianos de la segunda mitad del siglo XX, y él mismo, con sus novelas, cuentos, piezas teatrales y ensayos consideraba que todo ello era un solo cuerpo de obra, en buena parte porque todo lo que escribió gira en torno de su isla natal: Sicilia. Se podría decir que tuvo una arriesgada vida pública al denunciar y desafiar a la mafia y sus influencias en la política italiana. Fue en su texto «Para una memoria futura (Si la memoria tiene un futuro)», aparecido en 2013 y que recogía los artículos que publicó en los ochenta. En ellos abordaba una valiente denuncia de las agrupaciones criminales que tanto juego han dado en el mundo de la literatura y el cine; Sciascia se atrevió a abordar la realidad de las organizaciones mafiosas en sus novelas, pero también desde las páginas de los periódicos italianos. El autor expuso a la opinión pública el fenómeno y lo interpretó no como un hecho subversivo del orden establecido, sino como un sistema paralelo y especular respecto del Estado y sus leyes. Su audacia lo llevó a romper el silencio que la gente y las instituciones guardaban sobre este problema, con lo que contribuyó a esa concienciación que llevó al Estado de su país a luchar contra la Mafia.
Asimismo, Sciascia fue miembro del Partido Comunista y posteriormente del Radical, por el que resultó elegido como miembro del Parlamento Europeo en 1979. Entre sus libros, como «El consejo de Egipto», «Sucesos de historia literaria y civil», «El caballero y la muerte», «1912 + 1», «La bruja y el capitán» o «Una historia sencilla», sobresale «Cándido o un sueño siciliano», inspirado en la obra de Voltaire: una especie de autobiografía intelectual en la que propone soluciones racionales a las partes más oscuras del mundo político y expresa su desencanto de los partidos tradicionales. Con todo, se le recuerda por su obra ensayística, de tinte político, pero entre los especialistas se aprecia «Adorable Stendhal» (2006), que refleja cómo Sciascia, igual que otro siciliano de postín como Lampedusa, fue un lector minucioso del autor francés. Ambos estaban encantados por el amor que el creador de «El rojo y el negro» demostró por Italia.
En el plano político, cabe señalar «El caso Aldo Moro», donde reflexionaba sobre el secuestro del presidente de la Democracia Cristiana, y en el narrativo tal vez destaque de manera especial «Las parroquias de Regalpetra» (1956), la primera de sus novelas y que despertó un gran interés nacional. Realmente, Sciascia devolvió a un primer plano su isla con trabajos como «Los tíos de Sicilia» una suerte de documentos ficticios de un imaginario rincón de la isla, textos que fundaron una indagación sobre «la historia de una progresiva desaparición de la razón y la historia de aquellos que fueron convulsionados y aplastados por ese ocaso del pensamiento». También incursionó en el género de la novela negra, como por ejemplo cuando se propuso desentrañar el asesinato del sindicalista comunista Miraglia en «El día de la lechuza» (1961), en lo que fue la primera ocasión en que la mafia se representa como una organización socioeconómica «dentro» del Estado. Su posición fue muy parecida a Lampedusa: «Odio, detesto Sicilia en la misma medida que la amo». Su generosidad por los demás quedó clara con creaciones que dedicó a la memoria de personajes y hechos notables: por ejemplo, un libro consagrado al poeta, novelista y ajedrecista francés Raymond Roussel, que se suicidó en Palermo en 1933.