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«El caballero incierto»: Cómo escapar de una jaula ★★★★☆

Roberto CarmonaTeatro Español
La Razón

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Autora: Laila Ripoll (basado en un personaje de «La carne», de Rosa Montero). Directores: Alberto Castrillo-Ferrer y José Recuenco. Intérprete: Silvia de Pé. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu), Madrid. Hasta el 7 de febrero.
Una mujer de aspecto decimonónico llamada Josefina Aznárez se dirige a una imprecisa audiencia para hablar de la trayectoria de su compañero o amante, un tal don Luis Freeman, escritor de origen cubano instalado en Santander a partir de 1892, nos cuenta ella, y al que no duda en definir como «elegante prosista con alma de poeta». El público al principio no sabe bien quiénes son las personas que conforman esa audiencia, ni cuál es el motivo de la disertación de la protagonista. Hay desde los primeros minutos una sutil atmósfera de misterio –muy bien planteada en la luz, en la ambientación sonora y en la pura concepción dramatúrgica y escénica– que se incrementa, y que llega incluso a descolocar al espectador, a medida que Josefina va interrumpiendo su exposición para interpelar al propio don Luis, que supuestamente se encuentra en una estancia contigua a la que ocupa ella.
Y no diré más del argumento de esta estupenda función para no destriparla. Porque, a pesar de que «El caballero incierto», en el fondo, es un drama cuasipoético sobre la histórica desigualdad entre hombres y mujeres, y sobre la imaginación como vía de escape para dar rienda suelta a la libertad vital y creadora del individuo cuando la sociedad trata de coartarla, esta inteligente obra de Laila Ripoll –escrita a partir de un personaje de la novela «La carne», de Rosa Montero– funciona, formalmente, casi como un entretenido thriller que mantiene al espectador sin pestañear hasta el final. Ello se consigue merced a la ya mencionada ambientación –muy eficaz el uso de las sombras y del elemento escenográfico de la cortina, por ejemplo–, al ritmo de la acción y a la perfecta dosificación del suspense que consiguen los directores Alberto Castrillo-Ferrer y José Recuenco, y, por supuesto, al extraordinario trabajo interpretativo de Silvia de Pé, que da una verdadera lección no solo a la hora de componer personajes dispares, sino también, y esto es para quitarse el sombrero, a la hora de fundir esos personajes de manera convincente en uno nuevo y distinto.

Lo mejor

Bajo su formato clásico, la obra se revela sumamente interesante, original y, desde el punto de vista interpretativo, arriesgada.

Lo peor

Aunque solo es un minuto, se roza lo panfletario cuando la protagonista explica por qué las mujeres siempre callan.