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Tim Bouverie: «Hitler logró fascinar a los diplomáticos ingleses»

Publica un ensayo sobre los inútiles intentos de Chamberlain y Churchill para evitar la Segunda Guerra Mundial

Lo primero que llamó la atención de la crítica inglesa sobre «Apaciguando a Hitler» (Debate) fue la juventud de su autor, Tim Bouverie (1987). Un treintañero descarado que no titubeó a la hora de meterse en uno de esos temas densos aparentemente abocados a eruditos de edad avanzada. Pero no siempre es así, y, como muestra de ello, presenta ahora un volumen en el que desmenuza las relaciones de Reino Unido (en especial, las de Neville Chamberlain) con Alemania desde la llegada al poder de Hitler hasta Dunkerque, cuando la batalla ya no tenía vuelta atrás.

Antes, el objetivo era claro: evitar la guerra como única prioridad. Fue imposible. Un periodo al que Bouverie invita a mirar para encontrar «muchos paralelismos», dice, con una actualidad en la que echa de menos la «verdad objetiva, que ya no existe» y en la que le sobra «el ruido populista». Sin ir más lejos, cita dos casos: el Brexit y el ya ex presidente americano, Donald Trump, «el ejemplo de cómo la putrefacción de la cabeza del Estado puede extenderse al resto del cuerpo», asegura.

Hitler en Núremberg en mayo de 1933
Hitler en Núremberg en mayo de 1933Hulton ArchiveGetty Images

–¿El «apaciguamiento» solo era factible sobre el papel?

–Sería práctico si uno se ciñe a las palabras de Hitler, que no llegó diciendo que quería invadir Europa, sino que pidió igualdad. Donde la teoría ya no es tan práctica es cuando uno descubre que no dice la verdad. No quedaba satisfecho con esos avances territoriales por Abisinia, Renania, Austria...

–¿Fueron Francia y Reino Unido demasiado ingenuos?

–Los franceses ya tenían experiencia con Alemania, que les había invadido dos veces en 50 años, y no fueron tan crédulos, pero los británicos sí porque tenían la necesidad de paz.

–¿Existió la opción real de un ataque preventivo anti Hitler?

–No, aunque casi se produce un enfrentamiento en 1938 porque Reino Unido se involucró mucho en encontrar una solución en la crisis de Checoslovaquia. Hitler estaba dispuesto a empezar una guerra si no se satisfacían sus peticiones. Fue la última posibilidad de evitar la guerra.

–¿Hubiera tenido éxito?

–Se podría haber acortado la duración de la misma.

–¿Quién aprovechó mejor ese «año extra»?

–Esa es la pregunta del millón. Las potencias occidentales no estaban preparadas en el 38. Los cazabombarderos, los radares, las baterías antiaéreas... no se desarrollaron en Inglaterra hasta un año después. Pero los alemanes, que tampoco estaban listos, aprovecharon ese periodo adquiriendo más armas. Además, los aliados necesitaban abrir un frente en el Este y tenían motivos para no fiarse de Stalin, que dejó de lado las políticas de apaciguamiento para pactar con Hitler.

–¿Qué recuerdo queda de Neville Chamberlain?

–Tiene una reputación muy baja. Se le considera un ingenuo.

–¿Y si hubiera estado Winston Churchill en su puesto?

–Probablemente, Reino Unido se hubiera rearmado antes y habría disuadido a Hitler.

–¿Con otra diplomacia se hubieran logrado más avances?

–La revolución nazi es fascinante independientemente de que uno la apoye o le tenga miedo. Ese siniestro «glamour» regio, los uniformes, los Mercedes, los desfiles... eran atractivos. Sabían manejar muy bien la escenografía y los visitantes quedaban fascinados, como los diplomáticos británicos. Se les trataba con honores y se les reunía con Hitler. Estos embajadores «amateur», que pertenecían a la aristocracia, se sentían importantes cuando en su país su poder político se había visto reducido a mínimos. Se agudizó la noción de que la política exterior británica era llevada por funcionarios aficionados y se creyó que era posible una alianza angloalemana.

Sentimientos encontrados: mujeres se la ciudad de Eger, en los Sudetes, ante la entrada de las tropas de Hitler tras el acuerdo de Múnich
Sentimientos encontrados: mujeres se la ciudad de Eger, en los Sudetes, ante la entrada de las tropas de Hitler tras el acuerdo de MúnichBettmannGetty Images

–¿Chamberlain también se dejó fascinar por Hitler?

–No cayó en esa trampa, pero sí en la de creer su palabra y en que las negociaciones funcionarían.

–¿Otro papel de los aliados en la Guerra Civil española hubiera cambiado las intenciones de Alemania?

–No necesariamente. Para que Hitler hubiera quedado impresionado, Francia y Reino Unido tendrían que haber demostrado una fuerza militar impresionante. Francia estaba del lado republicano, pero incluso los ingleses estaban divididos entre sí, ya que los conservadores británicos pensaban que Francisco Franco salvaría al país de comunistas, anarquistas y ateos. Y esa política de no intervención fue un signo más de debilidad ante Hitler y Mussolini.

  • «Apaciguar a Hitler» (Debate), de Tim Bouverie, 672 páginas, 26,90 euros.