“En Cataluña son necesarias las tres “c”: conciliación, concordia y cohesión social”
Roberto Fernández, publica “Combate por la concordia”, ensayo en el que reflexiona sobre Cataluña en España , con una convencida apuesta por el diálogo y la conciliación contra el frentismo que la divide
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Este libro no es uno más del “procés”, es un ensayo que reflexiona de manera muy oportuna y precisa sobre el problema político en Cataluña, aportando soluciones conciliadoras plasmadas en un esperanzado desiderátum final. “Combate por la concordia. Cataluña en España, un futuro común” (Espasa) “era el libro que yo quería leer sobre el tema y no encontraba en el mercado a pesar de la ingente producción publicada”, afirma Roberto Fernández Díaz (L’Hospitalet de Llobregat, 1954), su autor, que deja traslucir a través del teléfono su claridad de ideas, su precisión en el verbo y su entusiasmo por salir del atolladero junto a sus “compatriotas” catalanes por la vía del diálogo, la conciliación y el pragmatismo. Ha sido rector de la Universitat de Lleida, y presidente de la Conferencia de Rectores de España. Con numerosas publicaciones, fue Premio Nacional de Historia en 2015, por su obra “Cataluña y el absolutismo borbónico. Historia y política” y es miembro de la Real Academia de la Historia.
-¿Cuál es su objetivo?
-No busco ni fama ni dinero, sino un combate ideológico, civil, intentar que la sociedad catalana y la española no se divida más, mi interés en divulgarlo es porque creo que hay que buscar soluciones, aun no siendo equidistante, porque no lo soy.
-¿Se ha llegado demasiado lejos en Cataluña?
-Sí, evidentemente, el movimiento independentista, en la medida en que han incumplido la legalidad ha ido demasiado lejos, porque no hay estado de derecho si no se cumple la legalidad, aunque por otra parte, el gobierno del Partido Popular pudiera haber hecho algo más desde la acción política, aun sin conceder cosas que ningún gobierno podía conceder. No se lo pusieron fácil, es verdad, pero la política es el arte de intentar salvar las situaciones difíciles por las que atraviesan los pueblos.
-¿Cómo puede ocurrir algo así en un país democrático occidental en pleno siglo XXI?
-Cualquier proyecto de vida en común debe hacerse a través del silencio de las pasiones. Los dirigentes nunca deben perder el realismo ni el sentido común, porque pueden llevar a su comunidad a un camino sin salida o a la ruina. ¿Por qué en Cataluña han primado unas pasiones exacerbadas en lugar de que el eje de acción de sus políticos sea lo sustancial en la buena política, que es el realismo? En este sentido me sorprende que un proyecto legítimo como el independentismo se haya presentado como una quimera imposible de conseguir, arrastrado a miles de ciudadanos a una salida imposible.
-¿La votación de octubre y la declaración unilateral de independencia fue una insensatez y un falta de responsabilidad de consecuencias incalculables?
-Fue una huida hacia adelante, pero a pesar de ello, la reacción estratégica más inteligente del gobierno hubiera sido quizá no conceder una importancia, que creo que no tenía, a una consulta manifiestamente ilegal e irregular y que probablemente hubiese acabado como un acto testimonial sin más, en lugar de alimentar el victimismo y el agravio de los independentistas.
-¿Es necesario judicializar el proceso?
-Judicializa quien incumple la ley. Es imposible que el poder del Estado, a través de la vía judicial, se mantenga fuera de juego con los brazos cruzados, porque si fuera así tendría que hacerlo con cualquier incumplimiento de cualquier ciudadano. Judicializa un conflicto político el que incumple la legalidad.
-¿Es reprochable el discurso televisivo de Felipe VI?
-¿De quién era el error, del rey por cumplir su deber constitucional o del secesionismo por incumplir las leyes? Imaginemos cualquier país de Europa en el que una región se declara independiente. ¿Alguien piensa que en un estado de derecho, el jefe del estado quedaría de manos cruzadas? No se le puede reprochar que ante una proclamación ilegal y unilateral de independencia de una parte del Estado-nación, el jefe del estado se pronuncie en favor del cumplimiento de la Constitución y de la democracia.
-¿Es igual patriotismo que nacionalismo?
-No, el patriotismo es inclusivo y el nacionalismo es muy difícil que no acabe siendo excluyente. Se puede ser patriota de varias cosas –de Hospitalet, de Cataluña, de España y Europa y todo es compatible-, pero no se puede ser nacionalista de varias cosas. Es humano tener un especial sentimiento por tu cultura, lengua y costumbres y eso se llama patriotismo, pero el nacionalismo es la elaboración ideológica de ese sentimiento que lleva a la conformación de un ente social, político e institucional que frecuentemente acaba siendo excluyente con otros pueblos, e incluso con otros ciudadanos de la propia nación. A veces parece que necesita despreciar, infravalorar, o incluso odiar, lo ajeno para reafirmarse en sus valores.
-¿Tienen tendencia a la endogamia?
-Todo nacionalismo, incluido el español, tiene una cierta tendencia a mirarse y sentirse solo desde dentro, a la endogamia identitaria y una cierta tendencia al victimismo y al agravio. Las emociones derrotan muchas veces a la razón y lo identitario a lo social.
-¿Es legítimo tener ideas separatistas?
-Mis compatriotas independentistas tienen todo el derecho democrático a expresar y defender sus ideas porque es un patrimonio de la democracia, pero dentro de la legalidad, democráticamente y no cuarteando a su propia sociedad, porque puede pasar que, al no tener en cuenta al resto de la población, haya una ruptura civil y sin cohesión social hay muchos nacionalistas, pero no hay nación.
-¿El movimiento independentista ha venido para quedarse?
-Sí, por muchos años, por eso, como veo una sociedad catalana vertebrada en dos grandes bloques, no quiero que practiquen el frentismo, que unos piensen que pueden ganar por goleada anulando a los otros, porque eso no va a pasar.
-¿Es posible un catalanismo con vocación hispánica?
-El gran perdedor del proceso ha sido el catalanismo hispánico y lo que hay que hacer es redescubrirlo y fortalecerlo, porque ha sido la gran tradición política de Cataluña con respecto a España. Significa lo que dijo Almirall en el Congreso Catalanista de 1880: “Ser catalanista para nosotros significa ser españoles, pero no castellanos, porque solo éstos no forman la nación española”, eso es el catalanismo, no al centralismo, sino una España plural en la que ser catalán sea mi forma de ser español.
-¿Es importante que Cataluña se sienta querida por España?
-Nada hace más mal a un pueblo que creer que el de al lado no te quiere. Los compatriotas españoles que queremos la unidad del Estado-nación España, debemos de entender que a ésta la han hecho las Españas, con sus conflictos y triunfos, por tanto, es muy importante sentirse queridos entre ellas. Nada agradecemos más los catalanes que un castellano-manchego viva la lengua y la cultura catalana como suya y al contrario, sin dejarse influenciar por los tópicos. A mí me gustaría ver una manifestación en Madrid o en Toledo que dijera, “Catalanes, os queremos” y en Cataluña “Españoles, os queremos”.
-¿Separarse de España es un buen negocio para Cataluña?
-Es que a mí no me importa eso, no concibo a Cataluña separándose de España porque le vaya mejor, porque entonces, Barcelona tendría que separarse del resto de Cataluña o Madrid del resto de España. Actualmente, Cataluña vende más en España que fuera, el mercado nacional español sigue siendo fundamental para nuestra economía. Además, como estaríamos fuera de la UE, sería prácticamente imposible que Cataluña tuviera supervivencia económica.
-¿El nacionalismo tergiversan la historia?
-Todo nacionalismo, tiene tendencia a meter las manos en el taller de los historiadores, a construir un relato histórico que le vaya bien para hegemonizar la sociedad donde se desarrolla y para conquistar o seguir manteniendo el poder, Nacionalismo e historiografía son incompatibles. La historiografía profesional catalana y española, en general, es actualmente científica y no se presta a manipulaciones ideológicas, pero los independentistas sí utilizan instrumentos para crear una historia basada en mentiras y medias verdades al servicio de sus intereses políticos. La manipulación histórica es un elemento central de todos los nacionalismos y parte del independentismo ha querido crear una narrativa histórica de confrontación basado en el “España nos roba”, o en “España siempre nos ha hecho daño.
-¿Puede usarse la Historia como arma arrojadiza?
-Absolutamente, la historia nunca ha solucionado un problema social, pero ha creado muchas divisiones civiles. Siento decirlo porque soy historiador, pero lo soy para decir que es una ciencia y que no puede ponerse al servicio de ningún poder.
-¿También se manipula el lenguaje y los medios de comunicación?
-Los medios, públicos y privados, no han ayudado demasiado a la concordia y al entendimiento. En estos años, muchos no han tenido una actitud muy positiva para intentar no alimentar las pasiones en ambos sentidos. Pero si esto es grave, lo es mucho más en los públicos y TV3 y Cataluña Radio se han puesto al servicio del independentismo y eso en una democracia homologada no se puede hacer, no es de recibo.
-¿Un referéndum serviría para arreglar el problema de fondo?
-Yo creo en la democracia representativa, pero no en el referéndum, aunque para mis compatriotas independentistas es un elemento crucial, porque son siempre binarios, dividen a la sociedad entre el sí y el no y hace que con las cosas igualadas, el estado de ánimo de una minoría acabe decidiendo el futuro de un país, y los perdedores puedan pedir volver a votar al poco tiempo. Yo no creo en eso, creo en el acuerdo.
-¿Cree en el federalismo?
-Sí, soy absolutamente partidario de él. Tenemos un Estado autonómico federalizado. En la vieja pugna entre centralismo y descentralización, creo que la Constitución española ha llegado a un pacto que defiendo, la España plural de las autonomías, que solo le falta un pasito para ser federal y creo que esto sería bueno, un modelo federal que no fuera centrífugo, sino de colaboración, donde estuvieran muy claras las competencias del Estado y de las CCAA.
-¿Haría falta una reforma constitucional?
-Sí, mi tesis fundamental es que hay posibilidad de reformar de la Constitución española y del Estatuto de Cataluña, pero dentro de un proceso de legalidad en el que se sigan los pasos que marca la propia Constitución para reformarse.
-Para usted son imprescindibles las tres C: conciliación, concordia y cohesión social.
Una de las labores fundamentales que debemos hacer en Cataluña es reconstruir la catalanidad y para ello necesitamos: conciliación como actitud moral y política para realizar una concordia entre catalanes que mantenga la cohesión social. Esa es la mayor necesidad de una sociedad que se ha visto cuarteada por los acontecimientos políticos de los últimos diez años. Lo primero es que lo catalanes hablemos entre nosotros en sede parlamentaria para ponernos de acuerdo en qué queremos que sea la relación entre Cataluña y el resto de España y que seamos capaces de trasladarlo al resto de españoles. Me interesa mucho destacar estas tres C y para eso necesitamos volver a una cultura del respeto, de la tolerancia, del diálogo y de la empatía, donde nadie se considere más catalán que nadie, hacer una catalanidad más transversal, más inclusiva, más suave y permitir que dentro de ella entren millones de catalanes, independientemente de dónde proceden o del idioma que hablen. La catalanidad se constituye a partir de gente que ama a Cataluña y quiere lo mejor para ella.
-¿Esta partida debería acabar sin vencedores ni vencidos?
-Si alguien piensa que en Cataluña una parte va a acabar ganando sobre la otra, es que no ha entendido nada de la realidad catalana. No se trata de eso, sino de reconstruir, la catalanidad entre todos, que podamos construir un modelo de futuro que dure varias generaciones.
-¿Cómo ve las elecciones?
-En un panorama que se preveía bastante estanco y previsible, donde la única incógnita era cuántos diputados iba a perder Ciudadanos y en favor de quien, la inclusión del candidato Illa me parece que ha abierto un nuevo juego político electoral, nuevas posibilidades de tipo de gobierno. Me parece muy positivo que haya una candidatura que puede mover el mapa político catalán para ir deshaciendo los dos grandes bloques, se puede ser constitucionalista sin necesidad de ser frentista.