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Crónica: del bostezo al “Mankaracanazo” telemático

Las cómicas Tina Fey y Amy Poehler condujeron con todo su empeño una gala que no hubo manera de reflotar y en la que David Fincher se fue de vacío para celebrar a Chloé Zhao y su excelente “Nomadland”; “The Crown” no tuvo rival en las series
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Desde su conato de alfombra roja, un híbrido monstruoso en lo televisivo y levantado gracias a Zoom en el que solo veíamos el busto y el caos bibliotecario de los nominados, enfrentarse como espectador a la 78ª. Edición de los Globos de Oro fue como ver un accidente. El indicio más inmediato del siniestro total vino cuando, al intentar entregar el primer premio de la noche a Daniel Kaluuya por su papel en “Judas and the Black Messiah”, el actor no pudo pronunciar su discurso debido a que no se le oía en la retransmisión. Poehler y Fey, voluntariosas como nunca pero incapaces de evitar que la póliza se pusiera por las nubes, consiguieron arreglar el desaguisado con un par de chistes mientras volvía la conexión, pero para ese entonces todo hacía presagiar que la gala no iba a pasar la ITV.
Ni siquiera el desastre técnico -en parte comprensible por las circunstancias, en parte inexplicable en la meca del cine y la televisión durante el último siglo- hizo más amena la entrega de premios, ya que del bostezo no se pasó al “volantazo”: no hubo un discurso rompedor, ni políticamente incorrecto, ni siquiera alguien haciendo una broma fuera de lugar o directamente desagradable; no, los Globos de Oro fueron como dejar un coche en pendiente sin el freno de mano pero apenas a unos metros de la pared más cercana. Tres horas de conexiones pixeladas, videos voluntariosos pero faltos de ideas al no poder rodar en exteriores ni contar con los “talentos” necesarios y, en definitiva, una falta de capacidad creativa indigna de Hollywood y de la Asociación de Prensa Extranjera (HFPA), tan habituada a la pompa y el faranduleo.
Fincher se va de vacío
Si nos ceñimos al palmarés, el único destinado a sobrevivir a la inmediatez de un circo anual como el que nos ocupa, las categorías de cine se plantearon desde un principio como una carrera entre el deportivo de Netflix con David Fincher como piloto, “Mank”, y el utilitario de Chloé Zhao, “Nomadland”, con el hierático rostro de Frances McDormand en vuelta rápida. Para cuando salió la bandera a cuadros y se habían repartido todas las bolitas doradas, el bólido de Fincher echaba humo y la furgoneta de Zhao, con el premio a Mejor Película en drama y el de Mejor Dirección en el maletero, ya estaba pensando en la próxima carrera: los Oscars del próximo 25 de abril.
El “Mankaracanazo”, o la simplificación de por qué “Mank” se fue de vacío con un jurado tan dado a premiar lo cinéfilo y lo cinéfago, bien podría venir por la explicación del reparto de votos, la pulsión diversificadora de una asociación que no tiene una sola persona negra en sus filas o, y esto es lo más probable, por la increíble manera de tejer el silencio de Zhao, que en su película se sirve del sueño nómada para buscarle las cosquillas a un país roto cuyos páramos desérticos son el menor de sus problemas. Los Globos de Oro eligieron premiar la valentía de una cineasta independiente, aunque ya haya fichado por Disney, por encima de las legítimas ganas de un maestro por volver al origen de todo. Para Fincher, al menos, quedaron los chupitos que se apretó entre pecho y espalda con cada “derrota”.
Dios salve a la reina
En el apartado televisivo, muertas las esperanzas de que “Normal People” o “Small Axe” pudieran hacerse con algún premio menor, Netflix marcó su territorio de manera incontestable: hasta cuatro estatuillas fueron a parar a “The Crown”, que además de ser la Mejor Serie en Drama del año, se llevó 3 galardones interpretativos, incluyendo uno muy discutible para Gillian Anderson en su caracterización de la Dama de Hierro, más cercana a un episodio de “Muchachada Nui” que a un documental histórico.
El carruaje pomposo de “The Crown” no tuvo rival y, aunque “Schitt’s Creek” se llevó los premios importantes en cuanto a la comedia se refiere, la estela británica era imposible de seguir. A su altura, casi, se puso “Gambito de dama”, que gracias a Anya Taylor Joy y su interpretación se colgó dos Globos en lo que parece un obvio reconocimiento al autobús social que ha significado la serie, animando a numerosos jóvenes alrededor del mundo a jugar al ajedrez.
Pese a lo soporífero de la entrega, que superó las tres horas de duración dando las 5 de la mañana en España, los Globos de Oro dejan una enseñanza bastante útil: las próximas galas deben evitar deshonrar a los premiados con cortes insultantes de sus discursos, todas las conexiones wi-fi deben estar a prueba de balas y, quizás lo más importante, hay que estar listo para las sorpresas en un año en el que las votaciones están menos condicionadas por el “amiguismo” que nunca. Covid mediante, las entregas pandémicas solo pueden remontar desde este punto y los Globos de Oro, en cuanto a lo espectacular, solo serán recordados como aquel pinchazo en el camino que nos llevó a disfrutar del motor a pleno rendimiento de “Nomadland”: la película del año.
Consulte aquí la lista completa de ganadores de la 78ª. Edición de los Globos de Oro en cine y televisión.