Crítica de “The Owners” (“Los propietarios”): de “Juego de Tronos” a otras fechorías ★★☆☆☆
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Director: Julius Berg. Guión: J. Berg, Matthieu Gompel, Geoff Cox. Intérpretes: Maisie Williams, Rita Tushingham, Sylvester McCoy. Reino Unido, 2020. Duración: 92 minutos. Terror.
Como sucede con otro estreno de la semana, «Pasajero oculto», aunque en este caso un poquito peor, he aquí un nuevo filme que bien podría calificarse de serie B por mucho que la extraña actriz Maisie «Juego de Tronos» Williams encabece el reparto y haya algún que otro secundario por en medio francamente potable. En honor a la verdad, parece que a la intérprete (que ya apareció el año pasado en «Los nuevos mutantes») le atraen los filmes raritos y rodados con cuatro euros desde que pegara el salto a la fama tras intervenir en la sobrevalorada serie. Y ahora van los fans acérrimos y me fríen a collejas virtuales. En la Inglaterra rural de los años 90 (sí, otra vez la década supuestamente «prodigiosa» para el cine esta última temporada), dos amigos sin una libra encima liderados por un auténtico psicópata que no vive en el pueblo creen haber pensado en el atraco perfecto entre caladas a un porro: una casa vacía y enorme en la que hay una caja fuerte llena, presuponen, de billetes.
Los propietarios, una pareja de ancianos, están fuera, pero vuelven antes de tiempo para toparse con los tres ladrones y la novia de uno que casi pasaba por allí aunque acaba pringando hasta las cejas. El señor, un médico reputado en la zona, y su esposa, enferma de Alzhéimer y que tiene un leve aire a Geraldine Chaplin, le dan pronto la vuelta a la tortilla mientras estos atónitos jóvenes pasan de cazadores a cazados. Hay en la desasosegante, violenta y oscura cinta de Julius Berg , un director especialmente volcado en el medio televisivo y que ha escrito, también, el guión de la misma, una ligerísima alusión a las diferencias sociales, que, bueno, tampoco le importaba demasiado a nadie, litros y litros de sangre, tonteos abiertos con el gore, algún que otro susto de manual, un guion dispuesto a lo que sea para cuadrar la propuesta y una historia, que, en el fondo y la superficie, hemos visto ya unas cuantas veces antes con mayor o menor fortuna.
Williams está cómoda en el papel de chica con un futuro poco claro y embarazo de rebote, y el resto del reparto da la impresión que se lo pasó en grande con tanto subir y bajar escaleras embadurnados de rojos manchurrones para eludir que alguien les de el finiquito. Tengan, de todas formas, cuidado con los venerables octogenarios de esos que dan la impresión de recién planchados, que, a veces, también guardan muertos en el armario. Y algunos que todavía no lo están...