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“Esta primavera fugitiva”: La inconmensurable dimensión de los clásicos

El Teatro de la Comedia estrena el particular diálogo de Alberto Conejero con “El príncipe constante” de Calderón de la Barca

Alberto Conejero, Susi Sánchez y José Troncoso en "Esta primavera fugitiva"
Alberto Conejero, Susi Sánchez y José Troncoso en "Esta primavera fugitiva"Sergio Parra

“Si toda la poesía del mundo desapareciera, sería posible reconstruirla sobre la base de ‘El príncipe constante’”, esto escribía Goethe en una carta a Schiller en 1804 sobre esta obra maestra de Calderón de la Barca, tan elogiada por tradiciones teatrales europeas como la alemana, la rusa o la polaca, como demuestra la mítica versión que hizo Grotowski con el actor Ryszard Ciéslak. El texto de Calderón muestra el camino hacia el heroísmo a través de la resistenciapaciente frente a la tortura y la extenuación física, así como la muy “calderoniana” defensa de la libertad como experiencia y elección individual frente a las imposiciones de la razón de Estado, la libertad personal defendida hasta sus últimas consecuencias.

La CNTC, embarcada en custodiar el legado de los clásicos y de compartirlo desde nuestro presente, cree que hay que tratarlos como un sustrato vivo capaz de generar nuevos materiales, miradas y reescrituras. Para su su director, Lluís Homar, “es importante ese diálogo entre lo contemporáneo y lo clásico. De ahí la iniciativa de presentar nuevas piezas que lo establezcan, pequeñas obras ideadas para convivir durante unos días con sus “hermanas mayores”, tomando a los clásicos como punto de partida”. Las fórmulas de esta mirada son tan diversas como son los creadores invitados a estas propuestas de autoficción. Alberto Conejero ha sido el primer creador invitado a participar en este ciclo con “Esta primavera fugitiva”, que es su particular diálogo con “El príncipe constante”. “Sabíamos de su relación tan especial y apasionada con la obra de Calderón, por eso acudimos a él para este primer encargo. Un espectáculo que es un nuevo punto de vista que viene sumar y a resaltar esa inconmensurable dimensión que es Calderón de la Barca”, explica Homar. La pieza coincidirá en el Teatro de la Comedia con “El príncipe constante”, durante cinco días (del 17 al 21 de marzo), donde se está representando actualmente.

Para Conejero, esta obra es “una aproximación personal e íntima a algunos de los temas que orbitan en la obra calderoniana: la fe (y su ausencia), la amistad, la fugacidad de nuestra carne y, por tanto, la necesidad de poesía y otras formas de transcendencia. Un reto al que me lancé por amor al autor y al “Príncipe Constante”, a nuestro legado clásico y al convencimiento de que es un sustrato que pertenece tanto al pasado como al presente como al futuro”. Su propuesta es difícil de definir. “No sé si es exactamente una reescritura, una refundición, una pieza-paisaje o una conferencia-performática de autoficción”. “Esta primavera fugitiva” es un puzzle donde se entrecruzan tres universos diferentes –señala Conejero-, primero el de Calderón, de su vida y de esta obra en sí, de la que tomamos escenas que reverberan en el presente. Un segundo universo es el la rama polaca, desde la traducción al polaco de Slowacki en el XIX, al mítico montaje de Grotowski con el actor Ryszard Cieslak que encarnó a Fernando y cuya vida es otro de los caudales de la obra. Y, por último, el de mi propia familia, la parte de más autoficción, la que tiene que ver con mi vínculo personal e íntimo, con un viejo ejemplar que encontré en casa de mis padres, lleno de anotaciones y subrayados, con Ceuta -lugar donde hizo mi padre la mili- y con un amigo suyo llamado Alberto. La propuesta es una especie de paisaje donde se entremezclan esos tres caudales hasta formar una unidad con sentido”, señala el autor.

Conejero, que la ha escrito y dirige, se sube también por primera vez a las tablas junto a Susi Sánchez y José Troncoso, pero advierte, “No como actor. En ningún caso me atrevería a decir que soy intérprete por respetos a los actores y actrices, pero para mí era sustancial poner mi cuerpo en escena, nombrar ciertas cosas desde lo que soy. No hay un personaje al que interpretar, estoy porque soy yo mismo, no había otra opción. En cuanto al título, “Esta primavera fugitiva”, “es parte de uno de los sonetos más hermosos de la obra de Calderón, lo he tomado porque lo considero pertinente y contemporáneo y tiene que ver con el núcleo de sentido”, concluye.