Crítica de “La Gomera”: Silbo, luego existo ★★★★☆
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Dirección y guion: Corneliu Porumboiu. Intérpretes: Vlad Ivanov, Catrinel Marlon, Rodica Lazar, Antonio Buil. Rumanía-Francia-Alemania, 2019. Duración: 98 minutos. Thriller.
Al fin y al cabo, silbar ha sido un verbo que conjugó el ‘film noir’. Cuando Lauren Bacall le pedía a Humphrey Bogart que le silbara en “Tener y no tener” no hacía más que reivindicar un código, otro, que descifrara las leyes de la atracción. “La Gomera” también es un ‘film noir’, y como buena relectura del género, recodifica sus constantes. Los silbidos ahora no son el idioma del deseo sino un modo de reflexionar sobre el propio lenguaje, un poco al modo de ese ‘polar’ anticlimático, rematado por una larga y extraordinaria lección de lingüística en una comisaría, que se titulaba “Policía, adjetivo”. Los silbidos que los Guanche de la isla canaria inventaron para comunicarse entre ellos son la jerga secreta que una comunidad criminal hace servir para dejar fuera de juego a las fuerzas vivas. El lenguaje, así lo cree Porumboiu, es un jeroglífico que enmascara la realidad, que la condena a un juego de sombras y apariencias.
Junto a Radu Jude, reciente ganador del Oso de Oro en la Berlinale, Corneliu Porumboiu es el más satírico de los cineastas del Nuevo Cine Rumano, que, amparados en el realismo más austero, han querido radiografiar la realidad de un país que carga con la cruz de la herencia de una dictadura comunista. “La Gomera” se aparta deliberadamente de esa cosmogonía temática para ofrecer una mirada oblicua sobre lo que significa ser exiliado en una tierra extraña y agreste, aprovechando los arquetipos del ‘film noir’ -no solo las ‘femme fatales’, que haberlas haylas, sino los propios villanos, como el interpretado por el cineasta Agustí Villaronga- para articular una película desconcertante, atravesada por la traición y la avaricia, como apropiándose del universo, a la vez excéntrico y referencial, del cine de los hermanos Coen o del Sam Raimi de “Un plan sencillo”. Dice Porumboiu que “La Gomera” es, como “El tesoro”, una fábula, y no podremos si no darle la razón: una fábula en la que el crimen se silba, el dinero se mete en colchones y los delincuentes hablan con acento rumano.