¿La gente joven cree en Dios?
Jorge Pareja se adentra en el corazón de la asociación Hakuna para analizar el descubrimiento progresivo de la fe a través de cuatro íntimos relatos
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Afirmaba Woody Allen en ese puzzle cinematográfico deliciosamente intrincado que es “Desmontando a Harry” que prefería la ciencia a la religión y que si le daban a elegir entre el aire acondicionado y Dios, se quedaba con el aire. Sardónicas y teológicas reflexiones aparte, el descubrimiento progresivo de la fe es un tema lo suficientemente arbitrario, sorprendente, caprichoso, instintivo y volátil como para que el director Jorge Pareja haya decidido abordarlo en su último documental, “Vivo”. Pareja explica al otro lado del teléfono el germen del proyecto: “Me dedico al mundo audiovisual de forma autodidacta y en uno de mis viajes laborales hice un videoclip a unos chavales a través de los cuales di con una persona que quería hacer vídeos de relojes. Un año después, esta persona se pone en contacto conmigo y me propone grabar una misa de acción de gracias y acepté. La misa estaba montada por una organización llamada Hakuna. Voy y grabo. Y cuando estaba allí en la Iglesia sucedieron un montón de cosas, buenas todas. La gente estaba super motivada. Había una exaltación del amor, de la amistad y de la pasión”.
La experiencia sobredimensionada de aquella misa, despierta en Jorge Pareja una curiosidad que creía muerta y se adentra en la aventura de filmar este compendio de cuatro relatos en donde sus diferentes protagonistas, todos ellos jóvenes, narran con la mirada fija en la cámara sus personalísimos y singulares encuentros con Dios. “En esa misa se suponía que había gente que iba a hacer lo que se conoce como “el pringao”, algo que se traduce en la conversión en miembros de Hakuna. Toda esta gente estaba muy motivada, había muchísimo sentimiento. A mí esto me sorprendió muchísimo. Vengo de un colegio católico y conozco la Iglesia pero he vivido las misas y la fe de otra manera. Mi manera de verlo no tiene nada que ver con lo que yo vi ese día. Una de las cosas que más me sorprendió de la experiencia fue la cantidad de gente joven que había. En todo momento intenté trasladar los sentimientos que a mi me estaba despertado aquella euforia a la cámara”. Cuenta el director que José Pedro Manglano, el impulsor de esta asociación, quedó “encantado con el trabajo inicial y me pidió que filmara un proyecto que tenían en mente. Me fui con ellos a algunos de los viajes que organizaron y me permitieron observar en qué consistía su trabajo”.
Juventud desconectada
A través del testimonio de Jaime, un joven sevillano integrante de un grupo neonazi durante su adolescencia reconvertido en feligrés redentor; Andrea, una veinteañera condicionada por el trágico accidente de tráfico de su primera pareja que encuentra en las Horas Santas de Hakuna el consuelo necesario; Carlos, un estudiante de medicina que tras sentir la llamada del todopoderoso decide modificar su trayectoria profesional y meterse en un seminario o el matrimonio creyente formado por Antonio y Sonsoles, Pareja relata, entre otras cosas, la poderosa conexión de todas estas personas con Dios pese al vínculo actual ciertamente resquebrajado entre la Iglesia y los jóvenes.
“El desapego de la gente joven con la Iglesia creo que procede más del desconocimiento que de la desconexión de la propia institución con los problemas actuales. Cuando yo era pequeño iba a misa sin saber muy bien por qué lo hacía y después cuando llegas a la adolescencia te separas un poco porque tus prioridades cambian. Y en este caso, a través de los testimonios del documental ves cómo algunos de ellos mantienen esa prioridad por la intensidad de los sentimientos que desarrollan hacia la fe”, asegura. Sin embargo el director afirma que “sigue habiendo tabú con la religión” y que con 20 años reconocer a día de hoy que vas a misa “sigue produciendo vergüenza”. “Conozco a muchas personas y no sólo jóvenes a las que les genera cierto pudor admitir que van a las adoraciones o a las misas. En cambio en Hakuna no les da ninguna vergüenza y eso es lo que a mi me encanta. Porque a la hora de verdad, ¿qué más me da que seas creyente o no lo seas? Es que me da igual. No tienes que avergonzarte de creer en Dios. Es lo que tú piensas, es bueno, no hay nada de malo en creer”.
En una de las escenas finales de “Vivo”, Manglano explica de una manera muy visual la sensación física que se produce tras la revelación, comparando el cuerpo con un submarino sometido a la potente presión del agua. En el momento en el que una grieta, por pequeña que resulte, se abre inesperadamente en la estructura, el agua entra con la rapidez de la luz y lo inunda todo. Algo parecido indica haber sentido Parejo tras la realización del filme: “Yo me despegué de la religión y a través de la realización de este documental se me ha vuelto a generar una curiosidad grande que en realidad nunca tuve. Que ahora con mis 45 años de repente me despierte interés esto me parece alucinante”, remata.