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Huesos perdidos

Los dos puntos calientes en la búsqueda de Calderón

En el 340 aniversario de la muerte del autor de «La vida es sueño», una investigación se vuelca en la recuperación de sus restos en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores

Dos operarios con el georradar en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Madrid
Dos operarios con el georradar en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Madrid.Universidad CEU San Pablo

Todo el que haya hecho una mudanza sabrá la de cosas que, sin perderse, se ocultan para toda la vida en el fondo de un armario. En el trajín de cajas, portes, idas y venidas cualquier objeto es susceptible de ser dejado a la suerte del destino y el olvido. Pues ahora imaginen seis traslados y calculen las probabilidades de que el objeto en cuestión se entregue al azar. Eso es lo que ha pasado durante siglos con los restos de Calderón de la Barca.

No estaba en los planes del autor que, cuando dictó testamento el 20 de mayo de 1681, su cuerpo se convirtiera en culo de mal asiento a su muerte cinco días más tarde. La parroquia de San Salvador se iba a transformar en su morada durante los siguientes 160 años, pero ahí comenzaría un viaje por diferentes templos madrileños (las Calatravas, Sacramental de San Nicolás, capilla de San Francisco el Grande, hospital de la Congregación de San Pedro y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores) hasta un difuminado presente en el que solo se tiene la certeza del paradero de uno de sus dedos.

Visionario aquel que durante la primera exhumación (1840) decidió coger una pequeña porción de Calderón por si las moscas. La reliquia fue entregada a Julián Romea, luego pasó a manos de Antolín Monescillo, arzobispo de Toledo, y actualmente se puede ver ese metacarpo en todo su esplendor en el Institut del Teatre de Barcelona, al que llegó hace casi un siglo. Pues bien, esa es a día de hoy la única pieza controlada del autor de «La vida es sueño». El resto del autor se encuentra disperso en ese rocambolesco camino de capilla en capilla y dar con ello es el objetivo de la «Operación Calderón» que capitanea Pablo Sánchez Garrido (Universidad CEU San Pablo).

Así, sirva el dedo de Calderón para señalar el camino y comparar con cualquier otro hueso que aparezca. ¿Lo más probable? Contesta el experto: «El georradar nos ha marcado dos puntos de especial interés que requieren de una intervención arqueológica en los Dolores, aunque están en la parte que pertenece a una residencia de mayores, así que no podemos entrar hasta que pase todo esto de la Covid», explica resignado Sánchez. Y, prudente, advierte de que «no sabemos si pueden estar o no, pero hay posibilidades».

Sin embargo, el abanico se amplía con los documentos de la exhumación y todo vuelve «al primer lugar», asegura Sánchez Garrido. «El acta de la primera exhumación señala que los restos estaban “muy deteriorados y carcomidos”, así que cogieron la parte más íntegra y la colocaron en una arqueta de caoba que ahora buscamos en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, pero, y ahí viene parte de la novedad, la mayoría se quedó en ese lugar». Por lo que la posibilidad de dar con parte de Calderón está hoy más cerca que nunca gracias a un proyecto que también ha rescatado un retrato del escritor y la llave de la supuesta arqueta que contendría su rastro en los Dolores.

Imagen del acto en homenaje a Pedro Calderón de la Barca organizado por la Universidad CEU San Pablo y el Ayuntamiento de Madrid
Imagen del acto en homenaje a Pedro Calderón de la Barca organizado por la Universidad CEU San Pablo y el Ayuntamiento de MadridJesus G. FeriaLa razon