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Arte

Pintar la guerra

La Ciudadela de Jaca acoge de manera permanente las 48 escenas de batallas donadas por el coleccionista Pedro Ramón y Cajal

Recreación de la batalla de Pavía pintada por Ferrer Dalmau
Recreación de la batalla de Pavía pintada por Ferrer Dalmau.La Razón

Pedro Ramón y Cajal Agüeras cuenta cómo su vida se enfocó por el camino del Derecho cuando a él lo que de verdad le motivaba eran «la historia general y la historia del arte». Sin embargo, «me convencieron porque “tenía más salidas”, decían». Y, aunque no le ha ido nada mal la vida como letrado, ya hace mucho que el refrán nos enseñó que «la cabra tira al monte». Así que este abogado y sobrino bisnieto del Premio Nobel de Medicina, en cuanto pudo, se puso a adquirir cuadros que le reconciliasen con su pasión. De aquello ya hace «más de 30 años», recuerda. Fue entonces cuando Ramón y Cajal Agüeras entró en el mundo de los cuadros de batallas a través de los dibujos de un jesuita que los concibió en Italia y Francia, «un excelente pintor de batallas», dice de Jacques Courtois.

Fue la primera pieza de una colección que mañana llega a la Ciudadela de Jaca (Castillo de San Pedro), Huesca, para quedarse en una de sus salas de manera permanente. Una donación al Estado con la que consigue tres objetivos: «Acercar la historia de España a la gente, cumplir con un lugar en el que vivieron durante años mis mayores y acercar estas pinturas a todos los públicos». Tras el Courtois «llegó otro, y otro, y otro. Los marchantes ya sabían que si había un cuadro de batalla me tenían que llamar», continúa Ramón y Cajal sobre un lote de 48 piezas renombrado «Hechos de armas, hechos de arte» que para Mónica Ruiz Bremón, directora técnica de Museos Militares, viene a cubrir un vacío importante: «Las bellas artes no abundan en los muesos militares, que se centran en armamento y otros instrumentos científicos y tecnológicos».

De esta forma, el pentágono de la Ciudadela de Jaca, construido en el siglo XVI por orden de Felipe II y ahora dependiente del Ejército de Tierra, se llena de autores españoles, franceses, italianos, alemanes y flamencos del XVI al XXI. Nombres entre los que destacan Snayers, Verschuring, De Weel, Taunay, Gálvez, Unceta y Ferrer Dalmau, con su recreación de la batalla de Pavía entre arcabuceros y gendarmes franceses encargada ex profeso para la colección. De todos ellos se saca rápido el denominador común: las escenas de lucha. Como cuenta Ruiz Bremón, «representan batallas terrestres en sus múltiples versiones: tumultos o duelos individuales entre infantes y caballeros, guerra urbana y campal, sitios de ciudades y fortalezas, convoyes militares, triunfos...».

Un género que a lo largo de la historia del arte ha sido considerado de segunda fila, pero que, por otro lado, la conservadora realza: «Fue para los contemporáneos un magnífico modo de reconocer su propia imagen y prestigiar sus linajes, y para los historiadores sigue siendo hoy una fuente de documentación sobre la guerra en la antigüedad. Para su objetivo principal poco importaba que los artistas tuvieran un conocimiento parcial, e incluso deformado por el tiempo y la lejanía del campo de batalla, de los hechos de armas que representaban sus pinceles». Así, sirve la ocasión para reflexionar sobre este género y comprobar cómo los artistas dejaban fluir sus pinceles ante escenas que, en su mayoría, eran inventadas. Igual que en las «Pasiones mitológicas», que cuelgan de las paredes del Prado, en estos lienzos los pintores «empleaban las batallas como excusa para atreverse con un determinado paisaje», confiesa Ruiz Bremón. Fue ello lo que le dio la clave de la organización de la sala que, en vez de guiarse por cuestiones cronológicas, se basa en las temáticas: traslados de ejércitos, saqueos, asedios, pueblos en armas o el prestigio del caballero.

Pedro Ramón y Cajal Agüeras se desprende de esta forma de una colección que ya se pudo ver en Toledo en una exposición temporal de 2017 y que ahora el letrado asegura que seguirá ampliando: «Puede que en un futuro done cuatro o cinco piezas más».

  • Dónde: Ciudadela de Jaca, Huesca. Cuándo: desde mañana. Cuánto: 8 euros.