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«Los tres racimos» (1944), de Maruja Mallo, perteneció a Jacques Lassaigne, director del Museo de Arte Moderno de París, historiador del arte e hispanista y es una de las obras a la que se le ha perdido la pista

Maruja Mallo: a prueba de falsificaciones

Se publica por primera vez el catálogo razonado de la obra pictórica de la artista, que queda fijado en 147 óleos, aunque el estudio revela que algunos de sus inicios están en paradero desconocido

Madrid y la vida artística le darían el nombre con el que pasaría a la historia: Maruja Mallo. Había nacido en Lugo con el patronímico de Ana María Gómez González sin que nadie previera entonces que sus posteriores andaduras la convertirían en una de las enseñas del arte español y que las generaciones futuras rememorarían un anecdotario rico y chocante que arranca en un tiempo y lugar precisos: los años 20 en la Puerta del Sol. Antes de que Marina Abramovic y otros padrinos de las performances actuales hicieran fortuna en el mercado del arte y en las conversaciones de la gente, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y ella decidieron pasear por el centro de la capital de nuestro país sin sombrero. Traían consigo la excusa de que pretendían liberar la inteligencia y despejar la cabeza de prejuicios y otras ideas pesadas que impedían cambiar los tiempos, circular el pensamiento y ofrecer una mirada diferente.

La acción, porque solo puede aplicarse ese nombre, tuvo eco y fue recogida hasta por Jorge Luis Borges. Habían nacido de esta manera tan casual y espontánea «Las sin sombrero». «Existen muchas historias alrededor de ella. Si el concurso de palabrotas, que, si en Arévalo entró en misa montada en bicicleta, cómo se pegaba a las ventanas de los cafés frecuentados solo por hombres y los miraban para incomodarlos y demostrar que también ellas estaban allí...», comenta el galerista Guillermo de Osma. Para él, «en demasiadas ocasiones la reducimos a esa vida repleta de anécdotas, a la que nadie quiere restar importancia, pero que ha ensombrecido su pintura».

Equiparable a Frida Kahlo

Quizá por eso hace una reivindicación de su figura: «Esas historias han apartado su lado intelectual. Pero en su legado existen muchos escritos, cuadernos de estudio y libros que, si se examinan con el debido cuidado, enseguida se aprecia que son profundos y que tienen una enorme relevancia. Para entender la importancia de Maruja Mallo, una de las artistas más populares de nuestro país, hay que reparar en la calidad de su trabajo y la potencia que tiene. Aunque es muy bien conocida pocos han asumido, y esta es quizá una tarea que conviene hacer, que es equiparable a Frida Kahlo o Georgia O’Keeffe, con la que comparte un interés por las naturalezas muertas. Hay mucha iconografía de esta artista que aparece simultáneamente a la de ella. Maruja Mallo no era una señora divertida que pintaba. Era una artistaza».

Para demostrarlo y dejar atrás prejuicios, Guillermo de Osma, Antonio Gómez Conde y Juan Pérez de Ayala, en colaboración con el editor Sergio Azcona, acaban de cerrar el catálogo razonado de la obra Maruja Mallo, un compendio que supone todo un hito y una manera de reivindicar un nombre esencial de nuestro patrimonio artístico. «Es la primera vez que se hace un estudio a conciencia de su obra y se ha reunido a un gran número de expertos. Ha sido un proyecto metódico estricto, riguroso y se ha volcado en un libro de gran calidad», comenta Azcona. Este catálogo es un enorme volumen, esmerado y bien cuidado en los detalles, en el que se ha trabajado durante más de cinco años y que ha supuesto una enorme inversión de tiempo y de dinero para apuntalar la herencia artística de esta creadora y dejar claro qué es suyo y qué no lo es, y así salir de estériles polémicas. «Es cierto que su biografía, esos capítulos excéntricos que se mencionan, fascinan a la gente, pero su vida como pintora es justo el otro lado de la moneda. Ella medita mucho una pintura, la prepara con cuidado, reflexiona sobre los temas en los que se va centrar, porque tiene cierta tendencia a realizar series. Eso explica que no tenga una obra tan extensa como, por ejemplo, Picasso», prosigue Guillermo de Osma.

Esto avala que el conjunto de telas que pueden atribuirse a Maruja Mallo, según este estudio, apenas redondeen el número de 150 (en realidad, y para ser precisos, son 147). Para llegar a esta conclusión, Guillermo de Osma, Juan Pérez de Ayala y Antonio Gómez Conde se han apoyado en la documentación que se conserva sobre la artista. «Ella se movió muy bien con la Prensa. Existen alrededor de unos trescientos artículos en vida de la artista sobre su obra y sus exposiciones. Su éxito se refleja en los diarios de la época. Están las críticas con fotos de sus cuadros. Estamos hablando de a partir de 1928. Ella atesoraba esas piezas periodísticas de manera sistemática. Hay que tener en cuenta que sobre Julio González no existen tantos artículos. Solo Dalí o Picasso, que eran muy mediáticos, o Miró, superan estas cifras».

Lenta, pero rigurosa

A partir de estas fuentes documentales de su archivo, que, también, incluyen el listado de pinturas, se han podido definir cuáles son los cuadros que pertenecen a su catálogo y que han salido de su mano. «Cuando una persona, como Sorolla, es prolífico y cuenta con un catálogo de 5.000 o 6.000 obras, entre dibujos y otro tipo de expresiones, es más fácil que se produzcan sorpresas. En el caso de Maruja Mallo, la obra pictórica, que comprende los cuadros terminados, son solo 147. Han aparecido muy pocos que sean nuevos. Existe una razón muy sencilla para eso: su meticulosidad. Tenía todo muy bien documentado. Dejó un archivo muy interesante y completo donde guardaba fotografías, algunas en color, pero generalmente en blanco y negro, de los cuadros que completaba».

«Maruja Mallo cubierta de algas» en una imagen tomada en 1945
«Maruja Mallo cubierta de algas» en una imagen tomada en 1945larazon

Si bien ha habido muy pocos cuadros desconocidos que se han sumado a su catálogo, este examen sí ha deparado algo sorpresa inesperada. «Muchos de esos óleos que hemos identificado a través de las imágenes ahora mismo están en paradero desconocido. Sabíamos de su existencia, pero hoy no tenemos ni idea de quién los tiene o dónde pueden conservarse o estar. Hemos encontrado sus imágenes en el archivo de la artista, algo que los autentifica, pero se desconoce quién los guarda. Sin este archivo, el catálogo habría salido un catálogo más incompleto. Gracias a la revisión de estos fondos, hemos incluido unos veinte o treinta óleos más que estaban reflejados en el archivo, pero no en ningún catálogo. Se han incorporado todos los cuadros que estaban fotografiados por ella, aunque, insisto, en algunos casos no hemos dado con su paradero y no hemos podido cotejar con detalle las medidas y otros pormenores. Todos los cuadros pintados por la mano de la artista y sobre los que no existen dudas de autoría ahora están aquí incluidos».

Uno de los aspectos más delicados de cualquier catálogo razonado es la purga de obra auténtica y la falsa. Pero Maruja Mallo también ha tenido suerte en este apartado. «Maruja, igual que Mondrian, era una pintora lenta, cuidadosa, aunque rigurosa. No posee un gran número de lienzos y, por esta razón, es muy difícil falsificar su obra. Y los falsos que hemos visto durante la investigación eran evidentemente falsos, no teníamos dudas sobre ello, ni nosotros ni tampoco el comité de expertos que nos ha avalado. En ningún momento ha habido titubeos sobre lo que era falso y lo que era bueno». Guillermo de Osma admite que existe bastante obra falsa «no solo de Maruja, sino de muchos artistas españoles del siglo XX». Por este motivo, revela, «las familias de los artistas se molestan en testimoniar qué cuadro es auténtico o no, o se crean fundaciones, como la de Miró, que se constituyó en Francia. La ley francesa permite destruir la obra que no es del artista. En España, eso es más complicado; en cambio, allí si mandas certificar un cuadro de Miró, por ejemplo, ellos tienen derecho a incluir una inscripción que diga es que falsa, o romperla, en caso de que sea así».

«Arquitectura humana» ilustra el catálogo
«Arquitectura humana» ilustra el catálogoarchivo

Según Guillermo de Osma, el futuro puede deparar algún descubrimiento, pero solo de algún cuadro de primera época, «que sabemos que están referenciados en algún artículo temprano». El galerista se refiere a las exposiciones iniciales de la carrera de Maruja Mallo, cuando estaba formándose como artista y su nombre comenzaba a despuntar en su generación. En esa época participó en varias muestras. Los diarios recogen esos eventos y se mencionan cuadros de ese periodo. «Tenemos constancia de un retrato que hace de Concha Méndez. Ella era su compañera de fatigas, de las salidas de ’'Las sin sombrero’', y sabemos que la madre de Concha Méndez lo destruyó. ¿Por qué? Porque lo cuenta en sus memorias. Probablemente aparecía de una manera insinuante o indecorosa para la época. Sabemos de algún otro cuadro de ese momento inicial que se expuso, pero no podemos certificar si se ha destruido no. Este caso concreto lo sabemos porque lo cuenta la protagonista».

Del óleo a Mickey Mouse
En el archivo de Maruja Mallo se conservan también alrededor de 300 o 350 dibujos. La mayoría de ellos son de los que llaman «de trabajo», pero Guillermo de Osma comenta la existencia de cuatro blocs pequeños, «pero fantásticos, con cosas geniales» que ayudan a percibir la cabeza tan imaginativa, abierta y magnífica de la pintora. «En esos dibujos hay hasta personajes de Walt Disney. Ahí están Mickey Mouse, Pluto... suelen ser de pequeño formato». Maruja Mallo dibujaba en cualquier parte, en el dorso de las tarjetas de las inauguraciones de exposiciones, papeles y toda clase de soportes y si algo ha sacado a relucir ese proceso «es el rigor a la hora de trabajar de ella, sus pautas». Guillermo de Osma cuenta que «es lo contrario al artista que ataca el lienzo directamente, como Picasso. Este artista también hizo muchos dibujos, pero tienen entidad como obra autónoma y los fecha. No son dibujos de estudio. Esta parte de la obra Maruja Mallo es distinta. Son dibujos de estudio, de preparación».