Christo y Jeanne-Claude envuelven el Arco del triunfo
Así es una de las ambiciosas obras que la difunta dupla de artistas no pudo realizar y que ahora podría llevarse a cabo
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La pareja de artistas Christo y Jeanne-Claude ya no están entre nosotros. Ella falleció en 2009 y él en 2020. Entre sus proyectos más deseados y no realizados se encontraba la envoltura de uno de los monumentos más icónicos del mundo: el Arco del Triunfo de París. El origen de esta idea se remonta a principios de la década de los 60, y ahora, en la forma de una obra póstuma, este viejo sueño se hará por fin realidad. Esta obra de gran escala podrá contemplarse entre el 18 de septiembre y el 3 de octubre, pero el arduo proceso de montaje comenzará en julio, abarcando un total de 12 semanas. Durante este periodo, el Arco del Triunfo será envuelto con 25.000 metros cuadrados de tela de polipropileno reciclable, fijada con 3000 metros de cuerda roja, también reciclable.
Pese a que Christo y Jeanne-Claude no estén vivos para dirigir la envoltura del emblemático monumento parisino, la obra llevará al 100% su impronta. Los dibujos preparatorios y maquetas que ejecutaron en vida dejaron precisado hasta su último detalle visual, de suerte que solo había que ceñirse a ellos para no traicionar ni un milímetro de las intenciones de la pareja de artistas. Como sucede en todas las piezas de gran escala de Christo y Jeanne-Claude, los costes de producción resultan lo suficientemente elevados como para que la cuestión económica suponga el escollo más difícil de superar. Cubrir el Arco de Triunfo con telas y cuerdas tiene un coste de 14 millones de euros; una cantidad que, en cualquier momento, pero más todavía en la actual situación, no se puede permitir -ni ética ni presupuestariamente- ninguna institución. Ha sido la propia la familia de los artistas la que, mediante la venta de las piezas preparatorias y de otros trabajos realizados desde la década de los 50, ha proporcionado el presupuesto necesario, sin que, en consecuencia, tenga que salir un solo euro de las arcas públicas.
A lo largo de su dilatada trayectoria, Christo y Jeanne-Claude han envuelto con telas costas, valles, parlamentos, islas… Sus intervenciones se han hecho un hueco en el imaginario social contemporáneo por una espectacularidad no superada por ningún otro artista de las últimas décadas. Sin embargo, detrás de estos asombrosos actos de cubrimiento -muy cercanos, en su estética, a los de un mago como David Copperfield-, se encuentra un intento por redignificar cada uno de los elementos del paisaje ocultados.
La blandura y maleabilidad de las telas traduce el contorno de las formas arquitectónicas y naturales, por lo que, una vez cubiertas, su realidad abandona la atonía familiar que les restaba capacidad simbólica y paisajística, para volver al campo de visión como monumentos plenos de sentido. Ocultar es dar a ver. Cuando nuestros ojos lo han visto todo, la única manera de devolverles su facultad para asombrarse es arrebatarles imágenes, convertirlos en testigos de una ausencia. Eso es ni más ni menos que lo que Christo y Jeanne-Claude pretendían con la envoltura del Arco del Triunfo: transformar una imagen-souvenir en una epifanía.