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Letras y exilio

¿Deben traerse a España los restos de Antonio Machado?

El poeta falleció solo tres semanas después de llegar a Colliure, angustiado por el destierro, pero algunas voces como Ian Gibson o Muñoz Molina creen que deben quedarse en el exilio

Tumba del poeta Antonio Machado en localidad francesa de Collioure donde reposa desde hace 75 años.
Tumba del poeta Antonio Machado en localidad francesa de Collioure donde reposa desde hace 75 años.larazon

La pregunta es: ¿hay que trasladar la tumba de Antonio Machado desde Colliure (Francia) a España? Ayer, el hispanista Ian Gibson y el académico Antonio Muñoz Molina intervinieron en el marco del Festival Internacional de Literatura en Español de Castilla y León y coincidieron en manifestar su más rotundo rechazo a que los restos mortales regresaran. El argumento en el que apoyan su opinión es que la tumba del poeta en el pequeño cementerio de Colliure constituye un «espacio sagrado» que señala su trágico final en el exilio. Mientras que Muñoz Molina señala que la tumba de Colliure supone un «lugar definitivo» que «no admite manipulación», Gibson añadía que, de trasladarse sus restos, y por la forma de ser de los españoles, en 50 años se olvidaría un hecho sustancial de la historia del país.

La polémica sobre el traslado de la tumba de Machado viene de atrás, cuando, en 2019, la Junta de Castilla y León dejó deslizar la idea de que, si la familia estuviera de acuerdo, los restos podrían ser repatriados para descansar junto al Duero. Ya en aquel momento, Gibson se opuso, esgrimiendo argumentos similares a los que acaba de expresar. Para justificar su posición contraria, Muñoz Molina recordaba una frase de Machado que avalaría su tesis de la no-movilidad: «Solo en la tierra en que se muere es nuestra». Pero, en este sentido, conviene recordar que Antonio Machado murió tan solo tres semanas después de llegar Colliure. Como explicó su hermano José acerca de las razones de su fallecimiento: «No podía sobreponerse a la angustia del destierro». Colliure suponía únicamente un lugar de paso para Machado, un fatal accidente determinado por el exilio. A Machado le dolía España. De ahí que no supiera sobrevivir a la idea de estar lejos de ella.

En algo tienen razón Muñoz Molina y Gibson: peregrinar fuera de España para visitar el lugar en el que nunca quiso morir permite recrear emocionalmente la tragedia del exilio. Pero también es cierto que no es el lugar el que hace al santuario, sino la persona enterrada en él. La pregunta que sobrevuela sobre este debate es cuál es el mejor modo de hacer justicia a un escritor y a un exiliado como Machado: ¿manteniendo su tumba en el lugar de su cruel huida o trasladándola al país del que nunca quiso salir? Desde luego, el «tema Machado» ha de ser enfocado como un debate planteado en términos históricos, culturales, familiares, pero jamás partidistas.

Es necesario llegar a un consenso sobre nuestra memoria, y Machado podría ser una buena oportunidad. No se trata de borrar o aminorar la dolorosa impronta biográfica del exilio, sino, por el contrario, de ayudar a comprenderla a las nuevas generaciones. España no ha tenido nunca un «panteón» de grandes personalidades. Y urge plantearse esta posibilidad. La visita a la tumba de Colliure posee una enorme dimensión simbólica y cultual, pero no deja de ser una experiencia minoritaria, restringida a los iniciados. Trasladar la tumba a España tendría, con mucha probabilidad, un efecto muy diferente al del olvido: reactualizaría su obra, su vida y su muerte. En última instancia, la decisión pertenece a la familia. Pero evitemos bunkerizarnos en argumentos blindados a la hora de opinar en este debate.