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María Oruña: «Cada página de “El paraíso en la otra esquina” desprende energía»

De la «lista tremenda» que tiene de libros que le gustan, la escritora se ha decidido por el de Mario Vargas Llosa: «Me llama mucho su potencia narrativa»
Carlos Ruiz

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Le gusta la novela de misterio, la histórica, pero también la literatura francesa, o la de posguerra: «’'La Colmena’', de Cela, me flipó, y la obra de Torcuato Luca de Tena». También le encanta Stephen King «o cómo escribe Isabel Allende». No entiende «por qué no se habla más de Dan Brown», al tiempo que alaba a los clásicos ingleses. María Oruña, evidente gran lectora y que actualmente está arrasando en ventas con «Lo que la marea esconde» (Destino), cuando supo de esta entrevista, confiesa que «empecé a hacer una lista tremenda», y, antes de lanzarse, pregunta: «¿Qué prefieres, que hable de un libro contemporáneo, antiguo...?».
–¿Qué prefiere usted?
–A Mario Vargas Llosa. Me gustó mucho «El paraíso en la otra esquina». Habla de dos personajes, Paul Gauguin, el pintor, y su abuela, que resultó ser sufragista, feminista, peleona, que cambió un montón de cosas con su simple existencia. Y, luego, con todo el cariño hacia sus admiradores, está Gauguin, que era vividor, abandonó a su familia para encontrarse a sí mismo y pintar. Era la antítesis a las ideas de su abuela, algo curioso. Me encantó, porque está muy bien escrito y por ese choque, que me sorprendió.
–¿Es una obra biográfica o enfocada a su pintura?
–Es una biografía novelada que resalta su manera de vivir. No se centra tanto en su trabajo como pintor, sino en cómo entendían la vida ambos personajes.
–Una mujer luchadora y un hombre vividor... ¿qué opina?
–Insisto, no quiero que los amantes de Gauguin se me echen a la cabeza, pero digamos que fue un hombre que, desprendido de sus convenciones sociales, buscó su propio beneficio más que el común. Su abuela tenía un pensamiento más global. Ella buscaba un camino para todos, no para sí misma, que también.
–¿Y qué aprendió?
–Das por hecho que de una familia de costureros, o todos se van a dedicar a eso o, al menos, saben mucho sobre esa labor. Pero no, para Gauguin no importaban las raíces, él decide su propio camino. Me dio cierta rabia pensar qué sentiría una mujer que había conseguido tanto cuando viera que su nieto iba a lo suyo. Pero es algo incontrolable. Tú puedes dar unas pautas y domesticar un carácter si eres padre o madre, pero cada cual va a seguir su camino. Y lo que puedes hacer es observar y esperar qué decide.
–Como escritora, ¿qué extrae de la narrativa de Vargas Llosa?
–Me llama mucho su potencia narrativa. Me encanta la riqueza de su lenguaje. Utiliza uno muy colorido, que desprende mucha vida en cada una de sus páginas. Es algo que yo aprecio muchísimo a nivel técnico, que un autor sea capaz, con determinados adjetivos o diálogos, de conseguir que se desprenda tanta energía de cada una de las páginas.
–¿Quién podría disfrutarlo?
–Es un libro muy sencillo, y creo que a cualquier sector de edad y de género le podría gustar por todas las aventuras y andanzas que refleja de Gauguin, las cosas que consigue, su tipo de vida, el enfoque costumbrista de cómo vivía su abuela...
–¿Sorprenderá al amante de la obra de Gauguin?
–Una cosa muy buena de Vargas Llosa es que no se posiciona, ni critica, ni juzga. Simplemente lo cuenta, y ser neutro es muy difícil novelando una biografía donde te inventas diálogos y opiniones. Pero lo consigue con buen resultado, porque así es el lector quien tiene que decidir.