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El renacer de Benidorm : así se terminó el rascacielos residencial más alto de la Unión Europea

Entramos en el edificio que hace una década se convirtió en el símbolo de la crisis del ladrillo y que ahora abre sus puertas con la intención de ser el acicate para el regreso del turismo a la capital del verano, que arranca a medio gas

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En la capital del veraneo por excelencia, el turismo llega a cuentagotas. Y solo nacional. Los británicos y franceses que solían aterrizar en Benidorm en julio ansiosos de sol y fiesta, siguen «presos» de la pandemia y las restricciones impuestas por sus gobiernos para viajar a nuestro país. También la quinta ola ha hecho que las reservas hoteleras caigan diez puntos en la última semana en la Comunidad Valenciana ante los picos de contagios en esta región, que comenzaba a despegar tras más de un año y medio sumidos en el caos turístico. Así, la mítica playa de Levante que el año pasado ya conoció «el destierro», ahora se enfrenta a otra temporada complicada.
«Por fin hemos abierto nuestro pub, pero esto es la ruina. Mira la terraza, solo hay una mesa ocupada. La única esperanza es que Reino Unido abra pronto la veda y permita a sus ciudadanos venir aquí, porque sin los británicos estamos fastidiados», explica Juan Carlos, que regenta El Caimán, un mítico punto de fiesta a pie de playa que lleva 30 años funcionando. «A esta hora (son alrededor de las seis y media de la tarde) estaríamos que no dábamos abasto si todo fuera normal, pero ahora ya nos ves, de brazos cruzados. Como mucho lo que ingresamos dará para cubrir gastos», puntualiza.

La Ruina de Tasawar

Una opinión que comparte otro comerciante de la zona quien ya augura el cierre de sus negocios si agosto se salda con números rojos: «La verdad que menuda mala suerte. Yo tenía cuatro locales de venta de bebidas y artículos de playa. Ahora ya solo tengo dos. Por éste pago 6.000 euros de alquiler y es insostenible si no entra nadie a comprar. A ojo, podría decirte que aquí la clientela ha caído más de un 90%. Solo hay españoles y gastan poco, aquí quien deja dinero son los extranjeros. Necesitamos a los ingleses para sobrevivir», asevera Tasawar.
Un dato en el que ahonda el informe elaborado por la patronal Hobsec donde se asegura que hasta el momento, en Benidorm, el 88,3% de los visitantes son españoles . «El año pasado tuve que sacar de aquí cuatro camiones de productos perecederos que no se vendieron, nunca había visto nada igual, esto puede ser la ruina. En septiembre decidiré qué hago con mi futuro», añade el empresario.
Pero ante este panorama desolador surge una esperanza de «resurrección», un ave fénix que resurge de sus cenizas y promete convertirse en uno de los principales acicates del regreso de los foráneos y, por ende, el retorno del lustroso rostro que siempre acompañó a este enclave de la Costa Blanca.
El edificio emblema de Benidorm que hace más de una década se convirtió en el símbolo de la crisis del ladrillo y cuyas obras han estado paralizadas más de una década, abre ahora sus puertas. Entramos en el residencial Intempo, o más conocido popularmente como «el diamante», que se observa desde cada punta de la ciudad, y sobre el que tanto se ha hablado y especulado.
Este mes han concluido sus obras de reforma, después de que en 2018 lo comprara un fondo de inversión americano al Sareb (Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria) en una operación que superó los 60 millones de euros. Desde entonces han trabajado para conseguir que el rascacielos (es, con sus 200 metros, el residencial más alto de la Unión Europa) se pusiera en marcha. Han sido tres años de intenso trabajo y obras «faraónicas» para dar salida a un edificio que se convertirá, ahora sí, en la joya de Benidorm.

Misterios emparedados

Ésa fue la idea con la que el proyecto se puso en marcha en 2006, pero que, ante la quiebra de sus promotores y posteriores problemas financieros y técnicos, ha permanecido en «stand by» todo este tiempo. Aunque esto parece ya formar parte del pasado más amargo del edificio que ahora nos recibe a punto de estrenarse. El 40% de sus viviendas ya han sido adquiridas (de momento, el 62% de los compradores son nacionales y el resto, rusos, alemanes, belgas y nórdicos), aunque no será hasta septiembre cuando comiencen a instalarse los nuevos dueños en este edificio que no ha estado exento de leyendas y misterios.
«Tenemos ascensor, pese a que corría el rumor de que no existían. También se dijo que era un edificio que se construyó como homenaje de las víctimas del 11-M o que varios operarios murieron durante su construcción, pero nada de eso es cierto», explica a este diario Jorge Romagosa, que nos hace de guía en el edificio. Mientras nos elevamos a la velocidad de la luz hasta la planta 47, la última, (el ascensor tarda 45 segundos en subir, sube a 4,2 metros/segundo), nos habla del concepto de este edificio, que, rompiendo una vez más con los falsos mitos que rodean al Intempo, nunca se concibió como un hotel.
«Es un residencial, lo que ocurre es que en muchos aspectos funciona como hotel. Es decir, hay muchas zonas de ocio, restaurante y otras facilidades que prestan los hoteles, pero aquí solo habrá viviendas que reunirá a aproximadamente 700 vecinos en los 256 apartamentos que tiene», puntualiza.
Y aunque sea un lugar de lujo y de derroche de novedades tecnológicas, también hay apartamentos para bolsillos más humildes. Eso sí, en las plantas inferiores. ¿Lo más barato? 290.000 euros un apartamento de 95 metros cuadrados entre la planta 1 y la 6. A partir de ahí, pongan sus nóminas a disposición del banco y átense el cinturón. Los más caros, como no podía ser de otra forma, son los ubicados en los anillos del diamante. Visitamos uno de ellos.
En la planta 45 esta el «pisazo»: 270 metros cuadrados y vista 360 grados, desde la playa de Poniente hasta la sierra. Un espectáculo para los sentidos. Si soñaban con él, sepan que ya ha sido vendido por unos dos millones de euros a un empresario madrileño. Si quieren hacerse con uno en la planta 35, ahorren 497.000 euros, y si prefieren la 22, reserven 370.000. «En la última planta, en la 46, está el gimnasio y la zona de cóctel-bar. También la piscina cubierta tipo spa y las salas de masaje. Todos los propietarios pueden hacer uso de las instalaciones, ya vivan en el más barato o en el más caro», apunta Jorge.

«Celebrities» en el vecindario

Mientras realizamos nuestra visita a las entrañas del Intempo, varias parejas, ataviadas con casco y chaleco, hacen lo propio con los promotores, los cuales, anécdotas, como podrán imaginar, tienen para aburrir. Desde la inversora que llegó en busca de su «piso capricho» y subió hasta la última planta corriendo (era «runner» profesional, contaba con ventaja) o aquellos hijos que presionaban a su madre para invertir en el edificio pese a que ella sufría de vértigo.
Y es que este edificio, como es lógico, no es apto para los temerosos de las alturas. Tales son sus dimensiones, que varias compañías de comunicaciones les hicieron ofertas para instalar en él sus antenas. Los propietarios se negaron.
Y ante ese despliegue de lujo, uno se pregunta si alguna «celebrity» ha posado aquí su atención: «No es un edificio de farándula y en el diamante no hay nadie conocido que, de momento, haya comprado», nos dicen. ¿Y en las torres? Silencio. Así que es posible que algún rostro del papel cuché ya este preparando las maletas para hacer la mudanza. Eso sí, es de esperar que su casa esté ubicada a partir de la planta 22, cuando las vistas de Benidorm comienzan a ser espectaculares.