Rascacielos
Intempo: el edificio residencial más alto de Europa toca por fin el cielo tras 15 años en el purgatorio
Iniciado en 2006, el rascacielos de Benidorm con dos torres de 198 metros estará terminado en julio. Entre medias, la empresa que lo promovió quebró, fue adquirido por la Sareb y rescatado por el fondo SVP Global
Para llegar a tocar el cielo, el rascacielos residencial más alto de Europa, Intempo, ha tenido que pasar por el purgatorio y flirtear con el infierno durante una década y media, la que ha mediado desde que se comenzó a construir en 2006 hasta el próximo mes cuando, según la promotora del edificio ubicado de Benidorm, Uniq Residential, finalizarán sus trabajos de construcción. Porque en esos largos quince años, el ambicioso y descomunal proyecto -dos torres de 198 metros de altura, con 256 viviendas de lujo distribuidas en 45 plantas- ha sido un coloso en llamas metafóricas: quiebras de su promotora inicial, de una de sus constructoras, abandono de los arquitectos, conflicto judicial, rescate de la Sareb... todo tipo de vicisitudes han envuelto su desarrollo.
La obra del edificio comenzó en febrero de 2006 promovida por Olga Urbana. Los planes iniciales apuntaban a que estaría finalizado a mediados de 2010. Pero el estallido de la crisis económica de 2007 y la aparición de numerosos problemas, tanto financieros como técnicos, pronto empezaron a poner en jaque esta fecha. En julio de 2009, la empresa responsable de la construcción, Estructuras Aliben, presentó un ERE temporal que afectó a 99 de sus 100 empleados. La compañía, finalmente, quebró y las obras quedaron suspendidas varios meses, hasta que en marzo de 2010 se constituyó una nueva empresa, Kono Estructuras.
Concurso de la promotora
Tras las problemas de la constructora, llegaron los de la promotora. El proyecto había arrancado con ayuda de un préstamo otorgado por Caja de Ahorros de Galicia, hoy Abanca, cercano a los 100 millones de euros. En 2012, en el marco de la crisis financiera, la Sareb, la sociedad semipública creadapara gestionar y vender los activos problemáticos de las entidades bancarias rescatadas, se hizo cargo de la deuda del edificio, que por aquel entonces estaba terminado al 90%. Dos años después, el 6 de noviembre de 2014, la Sareb solicitó ante el Juzgado Provincial de Alicante que Olga Urbana fuera puesta en concurso necesario ante su evidente insolvencia. En 2008, último año en que presentó cuentas, la promotora acumulaba ya unas pérdidas de 4,06 millones de euros y una deuda con la banca de 62,75 millones. Finalmente, el 26 de noviembre de 2014, Olga Urbana solicitó el concurso de acreedores.
Entre medias de uno y otro hito, el proyecto sufrió otro sonado contratiempo. En junio de 2013, los estudios de arquitectura encargados de la gestión de la construcción, Pérez-Guerras Ingenieros y Arquitectos Asociados y Olcina y Raduan Arquitectos, se retiraron del proyecto. Según explicaron entonces fuentes del Ayuntamiento de Benidorm y de la promotora, su renuncia venía motivada por la pérdida de confianza después de que la Sareb hubiera impuesto a la promotora el control económico del proyecto a una empresa externa. Finalmente, el testigo lo recogió Pablo Moreno Arquitectos Asociados.
Peleas en los tribunales y venta
Lo que vino después de que la Sareb tomase el control del proyecto fue un rosario de peleas en los tribunales entre los acreedores, de la propia Sareb contra Olga Urbana... que no permitieron avanzar en la construcción de las torres hasta que en 2017 apareció el salvador: SVP Global. A cambio de unos 60 millones de euros -aunque la sociedad pública nunca desveló el importe exacto de la operación- la Sareb, que lo había puesto en venta a finales de 2015 en un solo lote al no estar terminado y por los conflictos judiciales surgidos entre los acreedores, traspasó el rascacielos a este fondo con sede en Connecticut especializada en activos “distressed” o con problemas.
Tras su adquisición, SVP Global recurrió a la promotora Uniq Residential para reanudar los trabajos de construcción en 2019 y anunció una inversión de 30 millones de euros para la modernización, adecuación y comercialización del inmueble. Parado desde 2014, y proyectado casi una década antes, el rascacielos necesitaba ponerse al día de los nuevos gustos y necesidades de sus potenciales clientes. Las dos torres que integran el complejo están unidas por un icónico diamante entre las plantas 38 y 45 que propicia que los apartamentos vayan aumentando su superficie a medida que incrementa su altura. Así, los pisos comprendidos entre estas plantas son los más lujosos, con hasta cuatro habitaciones y más de 250 metros cuadrados con vistas al mar y la montaña. Tras el lifting, todos los pisos ganaron espacio con el derribo de tabiques y la instalación de puertas correderas. La gran mayoría de viviendas de un dormitorio han sido reemplazadas por otras de dos habitaciones. También se les han añadido a todas acabados de lujo “para dar respuesta a la demanda más exclusiva del mercado”, según la promotora.
Y es que las viviendas de Intempo no están al alcance de cualquiera ni dirigidas a cualquiera. Uniq asegura que ya tiene reservadas más del 40% de las 256 viviendas, cuyos precios varían desde los 250.000 euros hasta el millón. El perfil del comprador es, principalmente, extranjero, de nacionalidad rusa, nórdica, francés o alemán, “aunque también se ha apreciado un gran número de reservas por parte de españoles” según apuntaba esta semana el director de ventas y marketing de Uniq, Ángel Gregori. Igualmente, hay tres perfiles de compradores. El del inversor que pretende alquilar el piso, el del residente que lo usaría para periodos vacacionales y un perfil mixto entre quienes desean disfrutarlo una parte del año y otros meses para alquilarlo.
Intempo es un gran edificio en el más amplio sentido de la palabra. Y no sólo por su altura. La entrada al edificio ocupa 600 metros cuadrados, mientras que la parte posterior cuenta con una piscina estilo playa y otra infantil de 800 y 90 metros cuadrados, respectivamente, y una superficie total de 4.300 metros. En la parte delantera hay una zona para niños de más de 1.000 metros cuadrados y un restaurante exclusivo para propietarios con amplia terraza y lámina de agua.
En las dos últimas plantas, el rascacielos dispone de un espacio wellness con piscina tipo “infinity”, zonas de masaje, sauna y gimnasio, para totalizar más de 13.000 metros cuadrados de áreas comunitarias.
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