Estreno de verano
Hace unas semanas, la directora Belén Funes (“La hija de un ladrón”) se preguntaba en el podcast de la periodista Desirée de Fez (“Reinas del grito”) por la falta de mujeres en el género de terror patrio. La conclusión a la que llegaban ambas profesionales, conocedoras del medio en su actualidad, nos devolvía una radiografía de género, ahora femenino, bastante reveladora: tampoco es que haya muchos hombres. Detrás de nuestros últimos éxitos a nivel internacional, eso sí, encontramos un denominador común: Mar Targarona (Barcelona, 1953). La veterana productora ha sido responsable de triunfos críticos y de taquilla como “El orfanato” o “Los ojos de Julia”, pero en 2016 se lanzó a la dirección cinematográfica con “Secuestro”, escrita por ese mismo Oriol Paulo que ahora firma contratos millonarios con Netflix y al que le une más de una década de relación profesional. La misma plataforma ha servido como impulso final para financiar y distribuir “Dos”, su último proyecto que llega este viernes a nuestros cines y en el que se mezcla la aversión por los cuerpos normativos de Cronenberg con el misterio de encaje, ese que acerca su cine a lo explícito y lo sitúa en la misma conversación que a las hermanas Soska o Peter Strickland.
Cosidos y desorientados
“Como productora me ha tocado comerme la transformación del mercado, y no queda más que adaptarse. Tampoco creo que las plataformas vayan a trastocar demasiado la experiencia cinematográfica y, de hecho, como exigimos al espectador que salga de casa, que compre una entrada, y que se encierre con nosotros en una experiencia lineal, las películas destinadas al cine deberán ser cada vez mejores”, explica Targarona a LA RAZÓN desde una terraza de Málaga, ciudad donde presentó la película el pasado junio en el marco del Festival de Cine. “A mí me da igual que la gente vea luego mi película en una plataforma, a mí me interesa que vayan y la vean en el cine”, añade sincera sobre su nuevo filme, en el que una pareja se levanta cosida a la altura del ombligo tras un encuentro sexual furtivo.
Sin un motivo que explique su visceral “castigo”, los protagonistas (Pablo Derqui y Marina Gatell) deberán ir reconstruyendo sus vidas hasta llegar al momento en el que entraron en la habitación. Como si un esqueje de “Saw” se insertara en un árbol de Agatha Christie: “Casi todo lo que se ve en la película son efectos prácticos, hemos tirado muy poco de digital porque siempre hubo una pulsión artesanal en la película”, explica la directora sobre un sincero metraje -de apenas setenta minutos- en el que los intérpretes están desnudos, uno frente al otro, la mayoría del tiempo: “Fue bastante incómodo para los actores, incluso diría que duro, pero creo que en la película prima el buen gusto. La puesta en escena puede ser percibida casi como teatral porque tuvo mucho ensayo y mucha repetición, para que los movimientos de ambos actores andando por la habitación, cosidos por el abdomen y desorientados, fueran realistas”, completa.
“La definiría como una película angustiosa, que se atreve a ir un poco más allá sin caer en lo soez. Hay escenas sexuales y sensoriales, con muchos sentimientos contradictorios que le aportan un matiz especial”, reflexiona Targarona, sobre unos referentes inmediatos que más allá de esa Nueva Carne que tan de moda está por el triunfo de “Titane” en Cannes, aleja ciertamente del género para apuntar: “Mis guías son siempre los mismos, Steven Spielberg y James Cameron. Y quizá Hitchcock, claro”. Con su estreno en una decena de salas esta semana y su posterior integración en el catálogo de Netflix, “Dos” apela a la recuperación de ese cine adulto por calado y no por temática, y a la adaptación del alto concepto del terror que triunfa una vez encuentra su hueco en las plataformas (“Hereditary”, “Babadook”). O lo que es lo mismo, intenta hacerse eco de las fórmulas del horror revestido de psicología de personajes para intentar epatar con el espectador en una resolución final a la que, quizá, le falta la fuerza argumentativa que sí destilan sus imágenes y su poderosa banda sonora.
“Mi idea siempre fue jugar con el morbillo. ¿Son culpables de algo? ¿Merecen ese castigo? ¿Por qué están allí? Quería hacer también una película adulta que apelara a los jóvenes, que les pudiera gustar. Y me he llevado muchos palos por ello, porque siempre hay quien te dice que ese “target” ya no ve películas”, se despide en confesión la directora y productora, que viene de triunfar en taquilla con “El fotógrafo de Mauthausen” y ya está ultimando “El cuco”, un “thriller” marca de la casa con Marta Nieto como protagonista.