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Cine

Sahraa Karimi: “El régimen talibán dejará sin referentes a una generación entera de mujeres”

La directora afgana, ahora refugiada y responsable de Afghan Film hasta la caída de Kabul, visita Madrid estos días para proyectar su última película: “Hava, Maryam, Ayesha”

La directora afgana Sahraa Karimi, de visita estos días en Madrid para concienciar sobre la situación de la mujer en Afganistán
La directora afgana Sahraa Karimi, de visita estos días en Madrid para concienciar sobre la situación de la mujer en AfganistánPEDRO MAMBRÚ

En agosto del año pasado su cara abrió informativos y ocupó portadas de prensa en medio mundo. Sahraa Karimi (Afganistán, 1983), se convirtió en la personificación del horror mediante un video compartido en Instagram en el que, mientras acudía al banco, se veía sorprendida por el sonido de los helicópteros americanos sobrevolando Kabul y anticipando la caída de la ciudad en manos del régimen talibán. La, hasta entonces, directora de la filmoteca Afghan Film y reconocida realizadora visita Madrid este mes en condición de refugiada y profesora de audiovisual en Roma, invitada por CIMA (Asociación de Mujeres de Cine) y la Academia de Cine, para proyectar sus películas, concienciar sobre la represión de los Derechos Humanos en Afganistán y, sobre todo, no permitirnos olvidar la tragedia diaria de millones de mujeres y niñas. En febrero, será también la encargada de entregar uno de los Premios Goya.

“Era muy joven cuando mis padres emigraron de Afganistán a Irán, y de ahí a Eslovaquia. Tenía 17, en 2001. Empecé a estudiar cine y así me desarrollé hasta 2012, cuando me doctoré. Había hecho muchos cortometrajes y me he desarrollado como profesora, apadrinando varios cortos y largos muy exitosos. Tenía un gran futuro por delante en la academia eslovaca, pero justo ahí decidí volver a Afganistán. Convertirme en una contadora de historias para mi propia gente, y experimentar la sensación de estar en casa. Desde el 2013 estuve trabajando en Afganistán, no sin problemas porque no tenía miedo a callarme. Seguía teniendo una mentalidad occidental en términos de libertad de la mujer, por ejemplo. Era una extranjera en mi propio país, en cierto modo”, explica con sinceridad Karimi a LA RAZÓN, desde una de las oficinas de la institución más importante de nuestro cine, como si lo regio del espacio no casara con lo duro de sus palabras y la franqueza de su mirada.

Karimi durante el coloquio y proyección que organizó CIMA en la Academia de Cine
Karimi durante el coloquio y proyección que organizó CIMA en la Academia de CinePEDRO MAMBRÚ

-En otra entrevista sería una obviedad, pero, ¿cómo está?

-Estoy bien, de algún modo cada vez más sana de mi dolor y de mis decepciones. Cuando los seres humanos experimentamos un trauma así, el dolor siempre viene mucho después, no en el momento. Intento seguir viviendo.

-¿Le causa estrés emocional recordar el pasado verano?

-Cualquier evento que nos permita seguir hablando de la situación en Afganistán y compartir nuestras películas y nuestras historias es bueno, es positivo. Es importante que el mundo sepa que, durante unos años al menos, la vida en Afganistán se pareció mucho a la normalidad. Entiendo este tipo de coloquios y charlas como una responsabilidad, sobre todo por las mujeres de mi país. Ya no soy una cineasta, o una mujer directora, me han convertido en una activista por la gente de Afganistán que quiere libertad. Los talibanes quieren recluir a las mujeres en sus casas, y que las niñas no vayan a la escuela. Se han cerrado universidades, periódicos y partidos. El mundo debe saber qué está ocurriendo.

-Usted ha dicho en alguna ocasión que en Occidente no se llega a entender el caso afgano. ¿A qué se refiere?

-Los talibanes no son trogloditas que viven en cuevas y disparan al aire. Son una organización paramilitar bien formada y experta en propaganda y comunicaciones. Saben cómo usar a los medios, también. Ser una mujer en el mundo de 2022 es difícil, pero en ningún lugar del mundo es más difícil que en Afganistán. Lo peor, eso sí, creo que es la situación de las niñas. Muchas nacieron después de la guerra de 2001, entonces experimentaron la libertad y el cambio de régimen, solo para despertar del horror en plena flor de la vida.

La directora afgana el día en el que cayó Kabul en manos de los talibanes, en el video que dio la vuelta al mundo
La directora afgana el día en el que cayó Kabul en manos de los talibanes, en el video que dio la vuelta al mundoLa Razón

-¿Qué piensa usted cuando se habla de reconocer a los talibanes y su Gobierno?

-¿Puedo ser franca? Hasta maleducada, no sé. Hablan desde el estómago. Y lo tienen lleno. Se permiten decir barbaridades así porque nunca han pasado hambre, nunca han tenido que vivir bajo el régimen de una organización terrorista y nunca han tenido que salir corriendo de su país, de su casa, temiendo por su vida. No hay ni una sola razón democrática y en defensa de los Derechos Humanos que pueda justificar el reconocimiento del régimen talibán. Durante décadas han matado en nombre de echar al invasor y ahora piden el reconocimiento de ese mismo invasor. No tiene ningún sentido.

-Cuando usted presentó su película en Venecia, ¿creía que Kabul caería tan rápido? ¿Qué todo ocurriría tan sumamente deprisa?

-No. Nunca lo imaginé. Ni siquiera esa mañana del video me lo imaginaba, cuando fui al banco. Los seis meses anteriores a la caída ya había habido varios asesinatos, atentados y bombas, pero lo habíamos aceptado, por así decirlo, en nuestra realidad. Pero claro, no esperábamos que nos dejaran solas. El mismo día que los talibanes tomaron Kabul no me lo podía creer. Muchos días después seguía sin creérmelo. Pero pasó. Y ahora hay algunos políticos afganos que están dando entrevistas sobre qué ocurrió en esos días, pero no hay nada que pueda justificar o explicar qué ocurrió. Es el fallo completo de nuestros políticos, y de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos. Los talibanes solo se aprovecharon de ese fallo estructural.

-¿Cree usted que vamos a perder archivo y filmografía, historia del cine afgano?

-Puede ser, pero realmente no me preocupa tanto porque casi todo lo conservamos fuera en formato digital. Lo importante es que hemos perdido y vamos a perder años y años de testimonios. Los cineastas no pueden hacer cine, los fotógrafos no pueden hacer fotos, los periódicos no pueden publicar lo que quieren. Se ha perdido una generación entera. ¿Cuál era el problema de mi generación? Que apenas teníamos referentes. El régimen talibán dejará sin referentes a una generación entera de mujeres. No tenemos referencias para aprender de nuestros errores. Siempre se escribirán muchos libros de historia, con muchos sesgos, pero es realmente la cultura la que tiene el poder de transformar los pensamientos y abrir las mentes. Los talibanes no tienen identidad cultural.

-¿Hay solución? ¿Es reversible?

-El daño para las mujeres, y para el arte es irreversible. Hay algo tremendamente grave y es que más allá del integrismo radical, hay que tener en cuenta que para el talibán no existe la cultura, no tiene hueco, y eso no tiene remedio rápido.