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Arte

Carmen Thyssen: «Hubo momentos en que tuve dudas de que alcanzáramos el acuerdo»

Acaba de firmar un contrato de arrendamiento, por el que percibirá 6,5 millones anuales, para que su colección se quede en el Museo Thyssen durante quince años. «Seguramente, en unos años, mi colección valdrá bastante más», asegura

Todos los ritos están presididos por un símbolo y la firma del arrendamiento de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza tenía que estar presidido por el «Mata Mua» de Paul Gauguin. Un cuadro que se ha convertido en el icono del tira y afloja de una tensa negociación y que ahora es, junto al retrato de Giovanna Tornabuoni, de Ghirlandaio, el cuadro más conocido del Museo. La baronesa se empeñó en que el «Mata Mua» estuviera en el museo a principios de esta semana. Quería que bajo la alargada sombra de esta obra se escenificara la rúbrica del contrato de arrendamiento que asegura la permanencia de 330 obras de su propiedad en las salas del Museo Thyssen. A cambio percibirá seis millones y medios de euros, más el IVA, a lo largo de los próximos quince años, lo que supone un montante total de 97,5 millones de euros. «Le dedico esto a mi muy querido Heini. Él quería ver esto unido. Es un día maravilloso e histórico. Me he emocionado. Sigo emocionada de hecho, sobre todo por mi marido. Es muy difícil conseguir que mi esposo tuviese aquí este museo maravilloso, ocho años luchando para conseguir que su colección estuviese libre y pudiera traerla aquí. Es un día muy importante», declaró después de la firma.

Cinco años de negociaciones. ¿Muy largos?

Me hubiera gustado que todo hubiera sido más corto. Ha habido días de mucha dedicación, con noches que fueron duras, en las que no se duerme. Pero he tenido muy buenos abogados y me han ayudado, que han tenido una enorme paciencia y los diferentes ministros, también la han tenido.

¿Cuál fue el escollo más duro?

Han sido muchos, pero algo que lo ha complicado todo a lo largo de este periodo han sido los cambios sucesivos de ministros que, en ocasiones, se producían cuando ya estábamos cerca de encontrar algunos puntos en común. Pero también hay que decir que todos con los que he tratado se han portado muy bien y he tenido una enorme sintonía con ellos. Todo eso ha servido para finalmente poder dejar la colección de manera adecuada. Pero, por encima de eso, por lo que estoy más contenta es porque se ha podido quedar en el Museo Thyssen. En el fondo, si lo piensa, en mi colección está la misma forma de coleccionismo que la que tenía mi marido. Es el mismo gusto. Muchos cuadros fueron adquiridos por él, pero otros muchos por m. Los dos siempre manteníamos el mismo criterio en este asunto. El coleccionismo no es nada fácil. Lo mejor, además, es que todas estas obras estén en las salas los museos, para que se pueden disfrutar y que se conserven en ellos. En el Museo Thyssen hay cuadros que se remontan hasta el siglo XIV y que están bien protegidos ahí. Hay que tener en cuenta que muchas obras de arte importantes se hubieran perdido a lo largo de la historia si no hubiera sido por los coleccionistas que las compraban y que se esforzaban para mantenerlas a salvo y en un perfecto estado.

¿Ha tenido dudas en algún momento de las negociaciones?

Sí, han existido dudas y titubeos de que al final alcanzáramos un acuerdo. Sobre todo, por que existían otros países que habían mostrado un claro interés por llevarse esta colección. Pero yo siempre he creído en España y en el Thyssen. Y por eso siempre he apostado para que se quedara aquí.

¿Ha tenido ofertas en firma, con cantidades, por la colección?

Sí ha habido opciones y en firme. Provenía de fuera de Europa. Hay que tener en cuenta que este conjunto de obras tiene bastante interés porque es una colección que cuenta con piezas de maestros antiguos y con grandes nombres del impresionismo y el posimpresionismo. Hay cuadros de muchas épocas diferentes, con obras italianas, del expresionismo alemán. Es una de las mejores colecciones privadas del mundo.

¿Cuánto le han ofrecido por el Mata Mua? Veo que está valorado por 250 millones.

Es la oferta que tuve para venderlo. Existe otra que alcanzaba los trescientos millones, para que se produjo en firme fue la primera. Provenía de un museo. Por eso ahora ve que está valorado en esos millones

¿Se ha convertido en un emblema o lo ha convertido usted en un emblema este cuadro?

Bueno, en realidad, también tuvo que ver la Prensa. Cuando salió de España, y lo tengo guardado, los medios publicaron que había tres cuadros que resultaban muy importantes en este país: «Las Meninas» de Velázquez, en el Prado; el «Guernica», en el Reina Sofía, y el «Mata Mua». Se apuntó ya que era una obra sobresaliente cuando se fue a Andorra.

¿Hay ahora una rivalidad entre el retrato de Giovanna Tornabuoni y el «Mata Mua»?

(Risas). No, para, ni en el valor ni tampoco en el resto. No existe rivalidad entre esas dos obras, porque, además, cada una de ellas es muy diferente. Jamás podría haberla. Es cierto que algunas personas sentirán cierta predilección por un cuadro o por el otro, por estilo que representan y los años a los que se circunscriben, pero no tienen nada que ver. Pero te voy a decir que a mí el que siempre me gusto de la colección Thyssen es «Joven caballero en un paisaje», de Carpaccio. Es una obra que me enloquece. Es verdad. Pero, en relación con el «Mata Mua», según comentan los expertos, cuando lo presté al Metropolitan de Nueva York para que participara en una exposición, donde precisamente le dieron la portada del catálogo, es que era un gran cuadro y uno de los más completo del artista, más de lo que él quería.

Valoración 1.700 millones. ¿Es justa? ¿Cómo la ve?

Puede que ser que valga más, pero es un precio que se atiene a la garantía que extiende el Estado. Seguramente, en unos cuantos años valdrá bastante más. En realidad, no he puesto en venta esos cuadros así que no sé lo que podrían alcanzar si salieran al mercado.

Hay una parte del contrato que hace referencia posibles ofertas en el futuro por parte de España. ¿Le gustaría que el Estado ofreciera alguna por la propiedad de la colección antes del vencimiento de estos quince años?

De momento, mi principal ilusión se ha cumplido y es que estén en el Thyssen. Mi preocupación, que es común en el coleccionismo, es la de proteger las piezas que componen una colección. Los cuadros no están para guardarlos en una casa privada. Yo siempre me siento orgullosa de que estén colgados en el museo y que los vea la gente. Esta idea formaba parte de mí ya en el año 1992, y la sostenía también mi marido. Y no he cambiado en nada esa idea. De hecho, en este periodo también he adquirido otros. En la sede que tengo en Málaga, por ejemplo, hay una colección de cuadros del siglo XIX y XX muy completa. En Madrid, incluso hay cuadros que no están en las salas y que están distribuidos por otras salas del museo.

También se ha incluido un cuadro de su hijo, Borja. Una obra de Picabia.

Él siempre ha tenido un gran espíritu coleccionista y es de las cosas de las que más me alegro. Ahora acaba de adquirir uno en Estados Unidos que lo va a mostrar en una exposición y que es muy bonito, muy bueno, de Charles Bell. Que sus cuadros estén aquí, revaloriza la colección y ayuda a que sea más completa. Uno de ellos es un Richard Estes.