Sección patrocinada por sección patrocinada

Libros

Vicente Vallés: «Estoy convencido de que en el Kremlin hay un topo y que eso pone nervioso a Putin»

El periodista publica «Operación Kazán», donde la CIA, el CNI y antiguos espías de la Guerra Fría intentarán frenar un plan de Rusia que supondría un cambio radical en la estabilidad mundial

Vicente Vallés presenta su novela “Operación Kazán”, una trama de espionaje que recorre gran parte del siglo XX y el XXI, y en el que están implicados el KGB, la CIA y el CNI
Vicente Vallés presenta su novela “Operación Kazán”, una trama de espionaje que recorre gran parte del siglo XX y el XXI, y en el que están implicados el KGB, la CIA y el CNIAlberto R. RoldánLa Razón

Vicente Vallés ha articulado una trama de espionaje sobre un antiguo plan de la KGB que amenaza con desestabilizar nuestro mundo y que implicará a agentes rusos, americanos y españoles para evitar que suceda lo peor. El periodista y escritor publica «Operación Kazán» (Espasa), Premio Primavera de Novela. Una obra que arranca en 1922, en Nueva York, recorre los principales escenarios del siglo XX y ofrece claves que son esenciales para entender qué pasa hoy. «Estamos viviendo unos tiempos en los que cualquier ficción compite con dificultad con lo que está ocurriendo. En esta novela, los lectores leerán situaciones que reconocerán muy bien».

Siguen vigentes las tensiones de la Guerra Fría.

Hubo un momento en que Occidente creyó que, con la caída de los regímenes comunistas y el desmembramiento de la URSS, la Guerra Fría terminaba y se iniciaba un periodo de paz y colaboración entre los dos bloques. Esa esperanza duró poco tiempo, solo la década de los 90. Con la llegada de Putin, descubrimos que estábamos volviendo a algo que no era igual a lo que fue la Guerra Fría, pero sí a una tensión permanente. Ahora esta tensión se ha disparado a unos límites que nos devuelve a episodios que pensábamos que ya nunca se repetirían en Europa porque son más propios de la primera mitad del siglo XX que de la primera mitad del XXI.

¿Hay un pulso entre la democracia y la autocracia?

Estamos en la primera guerra entre las autocracias modernas y las democracias liberales, que ahora intentan sobrevivir en un mundo donde crecen las autocracias. La autocracia creada por Putin es heredera de las tradiciones de la URSS con las novedades propias del siglo XXI.

¿Es Putin una pieza obsoleta de la Guerra Fría?

Visto desde la mentalidad occidental, es un personaje extemporáneo, fuera de nuestro tiempo. Pero él no lo ve así y mucha gente en Rusia, tampoco. Ellos se consideran merecedores del rango de superpotencia que tuvieron en la época de la Unión Soviética. Eso alimenta el nacionalismo ruso. Lo piensan porque son poseedores de armas nucleares y creen que tienen derecho a que una parte del territorio europeo debe estar bajo su control, como ocurría en los años del telón de acero. Esa mentalidad no la han perdido. Visto desde Occidente, esa mentalidad nos parece antigua. Los conflictos que vivimos tienen que ver con esa visión distinta que hay en las democracias y la autocracia de Rusia, que es más imperialista.

¿Hay un juego de espionaje?

Tenemos ahora un caso que deja claro hasta qué punto es determinante el espionaje. Antes de empezar la guerra de Ucrania, Biden advertía de que la invasión era inminente. Muchos pensaron que se había vuelto loco, pero se produjo. La CIA, lo he hablado con personas que conocen bien la materia, tiene información detallada de lo que pasa en el Kremlin. Esto deja a las claras hasta qué punto es clave la información, si esbuena.

¿Hay topos?

Estoy convencido de que en el Kremlin tiene que haber ahora mismo un topo y que eso está poniendo nervioso a Putin. Lógicamente no te lo puedo certificar, pero lo que pasa y la buena información que la CIA tiene de los operativos de Rusia, quizá tenga algo que ver con alguien muy bien colocado en la administración de Putin que está dando información.

¿La guerra de Ucrania podría extenderse?

Quiero tener la esperanza de que la guerra más allá de Ucrania no la quiere nadie, ni Putin. Él ha tomado una opción arriesgada para el mundo, pero también para sí mismo, porque es una apuesta que ganas o pierdes. No hay vía intermedia. No creo que quiera arriesgar más de lo que ha arriesgado, que es mucho. Un paso más en esa apuesta es la derrota segura. Y a costa de muchas personas. Creo que a Putin le importa mucho él mismo.

Vicente Vallés
Vicente VallésAlberto R. RoldánLa Razón

¿Están en peligro las democracias liberales?

Las democracias liberales vamos a seguir existiendo y siendo fuertes, pero vamos a tener que aprender a compartir el mundo con las autocracias. Hay una amenaza en países europeos de que estas tentaciones autocráticas también se extiendan. Hemos visto ejemplos en Hungría, Polonia... Los niveles de no cumplimiento de las normas de la democracia preocupan en la UE. El riesgo de que la tentación autocrática llegue a países con tradición de democracia liberales es posible, pero la democracia liberal en Occidente es firme. Además, este conflicto en Ucrania ha hecho ver la importancia que poseen dos organizaciones que estaban en pausa: la OTAN y la UE. Las dos han sabido reforzarse por la crisis de Ucrania y unirse. Por primera vez, tenemos en la UE una política exterior común ante un hecho crítico como este. Esto está generando, incluso, cierto patriotismo europeo, que es una cosa importante, que tengamos la sensación de que formamos parte de una comunión amplia de países que queremos algo parecido: sostener las democracias liberales a largo plazo, que sean firmes y tengan capacidad para defenderse de las autocracias y plantar cara cuando se trata de un autócrata como Putin.

A Putin no le ha salido bien su apuesta

Se ha encontrado con algo que no esperaba. Una respuesta colectiva de Occidente. Una fuerte unidad entre Estados Unidos y la UE no era fácil. Eso le ha descolocado. Él daba por supuesto que el interés de Alemania por el gas ruso, iba a hacer que este país se desgajara de una política común de la UE y se ha encontrado que se ha mostrado firme. Si algo hay que sacar en positivo de esto, y es difícil sacarlo de una guerra, es precisamente cómo ha cohesionado a la UE y a la OTAN para defender la democracia liberal, que es el gran lujo que tenemos los europeos en un mundo donde las autocracias son sólidas.

¿Fue Trump un aliado ruso?

Ha sido alguien útil para Rusia. No ha sido un espía ni nadie que haya querido colaborar con Rusia, pero sí ha sido una persona que, por su forma de ser, se sentía atraído por la personalidad de Putin. Llegó incluso a alabar al líder de Corea del Norte, que ya es alabar. Su peculiar personalidad le hacía pensar que podía ser alguien como Putin. Tan poderoso y tan determinante en su país como él y, también, eternizarse en el poder. Su admiración por los autócratas era evidente. Estos días he hablado con un viejo responsable de la CIA para Rusia, y me comentaba: «¿Qué hubiera sido de esta situación si en lugar de ser presidente de Estados Unidos Joe Biden hubiera sido Donald Trump?». Me aseguraba que el desastre de esta guerra sería mayor si Trump estuviera en la Casa Blanca. Con Trump, la unidad de la OTAN no se habría mantenido de igual manera. De hecho, él no creía en la OTAN.

Trump demostró la importancia que tienen las instituciones para sostener la democracia.

Las instituciones son la democracia liberal. Representan la fuerza de los países libres. Eso es lo que quería Trump: debilitar las instituciones del único país que ha sido democrático desde el primer día. Consiguió dañarlas, pero no destruirlas y las propias instituciones acabaron con él. Su mandato terminó por las elecciones libres. Su intento para reducir las capacidades de las instituciones, que son la esencia de la democracia, no tuvo éxito.

En su libro, Stalin se burla de las debilidades de las democracias. ¿Cómo afecta la división política a las democracias?

Las tensiones políticas y la polarización en países occidentales, como España o Francia, no ayudan a fortalecer las democracias liberales, que han progresado gracias a una tradición de partidos de izquierda y de derecha centrados. Ha sido orillar a los extremismos para favorecer la centralidad. Con diferentes políticas, pero dentro de un marco, se ha desarrollado la convivencia democrática. Una vez que la polarización se extiende, las dificultades para la convivencia aumentan. Ahora eso se está complicando, porque cuanto más extremas son las situaciones, mayores tensiones existen en las sociedades y la democracia sufre.

¿Es necesaria la colaboración?

Hay una expresión anglosajona que me gusta y que aplican para esos tiempos en los que no encuentras una solución para las dificultades: «Back to Basics». Volvamos a lo básico. Estamos olvidandociertas medidas básicas que antes nos permitieron resolver problemas incluso más difíciles de los que tenemos ahora. En España eso sería volver a la mentalidad de la Transición, donde las posturas más extremas aceptaron «desesextremarse» y buscar la centralidad para que los ciudadanos vivieran juntos. Quizá tengamos que revisar nuestra propia historia para entender qué es lo que hay que intentar a partir de ahora.

Desinformación, bulos...

La desinformación se ha extendido en parte por la facilidad que ofrecen las redes o internet. Esto ha tenido una incidencia en las elecciones del Brexit y otras. En Holanda y Francia se han hecho investigaciones. Más allá de la desinformación, ha habido un apoyo de Rusia a partidos extremistas en Occidente para crear tensiones sociales y políticas. En el caso de Cataluña, hay una investigación abierta en la UE sobre las conexiones de Puigdemont con Rusia. Son relaciones confirmadas por los protagonistas. Esto existe y va a existir y hay que estar preparados. Hay quien dice que el periodismo se acaba, pero creo que el periodismo cada día es más importante, porque es una referencia de veracidad en contra de la información falsa que circula por internet.

¿Qué le ha desilusionado más del periodismo?

Si hay algo que no me gusta es que el usuario de la información llegue a pensar que algún periodista esté usando argumentarios que no vienen del periodismo, sino de la política. Eso daña la imagen del periodismo en la democracia. Es un riesgo que hay que intentar evitar. En los medios tradicionales, lo intentamos, pero siempre cabe la posibilidad de que alguno esté usando argumentarios políticos.