Abdulrazak Gurnah: “El trauma que vive una familia de inmigrantes se transmite a la siguiente generación”
El Premio Nobel de Literatura, y el primer escritor de color en recibir este galardón en los últimos treinta años, presenta en España “A orillas del mar”, su sexto trabajo
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Abdulrazak Gurnah, Nobel de Literatura. Un escritor tan discreto que cuando recibió el máximo galardón de las letras, en las librerías españolas solo había disponible un puñado de ejemplares. No importó que hubiera recibió el Booker ni que su novela «Paraíso» mantuviera el prestigio reservado para los grandes libros. Pero ahora ya no existen excusas para desligarse de su lectura. La editorial Salamandra está publicando su obra. Ahora edita «A orillas del mar», su sexto trabajo, uno de esos textos con evocaciones a diferentes culturas que sintetizan muy bien sus principales virtudes narrativas y las preocupaciones esenciales que suelen aparecer en sus libros: las raíces culturales, el colonialismo, la inmigración y el peso de las grandes metrópolis. «Estoy convencido de que el trauma que vive una familia de inmigrantes se transmite de un modo u otro a la siguiente generación. Yo llegué a Inglaterra a los 18 años y creo que hubiera sido distinto si hubiera tenido once. A los 18, una persona ha vivido ya una vida y es difícil olvidar ciertas cosas. Pero pasar la adolescencia en otro país, con esa experiencia familiar compartida, supongo que es más difícil por la confusión que puede generar en los niños».
Abdulrazak Gurnah es un novelista de respuesta generosa y reflexión calculada, que prefiere un razonamiento bien enhebrado que una frase de titular. Una delicadeza intelectual inusual que le permite asomarse a los abismos actuales del mundo con serenidad. «Ahora siento compasión, igual que todos, por lo que está sucediendo en Ucrania. Qué se puede sentir cuando se ve un ataque cruel y malévolo sobre los hogares de tantas personas. Es terrible ser testigo de la guerra de Ucrania. La suerte que han tenido, dentro de su desgracia, es que los países vecinos han respondido con una enorme comprensión hacia ellos. No todos los pueblos son recibidos de esa manera. Pero, la verdad, es que solo se puede sentir tristeza cuando ves a estas personas huir y perder a sus seres queridos».
Dos clases de desplazados
El novelista, que es optimista sobre el futuro de la literatura, pero que tampoco vierte sobre los libros capacidades extraordinarias para hacer cambiar y evolucionar a las personas, sí matiza la diferencia evidente con la que Europa acoge a unos inmigrantes y a otros. «No me sorprende la simpatía general en Europa hacia los ucranianos, porque son familia de alguna manera. Pero sí que entristece que esta clase de preocupación humana no se extienda también a afganos, sirios o los refugiados de Iraq. Esto ha servido para exponer la actitud sesgada que existe hacia personas procedentes de otros países».
Abdulrazak Gurnah se refirió al mundo colonial, con sus sobresalientes injusticias, y este mundo de masivas migraciones, que también arrastran las suyas, que, para nada, son menores. «No estoy seguro de que los lectores sean hoy más conscientes o más comprensivos respecto a los refugiados y las personas desplazadas que en otras épocas, pero deben ser más sensibles, aunque solo sea porque estos acontecimientos terribles aparecen en los diarios: ahí vemos cómo las personas se ahogan en el mar. Es innegable que ha habido una mayor concienciación, pero también es cierto que en algunas partes de Europa todavía existen ciertas reticencias». Y aquí el escritor subraya un aspecto: «Existe una reticencia hacia los extraños y eso no supone ninguna novedad. Pero sobre todo tiene que ver con las personas que provienen del sur del mundo, y esto tiene que ver con el racismo. No todas las naciones responden igual. Alemania, España y Portugal han acogido a muchas personas, pero en otros países se habla del movimiento de personas como si estas vinieran aquí para robarnos la prosperidad y arruinar nuestras cómodas vidas».
El papel que juega la literatura en un problema de esta enorme gravedad, consiste, para él, en su capacidad para despertar empatía en los lectores y transmitir conocimiento. «No se trata solo de la migración, sino que la literatura nos enseña las cosas que no sabemos. Leemos libros por diferentes razones, por el placer de entrar en un texto, descubrir palabras escritas de una manera hermosa, ahondar en un episodio o entender a una persona. La literatura nos sirve para reconocernos. Pero también para conocer lo que no se conocía y hacerlo de una manera más profunda. La literatura permite humanizar los conocimientos académicos y a difundirlos. Nos hace accesible el saber y nos permite entrar en experiencias».