“Correspondencia”: Zweig y Strauss, una amistad bajo la batuta de Hitler
★★★★
Toni Montesinos
Nada hay más íntimo que la correspondencia sincera, privada, que se dirige a otro interlocutor en el que se deposita la confianza y se comparte el malestar, el miedo, la problemática emocional y material. Stefan Zweig fue el receptor de muchas misivas de incontables personalidades de la cultura que, juntas, nos retratan toda una época y, en su caso, el desmoronamiento de Europa. La editorial Acantilado nos proporciona la manera de adentrarnos en la privacidad del autor austriaco mediante la correspondencia que mantuvo con su mujer Friderike y los escritores Hermann Hesse y Joseph Roth, que siempre vieron a Zweig como un hombre generoso y solidario, preocupado y leal.
También al autor de «El mundo de ayer» le interesó la música clásica y escribió libretos para este ámbito, además de ser coleccionista de partituras y cartas de músicos. Y ese es el primer asunto de «Correspondencia (1931-1935)» entre él y Richard Strauss (traducción de Carlos Fortea): concretamente, el hecho de que Zweig le envía a su admirado músico una epístola de Mozart que ha editado de forma reciente para darla a conocer. Asimismo, surge el Strauss en la recta final de su carrera como compositor operístico, muy marcado por la de-saparición del que había sido su principal libretista, Hugo von Hofmannsthal.
Conciertos en la guerra
En varios momentos Strauss se muestra alicaído, destinado a un retiro que no desea, si Zweig no acaba colaborando con él en el proyecto de su ópera «La mujer silenciosa», de gran calidad pero que se ha representado muy poco en las últimas décadas. Y es que Zweig estaba en el punto de mira del III Reich, que querían impedir al judío trabajar con el músico, que acabaría permaneciendo en la Alemania nazi y dirigiendo óperas y conciertos durante la Segunda Guerra Mundial. Con todo, su última misiva a Zweig, en diciembre de 1935, fue interceptada por la Gestapo y el propio gobernador de Sajonia, Martin Mutschmann, se la envió a Hitler jactándose de que en la segunda representación de la obra apenas hubo público y que la tercera función fue cancelada. Unas palabras que hacían bueno un comentario de Zweig a Strauss: «Es una pena que yo mismo no pueda trabajar libre y abiertamente para usted. Pero las medidas oficiales, lejos de relajarse, se han vuelto más severas».
▲ Lo mejor
El proceso de ver cómo ambos artistas van hablando de un proyecto musical común
▼ Lo peor
Hubiera estado bien un prólogo contando cómo fue la relación profesional entre los dos