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Contracultura

Manual para participar en el debate público y no ser eliminado

Bernat Castany publica un álbum ilustrado de “autodefensa mental” fundamental para combatir los tiempos

Para Bernat Castany, "la libertad de expresión siempre está amenazada"
Para Bernat Castany, "la libertad de expresión siempre está amenazada"Frank AugsteinAgencia AP

En un momento social en el que el debate y la conversación pública se desarrollan marcados por la crispación y el enfrentamiento, cuando parece que ni unos ni otros tienen el más mínimo interés en entenderse y asistimos estupefactos (o no tanto ya) a comportamientos intolerantes en un extremo y otro; cuando se recurre casi a los mismos argumentos para no escuchar al de enfrente y la emocionalidad exacerbada impide alcanzar un acuerdo de mínimos que permita el diálogo, un libro como Pensamiento crítico ilustrado es un acontecimiento y una brillante ocurrencia a celebrar. Con este álbum ilustrado, una suerte de guía visual y práctica de filosofía, manual de «autodefensa mental», uno aprenderá a desenvolverse entre falacias, sesgos, prejuicios y emocionalismos «con los que nos manipulan y (no debemos subestimar nunca nuestra capacidad de autoengaño) nos manipulamos», explica Bernat Castany, su autor.

Castany, escritor y profesor de Literatura en la Universidad de Barcelona, autor también del imprescindible ensayo La filosofía del miedo, se decantó por este llamativo formato, todo un acierto y una delicia, debido a su interés por la filosofía práctica, en primer lugar, que «de forma tradicional», cuenta, «ha recurrido a la narración, la poesía, el humor o el dibujo para ayudar al cifrado, memorización e incorporación de ideas. El dibujo y la literatura conformarían una especie de enzima que nos permitiría catalizar las ideas filosóficas con el objetivo de convertirlas en reflejos existenciales. Me ha fascinado siempre el género literario del emblema, prácticamente olvidado en nuestros días, que consistía en la unión de un dibujo de corte alegórico y un lema, escrito muchas veces en verso y que expresaba una determinada idea o consejo. Me parecía una buena idea para captar y mantener la atención de un público lector acostumbrado a ritmos rápidos, intermitentes y muy visuales de lectura».

Manual para participar en el debate público y no ser eliminado
Manual para participar en el debate público y no ser eliminadoJae Tanaka

Las ilustraciones, obra de Cinta Fosch, son, efectivamente, una parte importante de la obra, pues no se limita a acompañar el texto o simplemente ilustrarlo, sino que «ha dialogado con él, añadiendo sus propias ideas y matices, logrando un resultado increíble». Defensa y elogio, también, del pensamiento crítico y los grandes principios y valores de la ilustración, como base de toda democracia. «Podríamos decir, con Niestzsche», reflexiona Castany, «que el pensamiento es un motor bicameral, en el que una cámara calienta, para ponerlo en marcha, y otra enfría, para evitar que se sobrecaliente. El pensamiento crítico enfriaría no solo el dogmatismo de los demás, sino también el nuestro. Y el pensamiento ilustrado, calentaría, generando el deseo de verdad, la ambición de libertad, el rechazo de las injusticias, el sentido de solidaridad, el valor... Sobre esas dos piernas debe caminar toda democracia. De un lado, el “atrévete a saber” de los ilustrados; del otro, el “¿qué sé yo?”, de Montaigne. Como dijo Kant, la Ilustración no es un estado, sino un proceso inacabado e inacabable. No creo que ésta haya triunfado nunca, aunque ha habido épocas un poco peores y otras un poco mejores, y a veces mucho mejores y mucho peores, aunque no por mucho tiempo».

Peor que ayer

¿Y hoy?, le pregunto. «Hoy estamos un poco peor, pudiendo llegar a transformarse en un momento mucho peor. Pero no creo que por mucho tiempo. Es la hora, como siempre lo es, de luchar y resistir. Yo intento seguir el principio humanístico que afirma que la condición humana es, fundamentalmente, la misma en toda época y en todo lugar». Y nos regala una herramienta, este libro delicioso, para que también nosotros podamos luchar y resistir, defender nuestras libertades en un momento, el actual, en el que la libertad de expresión se encuentra amenazada. «Como siempre», añade Bernat.

«La libertad de expresión siempre está amenazada y nuestra época no es una expresión. La libertad de expresión depende de la libertad de pensamientos, que está amenazada por la ignorancia, el prejuicio, el interés, el puritanismo o la precariedad. Pero siempre y en todas partes hay unos pocos que luchan por hablar libremente y por denunciar las injusticias. No me parece, pues, ni verdadero ni útil imaginar que la situación actual es la decadencia de una situación ideal anterior, aunque la situación actual tenga, que los tiene, muchos defectos: el emocionalismo, la posteridad, la violencia, el puritanismo, el odio, la autocensura, las fantasías compensatorias... Basta pensar que a Sócrates lo ejecutaron, a Aristóteles lo desterraron, a Cicerón lo asesinaron, a Séneca lo obligaron a suicidarse, a Giardano Bruno lo quemaron vivo, a Galileo lo obligaron a retractarse, a Spinoza lo apuñalaron, Diderot nunca pudo publicar en vida sus obras más interesantes... Quizá lo que necesitamos es renovar nuestro lenguaje para hallar uno más libre, que abandone la la fantasía de una armonía social plena y contemple la posibilidad de disentir sin caer por ello en el insulto. No puedo evitar recordar un chiste de la antigua República Democrática Alemana, que recoge y comenta Zizek en Mis chistes, mi filosofía. En él, un obrero alemán consigue un trabajo en Siberia y, sabiendo que todo su correo será leído por los censores, acuerda con sus amigos un código en clave: “Si os llega una carta mía escrita en tinta azul normal, lo que cuento es cierto; si está escrita en rojo, es que es falso”. Y al cabo de un mes sus amigos reciben una carta escrita con tinta azul en la que pone: “Aquí todo es maravilloso. Las tiendas están llenas, la comida es abundante, los apartamentos son grandes y con buena calefacción, en los cines pasan películas occidentales y hay muchas chicas guapas dispuestas a tener un romance. Lo único que no se puede conseguir es tinta roja”. Según Zizek, también nosotros nos hemos quedado sin tinta roja porque “nos sentimos libres”, no porque lo seamos, sino porque carecemos del lenguaje para expresar nuestra falta de libertad. Me atrevería a añadir que también nos falta un lenguaje para expresar nuestros deseos, quejas, fantasías e incluso silencios. Pero no debemos pensar que en otra época existió el lenguaje perfecto. El lenguaje es como un barco que tiene prohibido entrar en el puerto y se ve obligado a repararse a sí mismo en alta mar».

Y, de momento, mientras reparamos el barco y encontramos ese lenguaje que nos permita expresarnos, además de leer este libro, este manual práctico de autodefensa mental y de guía para desenvolvernos sin peligro (o con el mínimo) en la conversación pública, algo podremos hacer. «En lo que respecta a las redes sociales, sin ser un experto, quizá podríamos aprender a gestionar mejor su uso, seleccionar mejor a nuestros interlocutores, contrastar con otras fuentes de información y pensar hábitos y estrategias que reduzcan sus efectos negativos y desarrollen sus potencialidades. Y pensar, a modo de consuelo, que la aparición de la imprenta provocó alarmas muy semejantes a las que hoy en día ha provocado la aparición de internet».

Recuperar el deseo

«Y cada uno de nosotros, a nivel individual», explica el escritor, «podríamos empezar por recuperar el deseo de verdad (aun sabiendo que nunca la poseeremos plenamente), lo cual implica buscarla, no pretender haberla encontrado. Como decían los escépticos: únete a quien busca la verdad, apártate del que crea haberla encontrado. Pensar más lento, matizar, practicar un humor autoirónico, autorrefutarnos constantemente, abrirnos a las opiniones diferentes, priorizar el lazo amistoso a la fidelidad dogmática... Recuperar el sentido de la realidad, renunciando a las fantasías compensatorias ideológicas, identitarias o religiosas (sin caer por eso en un fatalismo derrotista). Volver a poner en el centro al ser humano en tanto que fin en sí mismo y no como medio de producción, de salvación, ni siquiera de autorrealización; y volver a creer en la democracia, no como un mero procedimiento mecánico, ni como ensueño de reconciliación absoluta, sino como una forma de mantener los antagonismos sin que acaben degenerando en mera hostilidad. Es difícil, siempre lo fue y siempre lo será. Pero, como dice Spinoza al final de la Ética», concluye Castany, «todo lo excelso es tan difícil como raro».