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Música

Barcelona

Alejandro Sanz volvió a nacer en Madrid

El cantante madrileño ha vuelto a hacerlo ante los ojos de 55.000 espectadores: el Wanda Metropolitano vibró al son de canciones que no pasan de moda.

El cantante Alejandro Sanz durante el concierto que ofreció anoche en el estadio Wanda Metropolitano / Efe
El cantante Alejandro Sanz durante el concierto que ofreció anoche en el estadio Wanda Metropolitano / Efelarazon

El cantante madrileño ha vuelto a hacerlo ante los ojos de 55.000 espectadores: el Wanda Metropolitano vibró al son de canciones que no pasan de moda.

El tiempo no pasa por Alejandro Sanz. Ni por sus canciones, ni por su voz, ni tampoco por su entrega. Algunos dicen que el tiempo es oro. Pero él cree en que “más quisiera el oro ser tiempo”. Ayer, las manecillas de 55.000 relojes perdieron su razón de uso durante el concierto de Alejandro Sanz en el Wanda Metropolitano de Madrid. Pasadas las 22.00, las luces y altavoces se encendieron al son de “Hoy no estás” para sumir a todo el público en más de dos horas de música y emociones. Y es que, si al cantante madrileño bien poco le interesa el tiempo, ayer lo demostró combinando canciones de su anterior discografía con el nuevo álbum que ahora presenta durante esta gira: “#ElDisco”. La canción que dio comienzo al espectáculo pertenece a “Más”, un disco que lanzó en 1997 y que aún no ha pasado de moda. Alejandro Sanz pudo concentrar durante la noche del sábado su carrera musical, desde sus inicios hasta sus versiones más modernas, como fue la de “Back in the city”, que también sonó en el Metropolitano con la ausencia de Nicky Jam.

Alejandro Sanz cumplió todo tipo de expectativas durante el concierto. Habiendo dejado el listón alto durante la cita en Sevilla que dio comienzo a la gira y sin tampoco haber defraudado en Barcelona, el cantante trajo a la capital numerosas sorpresas. La primera de la noche: Pablo Alborán. Fue el primer invitado, con quien cantó “No tengo nada”. El público lo recibió con el mismo cariño y complicidad que a los siguientes invitados, como fue Dani Martín, cantando “Lo que fui es lo que soy”. Pero, a esto, se añadieron dos sorpresas poco esperadas. Por un lado, su hijo, Alexander Sánchez, se subió al escenario para acompañar la voz de su padre con el trombón. Por otro, tal como indicó Sanz, “una mujer increíble, con un enorme talento, que ha venido expresamente para cantar esta noche”: Camila Cabello. Juntos, animaron a un público ya bastante efervescido al ritmo de “Mi persona favorita”, una de las canciones más conocidas del nuevo álbum.

Más que un concierto, un espectáculo. No hubo ni un segundo de descanso. Canciones, luces, coros, instrumentos e incluso un tablao. La bailaora Sara Baras hipnotizó al público con el revuelo de su mantoncillo, taconeando con el mismo ímpetu que más tarde mostró El Carpeta, quien no es la primera vez que acompaña a Alejandro Sanz en una de sus citas. Con esto, Sanz hizo confluir en su ciudad natal el rap de Residente en “Los lugares” con el “flamenquito en La Habana” de “Te canto un son”, así como también hizo alusión a su condición de hijo adoptivo de Cádiz: con voz y piano interpretó una chirigota como homenaje a Juan Carlos Aragón.

La fusión

El público tampoco defraudó. Ya en Barcelona consiguió que Alejandro Sanz no pudiese aguantar las lágrimas gracias a una iniciativa de su club de fans: cuando comenzara a sonar “El trato”, llenarían el concierto de globos blancos iluminados con las linternas de los móviles. Y así lo volvieron a hacer: el cantante volvió a llevarse las manos a la cara al ver cómo el Wanda Metropolitano se había fusionado con el cielo gracias al efecto estrellado que crearon los globos.

“Mi cicatriz en el alma se llama Madrid”, expresó el cantante casi al final del concierto, “pero es una cicatriz bonita: la de haber nacido, la de la primera respiración y la primera vez que vi el sol, eso es Madrid”. La capacidad de Alejandro Sanz de fusionar ya no solo cielo, emociones, estrellas y música, sino también de conectar con su público, se percibe cuando éste le responde: cantan, aplauden y piden más a un cantante que, con la mirada perdida, quiso darlo todo. Hasta que, tras canciones como “Ella”, “Amiga”, “Mi soledad” o “Quisiera ser”, se despidieron. Alejandro Sanz y Madrid. Ambos, al son de “Corazón partío”.