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Catar apunta alto en el mercado del arte

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El arte puede ser un gran negocio y, para demostrarlo, Catar se ha lanzado a promocionar sus museos y comprar piezas exclusivas a golpe de petrodólar con el deseo de llegar a ser un referente cultural en Oriente Medio.
Esa filosofía es la que desprende el Museo de Arte Islámico, construido por el prolífico artista estadounidense de origen chino I.M. Pei a la orilla de la bahía de Doha e inaugurado en 2008.
El lugar, de libre acceso, reúne obras de gran valor procedentes de distintos países y compradas por la monarquía catarí, como las que ahora se exponen con motivo de una exposición sobre la peregrinación a La Meca.
Mapas, telas, alfombras y ejemplares del Corán pretenden explicar al visitante la tradición islámica, en un nuevo intento de hacer "global lo local y local lo global", como defiende la hermana del nuevo emir de Catar, la jequesa Mayasa bin Hamad al Zani.
Con solo 30 años, la jequesa es la actual presidenta de la Autoridad de Museos de Catar (AMC) y está detrás de la promoción de las artes en este pequeño y rico emirato del Golfo.
Lo destacó recientemente la publicación "Art Review", que designó a la joven, hija del emir padre Hamad bin Jalifa al Zani y de la jequesa Moza, la persona "más poderosa"en el mundo del arte por su "vasto poder adquisitivo".
Aunque no hay cifras oficiales, la revista calcula que la AMC gasta en torno a mil millones de dólares (731,4 millones de euros) anuales en ese competitivo mercado.
No sería de extrañar. Además de alimentar sus fondos con piezas famosas de Mark Rothko y Andy Warhol, entre otros, la familia real catarí llegó a pagar 250 millones de dólares (182,8 millones de euros) por la obra "Los jugadores de cartas", de Paul Cézanne, un precio récord para un cuadro vendido en subasta, según desveló en 2012 Vanity Fair.
Una portavoz de la Autoridad de Museos de Catar señaló a Efe que la jequesa Mayasa "entiende la importancia del arte y cómo este se puede usar para el diálogo entre las diferentes culturas".
Desde el organismo argumentan que, aunque Catar no ha sido históricamente un importante centro de producción artística, el país se ha convertido en un "destacado centro para la educación y el intercambio internacional en una de las zonas que más rápido se están desarrollando en el mundo".
"El arte es un gran negocio y si no que me lo pregunten", afirmó hace varios años la jequesa Mayasa en un foro internacional, en el que negó estar interesada en comprar las "colecciones de Occidente".
Además de grandes sumas de dinero, la catarí tiene a su disposición un selecto equipo de asesores extranjeros como Jean Paul Engelen o Edward Dolman, ambos ex directivos de la casa de subastas Christie's.
El arte contemporáneo también está en su punto de mira. Un ejemplo es la actual muestra en Doha de "Relics", del británico Damien Hirst, en la que no faltan los animales en formol o las calaveras de diamantes característicos del polémico artista.
"He venido desde Dubái para ver esta exposición, que refleja bastante bien el conjunto de la carrera de Hirst", afirma a Efe Liza Chag, originaria de Singapur.
Un público más extranjero que local es el que visita los museos de Doha, entre los que figuran otros sitios como el de arte moderno y el nuevo Museo Nacional de Catar, ideado por el arquitecto francés Jean Nouvel y que tiene previsto abrir sus puertas a finales de 2014.
Ante esa expansión, el mercado del arte ha vuelto sus ojos a ese emirato árabe, donde desde 2008 la casa de subastas Sotheby's tiene una de sus sedes.
"El país quiere mejorar su imagen internacional y por eso está apostando por transformarse en un 'hub' o centro de actos culturales y por invertir en educación", subraya a Efe el jefe del departamento de Humanidades de la Universidad de Catar, Mahyub Zueir.
También existe el sentimiento en el rico emirato, según Zueir, de querer forjar una identidad a partir de la herencia musulmana y el mundo moderno.