Madrid

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Sin Paul Klee y Wassily Kandinsky, los dos pintores maestros en la Bauhaus, no se podría concebir el arte del siglo XX, pero tampoco el diseño moderno y la arquitectura.

Casi un siglo después de la creación en 1919 de la Bauhaus por el arquitecto Walter Gropius en Weimar, la mítica escuela alemana clausurada por los nazis en 1933 vuelve a la actualidad con la exposición que la Fundación Juan March dedica hasta finales de junio a "Paul Klee, maestro de la Bauhaus", acompañada de un ciclo de conferencias.

La Bauhaus (casa para la construcción) es la escuela de artes y oficios en que se gestó el diseño y la arquitectura moderna.

Catorce años de un gran experimento pedagógico y artístico, que como ha recordado el catedrático de Arquitectura Luis Fernández-Galiano, coinciden con los de la República de Weimar, en que Alemania, derrotada y destruida en la Primera Guerra Mundial, se dota de una democracia, que termina en 1933 cuando Hitler es nombrado canciller.

Paul Klee (1879-1940),un pintor muy arquitectónico, lírico y musical, fue un maestro que no amaba la enseñanza y que pensaba que "el arte no se puede enseñar", aunque preparaba sus clases de la Bauhaus con minuciosidad, como se puede ver en las páginas de su "legado pedagógico"que se exhiben en la Fundación March.

El pintor nunca dejó que la Bauhaus le robara el alma.

Marianne Keller, comisaria de la exposición y editora del "legado pedagógico"de Klee junto con Fabienne Eggelhöfer, asegura que el artista aceptó el puesto de maestro de teoría de la forma en 1921 porque le garantizaba unos ingresos regulares, pero decidido a que ello no fuera en detrimento de su creación artística.

El malestar que le producía la falta de tiempo para pintar, que le llevó en una ocasión a retrasar quince días su vuelta de unas vacaciones sin avisar, se le fue acentuando con los años, como muestran las cartas a su esposa Lily y a su hijo Félix.

Tenía un carácter introvertido. Su colega el pintor y grafista George Muche cuenta el primer día de su actividad docente: "Entró por la puerta dando la espalda. Acto seguido, sin mirar a los oyentes, se volvió a la pizarra y empezó a hablar y a dibujar".

Pero Klee fascinaba a sus alumnos y a otros profesores por su personalidad singular y sus asombrosos conocimientos, y le veían como una persona que poseía "una profunda verdad". Era un excelente violinista y un gran conocedor de la naturaleza, construía herbarios al igual que Goethe y, como a él, le apasionaban la geometría, las matemáticas, la filosofía y la literatura.

Las casas blancas cúbicas, de ángulos rectos y espacios diáfanos, la racionalidad y funcionalidad impregnada de arte de los muebles, lámparas y composiciones cromáticas habituales en el diseño de hoy, nos llegan de la escuela que surgió en Alemania de la destrucción y la derrota de la Primera Guerra Mundial y el deseo romántico, casi místico, de crear una sociedad más humana y con una mayor justicia social.

La idea de Gropius era "romper el aislamiento del arte para abrirlo a cometidos sociales", como ha señalado W. Thöner, y que la Bauhaus formara a los futuros diseñadores y arquitectos mediante clases de práctica manual y clases teóricas impartidas por artistas de prestigio, como Klee y Kandinsky, para producir edificios, muebles y otros objetos con diseños de alto nivel artístico.

La Bauhaus tuvo como profesores a otros grandes artistas y arquitectos, como Josef Albers, Oskar Schlemmer, Moholy-Nagy, Mies Van de Rohe o Marcel Breuer, que triunfaron después de su exilio obligatorio fundamentalmente en Estados Unidos y difundieron el estilo Bauhaus por el mundo.

La exposición, basada en la reciente edición crítica del "legado pedagógico"de Klee, casi cuatro mil páginas de notas, diagramas y dibujos de sus clases en la Bauhaus, reúne 137 obras del pintor desde 1899 hasta su muerte en 1940 en Suiza.

Tres años antes, los nacionalsocialistas se habían incautado de 102 obras suyas existentes en museos alemanes y habían incluido quince en la exposición "Arte Degenerado".