El Ballet Nacional de España se inspira en el universo fotográfico de Ruven Afanador
Llega este viernes al Teatro Real "Afanador", una propuesta vanguardista de Marcos Morau y Rubén Olmo que enfrenta tradición y futuro en el flamenco
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El Ballet Nacional de España vuelve al Teatro Real de Madrid con su nuevo espectáculo estrenado en diciembre en Sevilla, “Afanador”, una mirada surrealista sobre el flamenco inspirada en el particular universo fotográfico del colombiano afincado en Nueva York, Ruven Afanador. Un espectáculo de claro aliento vanguardista inspirado en sus libros, “Mil Besos” (2009) y “Ángel gitano” (2014), que integran de forma muy personal la imagen del flamenco en el lenguaje visual contemporáneo y han sido el punto de partida del coreógrafo Marcos Morau, director de la compañía La Veronal y Premio Nacional de Danza en 2013, a la hora de concebir este espectáculo. “Inspirado y fascinado por estos libros, no podía limitarme a copiar tanta belleza. Las magistrales sesiones fotográficas de Ruven Afanador en Andalucía son irrepetibles, como lo es la alquimia que allí se dio entre el fotógrafo y figuras del carisma de Israel Galván, Matilde Coral, Eva Yerbabuena, José Antonio o el mismísimo Rubén Olmo, director del Ballet Nacional. Mi viaje empieza donde terminan aquellas sesiones”, señala Morau que cuenta la “sorpresa mayúscula” que se llevó hace unos tres años cuando le ofreció el trabajo a Olmo y descubrió que él también había participado en las sesiones de Afanador para su libro “Ángel Gitano”. “Con ellas he intentado hacer una reinterpretación de sus trabajos y una lectura desde mi punto de vista de creador del siglo XXI”.
Entre el 9 y el 11 de febrero, el Real ofrecerá cuatro funciones de “Afanador” -el sábado 10 en sesión doble- con 34 bailarines del Ballet Nacional de España, con su director Rubén Olmo entre ellos, y la dirección artística de Marcos Morau, que para su propuesta escenográfica ha contado con la colaboración del dramaturgo Roberto Fratini y de los también coreógrafos Lorena Nogal, Shay Partush, Jon López, todos ellos miembros de La Veronal.
Ruven Afanador (Bucaramanga, 1959) es conocido sobre todo por sus trabajos en el mundo de la moda y como retratista de grandes personalidades. El autor de portadas para revistas como "Vogue", "Elle", "Vanity Fair" o "Rolling Stone", ha sentido siempre pasión por España, los toros y el flamenco... y en libros como “Mil Besos” y “Ángel Gitano”, explora la estética y la expresión de los cuerpos femeninos y masculinos desde una perspectiva ajena a cualquier costumbrismo y valiéndose de una visión absolutamente contemporánea que quiere darle la vuelta a los tópicos. “En el flamenco, Afanador encuentra todas las emociones del ser humano y a través de él refleja sus íntimas pasiones”, explica Marcos Morau, que con este punto de partida, regresó a aquellas sesiones fotográficas para construir “un mundo de ensoñación que reflexiona sobre la conexión que existe entre la composición de la fotografía y la de una coreografía y reinterpreta la propuesta original obligando a los bailarines a expresarse con un lenguaje diferente, y asumiendo el riesgo de enfrentar el futuro desde la tradición. “La fotografía es encuadrar y aislar todo lo demás, algo que Afanador hace muy bien”, afirma el coreógrafo. “Ocurre que vemos una foto como algo estático pero está llena de movimientos, de color, de sugerencias y ritmos. En su trabajo, Afanador activa mecanismos para que veas personajes y situaciones. Mi trabajo fue ordenar todo eso y ficcionar una sesión fotográfica”. Para Morau, “el fotógrafo observa el flamenco a través de una lente deformante, hecha de sueño, deseo y memoria”. El coreógrafo lo explica: “Estudié fotografía y soy nieto de fotógrafo. Aunque nunca me dediqué profesionalmente a ello, siempre la tuve muy presente en mi trabajo como creador de mundos y director de escena. Con su impresionante labor de escenificación y evocación de la imagen, Ruven Afanador me ha impulsado a reflexionar sobre el parentesco vital entre composición fotográfica y coreográfica: el desafío carnal que es, en ambas, capturar la vida – eso, que, por definición, no se deja capturar”, significa.
Como explica Roberto Fratini, “Afandor se acerca, desde el deseo, al multiverso del folclore andaluz, cada escena parte de una imagen icónica del fotógrafo”. Música electrónica, minera, seguiriya, cantar de trilla o ecos de Semana Santa, mueven el baile, lo acompañan, despiertan la memoria de las instantáneas en blanco y negro. “Como si soñara con él, deja aflorar los lapsus, los delirios, el subconsciente del flamenco, sus pulsiones de eros y muerte, sus verdades no documentables. Lo devana en mil amplificaciones como un mundo grotesco y suntuoso, un cuerpo impensable de sombra y de luz. Mientras mira al abismo del flamenco, se deja mirar por él”, concluye Fratini.