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Barenboim no quiere cerca a la prensa

El director de orquesta, de 76 años, aseguró ante las acusaciones de supuesto mal trato: «Nací en Argentina, así que tengo sangre latina corriendo por mis venas y me enojo de vez en cuando».
El director de orquesta, de 76 años, aseguró ante las acusaciones de supuesto mal trato: «Nací en Argentina, así que tengo sangre latina corriendo por mis venas y me enojo de vez en cuando».larazon

La presentación de una temporada para un coliseo operístico de renombre y talla internacional no es cosa que se pueda pasar por alto. Todo lo contrario. La de la Staatsoper de Berlín no lo es menos. Anunciar las óperas que van a venir y los conciertos y recitales que se van a escuchar o los ballets que se representarán requiere de una parafernalia concreta y de unos altavoces apropiados para que el mensaje llegue a todos lo más claro posible. La Scala así lo hace, lo mismo que el Metropolitan de Nueva York, La Monnaine de Bruselas, La Ópera de Viena, o el Teatro Real. De ahí que la noticia que desvela Norman Lebrecht nos haya dejado pensativos. Daniel Barenboim ha tomado una drástica decisión que carece de precedentes en una casa de ópera estatal: no presentará a los medios de comunicación la nueva temporada de la casa de la que es desde hace años director general. Ha optado porque a partir de las 11 de la mañana del próximo 25 de marzo todo aquel que lo desee podrá consultarla en la web del teatro. No habrá nada más. El método para darla a conocer ha sorprendido, y mucho, en el mundo de la música, que no es ajeno, por otra parte, a las recientes denuncias realizadas hace poco menos de un mes por algunos músicos, que aseguran haber sufrido lo indecible (depresiones, ansiedad, pérdida de confianza, problemas de falta de sueño) bajo la batuta del maestro argentino-israelí y han denunciado, 10 o 15 años después de sufrirlos, los abusos que ejerció sobre ellos por razón de su rango: yo soy el director y aquí mando yo. Y es que el director de orquesta, obviamente, ha de desempeñar su papel. En el sueldo que percibe no está el ser amigo de unos u otros. U otras, sino el sacar el máximo partido a la formación y eso, desde que él está al frente, no lo puede poner en duda nadie. Es fácil, quizá demasiado fácil, imaginar que la presentación de las novedades para la temporada 2019-2020 iba a estar monopolizada por preguntas sobre las acusaciones vertidas y que las óperas y ballets importarían una higa a la canalla, ávida de titulares. ¿Qué opina de las acusaciones vertidas? ¿Ha hablado con los músicos? ¿Se siente respaldado por el teatro? ¿Puede estar en juego su renovación al frente de la Staatskapelle? Que esa es otra, pues el director ya ha comenzado a negociar para extender su contrato unos años más. Extraña que el director y pianista, que jamás se ha mordido la lengua en asuntos peliagudos, ahora opte por dejar en los dedos de los usuarios el conocer los títulos operísticos que llegarán al templo berlinés. Barenboim no desea más frentes abiertos, que ya tiene unos cuantos. No desea tampoco preguntas capciosas por parte de la Prensa ni –parece– convertirse, de nuevo, en el centro de una polémica de la que quiere huir, aunque sea a golpe de click. La Prensa, lo más lejos posible, por favor.