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Crítica de teatro

"Camino largo de vuelta a casa": el hogar en femenino plural ★★☆☆☆

Íñigo Guardamino explora las preocupaciones y relaciones afectivas en el seno de una familia formada únicamente por mujeres de distintas generaciones

Belén Ponce de León (izda.) y Helena Ezquerro en escena
Belén Ponce de León (izda.) y Helena Ezquerro en escenaVanessa Rabade

Autor y director: Íñigo Guardamino. Intérpretes: Amparo Pamplona, Belén Ponce de León, Helena Ezquerro. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu). Desde el 4 de abril hasta el 4 de mayo de 2024.

Luisa (Helena Ezquerro) es una chica joven que atraviesa todas las crisis propias de cualquier persona de su edad: dificultades económicas para independizarse y afrontar con libertad la vida adulta, inseguridad a la hora de tomar determinados caminos, falta de satisfacción, de éxito o de un sentimiento profundo en sus abundantes relaciones sexuales o amorosas… Begoña (Belén Ponce de León), su madre, es una mujer un poco friki, y un tanto frustrada, que trabaja en un centro de atención telefónica ayudando, sin muchas herramientas ni un especial convencimiento interno, a personas que quieren quitarse la vida. Filomena (Amparo Pamplona), es una mujer anciana que guarda un asombroso secreto y que no espera ya de la existencia otra cosa que no sea su fin. Mientras tanto, pasa el tiempo viendo culebrones turcos en la tele del domicilio que comparte con su hija Filomena y su nieta Luisa.

Este es el argumento que ha urdido el dramaturgo y director Íñigo Guardamino en “Camino largo de vuelta a casa” para explorar las preocupaciones y relaciones afectivas en el seno de una familia formada únicamente por mujeres de distintas generaciones. Aunque la sinopsis pueda llevar a pensar que estamos ante una obra más o menos costumbrista, Guardamino no ha renunciado en verdad al particular estilo que viene cultivando desde hace ya mucho tiempo, en el que el desarrollo lógico de la historia se ve interferido de manera recurrente con elementos de humor surrealista en los diálogos y las situaciones. Probablemente sea esta la función más estructurada del autor-director, y también la mejor producida; pero lo que ha ganado en orden y vistosidad con respecto a otros montajes anteriores lo ha perdido en desparpajo e irreverencia.

Hay, asimismo, una mirada sobre los personajes más tierna, menos satírica, que otras veces; pero no parece que Guardamino esté cómodo -la obra no llega nunca a emocionar- en un terreno que intenta abonar con fórmulas más narrativas que propiamente teatrales. Así ocurre con la escena del gato de Luisa o con la de Filomena recordando su pasado. Desde luego, sí que se percibe honestidad artística en ese acercamiento al mundo interior de los personajes, pero se diría que el autor no se siente seguro por esos contornos -en cierto modo novedosos en su carrera- y trata de afianzarse insistiendo más de la cuenta en los mismos motivos e ideas, expresados en diálogos a veces reiterativos. Eso hace que las escenas, provistas como están de un texto tan prolijo, se alarguen más de lo debido. La historia como tal no da en realidad para lo que dura.

En cuanto al elenco, configurado con buen criterio artístico y astucia comercial, siempre es un aliciente ver en él a la ilustre y ya mítica Amparo Pamplona, que sigue estando en magnífica forma sobre el escenario. Para las generaciones más jóvenes, sin embargo, el atractivo probablemente sea ver en teatro a la joven Helena Ezquerro, protagonista de la popular serie de televisión “La promesa”. Junto a ellas, Belén Ponce de León es siempre un valor seguro haciendo personajes estrafalarios en este tipo de comedias alejadas del naturalismo.

  • Lo mejor: La obra es correcta y está enmarcada en una convincente producción.
  • Lo peor: Algunas escenas se alargan mucho y sobra el personaje de la niña pequeña, interpretada también por Ezquerro.