Charo Izquierdo: «Esta novela es un compromiso con las mujeres víctimas de la trata»
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Dice mi compañera y amiga, la periodista Charo Izquierdo, tras dar el salto a la novela, «que hay muy pocos periodistas que no se planteen la literatura». Y es posible, porque al final la diferencia entre escribir no ficción y ficción, más allá de los estilos y las estructuras, no debería ser otra más que la de contar la verdad o no contarla. Pero lo cierto es que ella, que ha «mentido» en la parte ficcionada de la novela, quería dejar muy clara la verdad de un asunto tan estremecedor como es la trata de mujeres. Comprometida y solidaria, se lanzó al ruedo, creo yo, porque, más allá de las ganas de escribir, estaban las de colaborar en la lucha contra esta lacra. Pero como todas las historias tienen una génesis, comencemos por el principio. «Empezamos a hablar de la novela en la primavera de 2012. Mabel Lozano llevaba mucho tiempo diciendo que, aparte de hacer un documental sobre la trata (ella lo lleva contando en imágenes desde hace diez años y me involucra a mí casi al mismo tiempo), quería hacer un proyecto global que incluyera una novela...», me cuenta Charo. El caso es que ella, armada de ilusión, de ganas de seguir apoyando a su amiga y a la causa, se lía la manta a la cabeza y acepta el reto que ésta le propone de escribir un relato a caballo entre la ficción y la no ficción: «Si alguien confía en ti tanto como para depositar esa responsabilidad, casi estás obligado a recoger el guante. Y luego, además, está el compromiso con las mujeres víctimas de la trata, estigmatizadas, silenciadas y socialmente no reconocidas».
En primera persona
La novela, como la propia película de Mabel Lozano, que se estrenará en septiembre, elige de protagonista a la más joven de las víctimas, cuya voz, quebrada, pone la carne de gallina. «Pero yo ficciono por completo el personaje y lo desarrollo. –dice Charo–. E incluso peleo por darle alguna esperanza, fruto del trabajo de la Policía española, por ejemplo, que está haciendo una labor importantísima, o de personas como Mabel Lozano o Asociaciones como Apramp (a la que he destinado los derechos del libro), o el Proyecto Esperanza, que están haciendo una labor impresionante». Continúa explicando que «la trata ahora ya ha entrado en la agenda política de nuestro país, en la de organizaciones internacionales e incluso en la agenda del Papa. Y eso significa que se ha empezado a ver, por fin, como algo intolerable. Porque lo es que siga existiendo la esclavitud, la compraventa de personas que acaban ejerciendo la prostitución contra su voluntad. De ahí que la novela se llame “Puta no soy” (Editorial LID)». Con ese título, y con ese tema, no podía tratarse más que de una narración descarnada, repleta de los sufrimientos y sinsabores que acompañan a las personas que sufren ese calvario, que Charo ha descrito en primera persona. «No me planteé la posibilidad de escribirlo de otra manera. Quería sentir la novela y llegar al corazón de los lectores. Y creí que la mejor manera de conseguirlo era ponerse en el lugar de la protagonista», cuenta. Un lugar sórdido, repleto de dolor, de sexo sucio, de maltrato, de impotencia..., uno de esos sitios en los que no se debe de pasar nada bien, ni cuando se está escribiendo sobre ellos para denunciarlo: «No sólo me ha resultado difícil hacerlo, sino que hubo momentos en los que yo misma me he emocionado e incluso me he conmocionado...». Le digo que no es raro, porque son muchas las escenas de sexo y maltrato explícito... «Es cierto: necesitaba que se viese lo que pasaba; pero, además de esas, he intentado describir las relaciones entre las mujeres que se encuentran en esa situación, su convivencia a veces tierna y que, incluso en ocasiones, puede llegar a hacerte sonreír. Porque no olvidemos que, en cualquier vida, por mucho drama que contenga, los protagonistas comen, duermen, tienen relaciones de todo tipo... O lo que es lo mismo: tienen una vida que, por muy llena de mierda que esté, puede albergar el cariño, la amistad y incluso un momento para esbozar una sonrisa».
Acompañarlas en su lucha
Charo se fue a Perú una semana a seguir los pasos al rodaje de Lozano y a conocer a la misma Yandí, eje de la película, que ella reinterpretaría en su novela. Con su historia, con muchos testimonios de otras víctimas de la trata, y con datos estadísticos recopilados durante años, Charo no sólo construyó su obra, sino que también decidió involucrar al lector, haciéndole partícipe de las palizas, las violaciones y las vejaciones que sufren tantas mujeres y niñas en el mundo entero. Pero, sobre todo, convirtió su tinta en la voz de tantas víctimas que no pueden hablar y la dejó plasmada en una historia desde la que es imposible sentirse al margen, porque, como se lee, no sólo pasa allí lejos, sino también aquí, al lado de todos nosotros, en este mundo privilegiado nuestro desde el que caen las bombas, a modo de clientes, en la otra versión de las cosas... ¿Qué más puede hacer Charo Izquierdo, después de «Puta no soy», para seguir ayudando a todas estas personas desvalidas que se encuentran a merced de sus secuestradores y explotadores?: «Pues me queda seguir acompañándolas en la lucha, seguir denunciando, en la medida de mis posibilidades, a través de entrevistas, de conferencias e, incluso, si algún día puedo, trabajando directamente con ellas. De momento, a través de esta novela he querido poner mi granito de arena para concienciar de que todo esto, como dices, pasa a nuestro lado, en esas rotondas por las que pasean mujeres casi desnudas a bajo cero, obligada a acostarse con cada tipo que para su coche. Las mismas que dejan de ser quienes eran y que no sólo no tienen una profesión, sino que pierden el sentido de la higiene, y se drogan, o se alcoholizan... Pero es que, si tienen que acostarse con veinte hombres en un día, o están drogadas o bebidas o no hay cuerpo que lo resista. Es imposible».