Cine

Vicky Luengo se vacía entre los alcornocales de “Suro”: “La manera que tenemos de vincularnos afectivamente también es política”

Su notable interpretación en la ópera prima de Mikel Gurrea le ha valido una nominación en los Goya a mejor actriz protagonista

Vicky Luengo da vida a Elena, una arquitecta que se muda a la masía heredada de su tía en "Suro"
Vicky Luengo da vida a Elena, una arquitecta que se muda a la masía heredada de su tía en "Suro"ImdbImdb

Igual que esos troncos desnudos de los alcornocales a los que los hombres del campo desprenden de su corteza para explotar materialmente el corcho que los abraza, la actriz Vicky Luengo se despoja de cualquier impostura rugosa, de cualquier atisbo de peso innecesario que la proteja, para protagonizar junto a Pol López la sorprendente y escarbada ópera prima de Mikel Gurrea, “Suro”. Una disección calculada de los desgastes afectivos que las dinámicas de poder, la alternancia de roles, los prejuicios interiorizados hacia el otro y la diferencia de clase pueden llegar a ocasionar en una pareja joven y aburguesada de arquitectos con la extracción del corcho y el retorno a la vida en el campo (consecuencia de una masía heredada) como escenario vertebrador, cuyo paso por San Sebastián ya presagió una discreta pero muy subrayable desembocadura en las nominaciones de los Goya: mejor dirección novel para Gurrea y mejor actriz protagonista para Luengo, con la que charlamos días antes de conocer la noticia sobre todas esas cosas que nos cuesta decir sobre el comportamiento contradictorio del ser humano y de las que tantas veces el cine se hace eco desde lo sombrío de lugares poco explorados.

Aunque se trata de una ópera prima, el pulso de Mikel Gurrea es bastante sólido. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con un debutante en el largo?

La verdad es que cuando me enfrento siempre a un proyecto, no suelo concederle importancia al hecho de que quien lo dirige sea novel. Cuando inicio algo me pongo en las manos de alguien en quien confío y sí que es fundamental para mí conectar con la persona en cuestión, compartir su punto de vista y a partir de ahí dejarme llevar. Con Mikel ha sido muy fácil todo porque es un director extraordinario que tiene un conocimiento del cine apabullante, me ha enseñado muchísimo y creo que además es muy personal, tiene algo que es personalidad. Es valiente. Tenía muy claro lo que quería hacer y no ha condicionado esta peli a la opinión de los demás o a lo mucho o poco que pudiera gustar y eso siempre es motivo de sacarse el sombrero.

¿Por qué la cinematografía española echaba particularmente de menos el ámbito de lo rural?

Te digo una cosa, todas estas películas de vuelta al campo se han hecho muchos años atrás. Es decir, “Suro” lleva ocho años concibiéndose, “As bestas”, cinco o seis también. Mi respuesta lógica sería relacionar la situación en la que nos encontramos después de la pandemia y cómo nos ha empujado esto al campo y a la tranquilidad alejada de la ciudad, pero no es verdad por lo que te digo, estas necesidades empezaron a gestarse mucho antes. No sé, realmente creo que el retorno tiene que ver con una necesidad de volver al origen, a lo mejor estábamos contando en exceso lo urbanita y entre los creadores se han ido a buscar esa otra parte que faltaba ser representada.

¿Ha cambiado la jerarquía dentro de las dinámicas de poder que operan dentro de las parejas contemporáneas?

Sin duda alguna, por supuesto. El momento actual que estamos viviendo las mujeres yo creo que no se había vivido nunca. Hace unos días hablaba precisamente con un amigo mío que me planteaba la típica cuestión de “si tu hubieras querido vivir en otra época ¿cuál hubieras elegido?” y le decía sin pensarlo un segundo que como mujer es imposible elegir otra que no sea el 2022. Porque todo tiempo pasado, a nosotras nos ha ido peor. Todo ha cambiado tanto en tantos aspectos de nuestra vida: las mujeres hemos conquistado espacios en el trabajo, en los lugares de ocio... todas esas conquistas no pueden no haber cambiado el rol en casa o dentro de la pareja. Es muy interesante estudiar el cambio de roles que comentas en las parejas a través de cómo el feminismo va ganando espacio. En “Suro” todo esto está muy bien contado porque es una película en la que los roles de poder basculan. Al principio parece ser ella la que tiene el control, luego pasa a ser él, después regresa a la figura de Elena y eso me parece muy interesante porque te propone un espejo gracias al cuál, tú como espectador te sientes identificado con relación a la experiencia personal que has vivido. El cine es un espejo y eso es algo poderosísimo.

Hay un análisis sutilmente teórico en la película sobre la importancia de lo político en lo personal.

Yo soy de las que piensa que todo es político. La manera que tenemos de vincularnos afectivamente es política también, creo que es imposible separarlo porque por desgracia el capitalismo nos hace considerar a las personas como bienes que tú puedes consumir.

¿El capitalismo entonces también condiciona la manera que tenemos de querernos?

Claro, nos dedicamos a ir saltando de lugares en lugares porque el capitalismo lo que te propone es que puedes tener más y mejor. Eso hace que vivamos constantemente pensando en las alternativas supuestamente mejores que todavía no hemos “consumido”, en el hecho de que siempre va a haber algo que nos guste más. Es muy difícil salir de ello, pero es algo que me parece agotador y súper poco interesante porque el vínculo afectivo comprometido es valiente y es necesario con la amistad, con la familia, con la pareja, con todo. No puedes volcar en una persona los factores de un producto. Hay gente muy acostumbrada a decir algo que no me gusta nada, esto de “esta persona me aporta x cosas buenas pero me faltan estas otras”. ¿Pero cómo? ¿Que no te vas a dejar arrollar por la intimidad, por lo que ocurre, por las sensaciones? Hay que atreverse a dejarse llevar por los sentimientos. Esto lo explica muy bien Liv Stromquist en su último libro “No siento nada”. Habla de que si cuando una persona aparece en tu vida, lo que te produce lo traduces en términos de consumo, no vas a sentir nada. Porque te dedicas a decidir racionalmente cómo una persona te impacta y eso es aburridísimo.

Un fotograma de "Suro"
Un fotograma de "Suro"ImdbImdb

Casi parece revolucionario dejarse llevar por los sentimientos ¿no?

Sí, sí, totalmente. Porque no estamos nada conectados con nosotros yo creo, estamos conectados con el resultado de lo que hacemos, con cómo se nos ve desde fuera, con la productividad a saco. De repente parece que sentarte a perder el tiempo es agobiante. Y pienso que es una enfermedad y yo mismo lucho contra ello pero hay que empezarlo a decir más en voz alta. Es urgente que empecemos a tener tiempo para perderlo.

“Suro” también juega con la contradicción de esos cambios ideológicos que aparecen a determinadas edades como consecuencia de un cambio en las prioridades. ¿Crees que has podido “traicionar” el idealismo de la Vicky del pasado a medida que te convertías en adulta?

Sí y lo he pasado mal por ello pero reivindico el derecho a cambiar de opinión y sobre todo a equivocarse, porque es que si no sería imposible vivir. “Suro” plantea espejos para que te mires, pero no te da casi respuestas. Es muy difícil tener claro lo que tú quieres ser en la vida, porque lo que tú quieres ser no puede no estar condicionado por tu privilegio, por tus circunstancias, por la persona que te acompaña, por la persona de la que te enamoras, por tantísimas cosas... Por eso tener una imagen de una misma y querer ser eso constantemente es una traición. Elena dice en un momento dado “yo tenía unas prioridades y estas prioridades tienen que cambiar”. ¿Y por qué no? Eso no tiene por qué significar una traición hacia ella misma porque a lo mejor simplemente lo que ocurre es que has crecido. Y tu camino ahora va por otro lado, te planteas como malas cosas que antes considerabas buenas y creo que tenemos que tener derecho a cambiar eso.

Luengo en una escena de "Suro"
Luengo en una escena de "Suro"ImdbImdb

Tras el boom de “Antidisturbios”, el éxito de “Chavalas” y la acogida de tu trabajo en “El sustituto”, ¿cómo estás gestionando el hecho de que se te pueda leer como referente generacional dentro de la profesión?

Intento no pensarlo nunca. De hecho esta pregunta creo que también te la puedo contestar hablando de “Suro”. Cómo somos vistos desde fuera no es cómo nos vemos nosotros desde dentro muchas veces. La expectativa se lo carga todo en general, aunque seamos incapaces de vivir sin ellas pero lo que tú proyectas en la persona que tienes delante no es necesariamente lo que esa persona es. El éxito que mencionas y que te agradezco enormemente porque es algo bonito, a veces lo siento y a veces no. Hay momentos en los que siento que algo no me ha salido tan bien como esperaba o que la opinión de un ser querido no concuerda con lo que a mí me hubiera gustado que dijera y eso para al final termina valiendo más que cuarenta reportajes ensalzando mi trabajo. Estoy intentando volver a mí últimamente. Estar conectada con el oficio, con mi ilusión por hacer las cosas y cuando a veces lo otro me abruma, intento volver a mí, reconectar. Profesionalmente estoy en un momento muy bueno, muy cansada porque llevamos varias semanas con el rodaje de “Reina Roja” que está siendo muy divertido, muy exigente pero muy agradecida porque me lo estoy pasando muy bien y siento que tengo ganas de trabajar con historias que yo no pueda controlar desde la razón. Me gustaría contar cosas emocionalmente potentes que me conectaran con la víscera.

Tal y como está configurada la sociedad actual y teniendo en cuenta la precaria situación de una generación concreta a la hora de emanciparse, ¿dirías que es posible llevar un cambio de vida tan radical como el que llevan a cabo en la película Elena e Iván?

Creo que lo hacen desde el privilegio, no tenemos que olvidar que son una pareja de burgueses que se van a vivir al campo porque ella hereda una casa de su familia. Yo a día de hoy no tengo una familia que me pueda comprar una casa por ejemplo. Cuando tú no tienes dinero para estar tranquilo, para no dormir debajo de un techo a lo mejor un cambio de vida no te lo puedes ni plantear. Y sin duda, estamos instalados en una situación tan precarizada que no todo el mundo puede permitirse el lujo de cambiar.