Estreno

Crítica de “Suro”: salir a flote ★★★☆☆

Vicky Luengo y Pol López en "Suro"
Vicky Luengo y Pol López en "Suro"ImdbImdb

Dirección: Mikel Gurrea. Guion: M. Gurrea y Francisco Kosterlitz. Intérpretes: Pol López, Vicky Luengo, Ilyass El Ouahdahni. España, 2022. Duración: 116 minutos. Drama.

C¿Habrá que empezar a estudiar este neorruralismo del cine español reciente como una tendencia generacional? La vuelta al campo puede significar una reivindicación de los orígenes, por muy traumáticos o amenazados por el progreso que estos sean, o, por el contrario, la excusa de una civilización urbana para escapar de sí misma y entender el éxodo rural como un nuevo proceso de colonización. Es lo que “Suro”, la ópera prima de Mikel Gurrea, tiene en común con “As bestas”: examinar si la idealización de la vida lenta y sostenible que los urbanitas asocian con el campo entra en liza con las normas no escritas de los locales, y con ello, poner en tela de juicio la mirada de la ciudad sobre un espacio que no conoce. La película, menos épica que la de Sorogoyen, critica por igual a los patronos que cosechan el corcho de un terreno del Empordà explotando a un puñado de inmigrantes que a los dos protagonistas, una pareja de arquitectos (notables López y Luengo) que se han mudado a una masía destartalada, herencia de una tía de ella, con la intención de reformarla y sacar provecho de sus tierras.

Como su polisémico título (“suro” en catalán significa “corcho” y “floto”), el filme quiere matar dos pájaros de un tiro: por un lado, es la crónica anunciada de la disolución de una pareja, en la que lo masculino se ve forzado a asumir el control de una situación que le viene grande, encarcelado entre la desconfianza que le produce la gente que ha contratado y la necesidad de demostrar que su masculinidad puede soportar los horarios de los obreros que trabajan descorchando alcornoques, y por otro, es un comentario sobre el paternalismo de los nuevos propietarios y el racismo incrustado en el medio rural. “Suro” trabaja bien esa tensión callada que se va dibujando en círculos concéntricos sobre los personajes, aunque a veces parece en exceso programática, como si cada giro de guion, cada elemento narrativo -desde el chico árabe al que la pareja da refugio hasta las menciones a la tramontana-, existiera para cumplir una función predeterminada.

Lo mejor

El buen trabajo de atmósfera, tensa e incómoda, y las interpretaciones de Pol López y Vicky Luengo.

Lo peor

Está demasiado calculada, sabemos que cada elemento tendrá una función previsible.