Cine

Gael García Bernal sobrevive a la pandemia de la Berlinale

Protagoniza «Another Time», cinta dirigida por el italiano Piero Messina

Berlin (Germany), 17/02/2024.- Mexican actor Gael Garcia Bernal waves as he attends the photocall for the movie 'Another End' during the 74th Berlin International Film Festival 'Berlinale' in Berlin, Germany, 17 February 2024. In total, 20 films will be competing for the awards in the Berlinale festival running from 15 to 25 February 2024. The awards will be presented on 24 February. (Cine, Alemania) EFE/EPA/HANNIBAL HANSCHKE
Another End - Photocall - 74th Berlin Film FestivalHANNIBAL HANSCHKEAgencia EFE

¿Podremos dar algún día la pandemia por finiquitada? Es ahora cuando el cine empieza a despertarse del sueño del Covid y a tomar distancia para examinar el modo en que ha afectado nuestra relación con la muerte, el duelo y la herencia. Ayer, en la Berlinale, dos películas a competición se atrevían a abordar la neumonía atípica de la civilización desde perspectivas muy distintas: en «Another Time», el italiano Piero Messina lo hacía sin mencionar nunca el virus pero empapándose de su escenario melancólico, desde un escenario distópico propio de un episodio de «Black Mirror», y en «Hors du temps», Olivier Assayas aprovechaba el periodo de confinamiento para reflexionar, desde lo autobiográfico, sobre cómo gestionamos el pasado cuando sentimos que el futuro está en peligro.

Cuerpo y apariencia

En «Another Time» vivimos en un porvenir en el que podemos transferir la conciencia de un ser querido recién fallecido a un cuerpo huésped con el fin de facilitar el duelo, de hacer posible una despedida que una muerte brusca ha impedido. Es una situación fácilmente identificable con la pandemia, en la que tantos vivos no pudieron hacer las paces con sus muertos. Sal (Gael García Bernal), que ha perdido a su pareja en un accidente de coche del que se culpa, contrata ese peculiar servicio tanatológico ante la insistencia de su hermana, que trabaja en la compañía que lo ofrece. El punto de partida genera preguntas interesantes alrededor de la relación que mantienen los afectos con el cuerpo, la apariencia y la conciencia del otro, pero también provoca escollos de verosimilitud que la película decide ignorar. Decía Piero Messina en rueda de Prensa que quiso que la cinta fuera más precisa en su dimensión emocional que en la construcción de su narrativa distópica, como si lo primero no dependiera de lo segundo: que «Another Time» decida apartarse de lo filosófico para abrazar lo romántico a mitad de su metraje parece más fruto de una incapacidad de Messina para desarrollar su planteamiento inicial que de una convicción honesta. El cineasta italiano, que se había acercado a los efectos del duelo en su ópera prima, «La espera», acaba estancándose en una tierra de nadie en la que es imposible sentirse cómodo, como demostraron algunos tímidos abucheos y risas impacientes al final de su pase de Prensa.

Por su parte, sería fácil acusar a Olivier Assayas de autoindulgencia cuando narra su experiencia de confinamiento compartido con su hermano y las respectivas parejas de ambos en la enorme casa de su infancia, en plena campiña francesa, aunque también es cierto que, en su relato, la conciencia de su privilegio siempre ocupa un lugar central. Para valorar «Hors du temps» hay que hacerlo considerándola un epílogo menor de «Las horas del verano», como la confesión de un creador neurótico que, durante el tiempo suspendido de la pandemia, encuentra suficiente espacio mental para replantearse su relación con el pasado, con el legado de su familia y con la idea de transmisión. Si la película recrea con actores ese periodo de confinamiento, combinándola con reflexiones en off del propio Assayas sobre sus vivencias en la casa, lo que más destaca en ella es, sorprendentemente, su espíritu renoiriano, sobre todo en lo que se refiere a la filmación impresionista de la naturaleza. Los que seguimos con pasión la obra de Assayas sabemos de su interés por indagar cómo la ficción ensancha los límites de la realidad y viceversa, pero aquí, al menos visualmente, son Monet, Vuillard, Auguste Renoir y su hijo Jean (al que oímos contando la muerte de su padre) los que mandan. Parece que el reencuentro con la naturaleza es el mejor regalo que la pandemia le hizo al Assayas cineasta.

Cumpliendo con la cuota alemana, Andreas Dresen cerró la competición de ayer con «From Hilde, with Love». En su quinta participación en la sección oficial de la Berlinale, Dresen aborda la historia de una heroína de la resistencia antinazi que acaba con sus huesos en la cárcel acusada de espionaje y alta traición. Posiblemente sea necesario que un país que aún no ha superado la culpa del Holocausto, y que siente cada vez más cerca el ácido aliento de la extrema derecha, siga revisitando ese periodo de su devenir histórico, pero no como lo hace Dresen, que, al mezclar el presente de su heroína con los orígenes de su destino, neutraliza por completo la intensidad potencial de su conflicto dramático.

LENA DUNHAM, EN BUSCA DE SUS RAÍCES

Lena Dunham, la que fue la voz de la generación «millenial», había decidido desaparecer del mapa, habitar ese paréntesis en el que una histerectomía y su adicción a los ansiolíticos la dejaron fuera de campo. En «Treasure», proyectada en la sección Berlinale Special, regresa como actriz y productora de uno de esos dramas basados en una historia real que tantas sobremesas iluminan. Aquí se trata de una heroína típicamente dunhamiana que emprende un viaje por Polonia junto a su padre (Stephen Fry) en busca de sus raíces judías. El tema le toca de cerca, pero eso no es suficiente para que el resultado sea feo, torpe e irrelevante.